Una planta de biomasa es el proyecto para sustituir a la papelera de Zalla
Los promotores son los que impulsan desde 2008 esta fábrica en Errigoiti
El proyecto empresarial interesado en sustituir a Pastguren, la papelera de Zalla abocada a su desaparición tras cumplir más de un año sin producción, es el de una planta de biomasa y es promovido por los empresarios que tratan de implantar una fábrica en el municipio vizcaíno de Errigoiti. Al parecer, los problemas surgidos en esta localidad (donde se ha suscitado un gran rechazo vecinal y un juzgado investiga su legalidad) han llevado a los promotores a buscar otro emplazamiento alternativo, según fuentes cercanas al proyecto.
El Gobierno vasco y la Diputación de Vizcaya, que llevan trabajando casi dos años en la búsqueda de soluciones a Pastguren, creen que este proyecto, del que hasta ahora no se conocía ningún dato concreto, es la única salida a la papelera. Se trata de dos empresarios vascos con la intención de invertir 70 millones de euros y crear 200 puestos de trabajo. Su condición es que Pastguren liquide sus activos y ubicar la planta en los actuales terrenos. Además, absorberían a parte de los 170 trabajadores de la firma de Zalla, aunque se trate de sectores productivos diferentes.
Directivos de una papelera extranjera visitaron ayer Pastguren
La biomasa consiste en la generación de energía a través de residuos originados en la agricultura (residuos de maíz, café o arroz), del aserradero (podas, ramas, aserrín, cortezas) o incluso urbanos (aguas negras, basura orgánica y otros). El proyecto de Errigoiti y que ahora se plantea en Zalla se centra en el aprovechamiento energético de los residuos de madera.
La creación de estas infraestructuras son apoyadas por el Departamento de Industria, que pretende subvencionar una planta por cada territorio al estimar que actualmente este negocio no da para más fábricas en Euskadi. Por eso, el desarrollo de la planta de biomasa en Zalla supondría abandonar la de Errigoiti.
En esta localidad, el proyecto de esta fábrica lleva dos años de gestión aunque se conoció hace ahora un año. Sin embargo, surgió un importante rechazo vecinal, con la creación de una plataforma contra el proyecto por los impactos medioambientales. Además, un juzgado investiga tanto el proyecto de la planta como las obras de los accesos iniciados por el Ayuntamiento sin la autorización de la Agencia Vasca del Agua, al afectar a un río.
La pasada semana, el Consejo de Gobierno aprobó una subvención de ocho millones para impulsar una planta de biomasa en Álava, que trataría los residuos de la paja de cereal en Álava, que se ha convertido en un problema medioambiental. El fin de la consejería de Industria es atraer algún proyecto empresarial, hoy día aún inexistente, y el dinero se abonaría hasta 2012. La intención es que las ayudas se extiendan también a otras dos fábricas que se instalen en Guipúzcoa y Vizcaya. Estas subvenciones se enmarcan también en la Estrategia Energética de Euskadi, que fomenta la utilización de energías procedentes de fuentes renovables.
En el caso de Pastguren, la entrada de los empresarios está pendiente del visto bueno de los trabajadores, que siguen esperando a que la compañía sea comprada por otra papelera. Fuentes del comité de empresa aseguraron que ayer visitaron la fábrica de Zalla directivos de una papelera extranjera que estaría estudiando la adquisición de Pastguren y que se han dado de plazo hasta el 30 de noviembre para decidirse. El Gobierno asegura que, sin embargo, no existe ninguna oferta seria ni un plan de viabilidad e insiste en que el proyecto de los dos empresarios es la única solución.
Industria dice que, en caso contrario, a Pastguren sólo le queda la liquidación por la inviabilidad del negocio. El futuro de la empresa, que además de no producir se halla en concurso de acreedores desde octubre de 2009, está en manos de un juzgado de lo mercantil de Bilbao, al que los administradores concursales que gestionan Pastguren han pedido la liquidación.

Una larga crisis
- Pastguren, dedicada a fabricar pasta sin secar, tiene una deuda de 40 millones y lleva dos años con problemas. En junio de 2009, ya recibió un aval de 2,5 millones de la Diputación que no sirvió para nada, puesto que cuatro meses después entró en concurso.
- El Gobierno se mostró dispuesto a conceder un aval de 6 millones si la dirección aportaba otros 10, pero ésta se negó.
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