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Columna
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El sueño bilingüe

Cuando ha sonado el despertador esta mañana estaba soñando. Un buen número de personas participábamos en lo que parecía un examen o un ejercicio de redacción. Estábamos en el campo y había dos mesas de madera bien largas (como las de las sidrerías). En una se sentaban los que iban a hacer la redacción en euskera; en la otra, los que la iban a hacer en castellano. El profesor (por cierto, un conocido escritor vasco) nos daba los temas, sólo dos palabras: "Askatasuna" (libertad) para los de euskera; "Perfección" para los de castellano. No sé muy bien en qué mesa estaba sentada yo. Sólo que estaba a punto de ponerme a escribir cuando el pitido estridente me ha devuelto a la realidad (o lo que sea) de la habitación en penumbra. Lástima, con lo cómodo que es que el inconsciente te escriba la columna entera.

Cómodo, pero inquietante. Plantea, eso sí, un pequeño entretenimiento al psicoanalista amateur que todos llevamos dentro. ¿Cómo puede el yo consciente descifrar al inconsciente? Dejemos a un lado al bueno de Freud. Lo que me intriga son los detalles, sobre todo los temas elegidos para la redacción. ¿Por qué dos temas distintos, por qué esos temas?

Que la libertad sea el propuesto para euskera no sorprende mucho; el que resulta más extraño es el tema castellano. Es verdad que ambos se pueden entender tanto de una manera individualista como colectivista: la libertad del individuo o la del pueblo; la propia perfección o la de la sociedad. Ambos conceptos remiten a un ideal, un ideal expresado más a menudo bajo la denominación "libertad" que bajo la exigente "perfección" (de ahí su extrañeza). Pues bien, cuando pienso en la gente sentada en la mesa de euskera, imagino que muchas de sus redacciones estarían o bien basadas o bien salpicadas de referencias a la supuesta falta de libertad del pueblo vasco, a que no puede haber libertad sin "verdadera" democracia, etcétera. Cuando pienso en los sentados en la otra mesa, redactando en castellano, me los imagino más bien argumentando que "nadie es perfecto", que la perfección es peligrosa, un ideal inalcanzable, etcétera.

¿Insinúo acaso que los primeros abordarían su tema en un sentido más bien colectivista y los segundos en uno individualista? No olvido que, en mi sueño, los dos grupos están sentados a idénticas mesas largas. Esas mesas comunitarias donde los desconocidos se sientan juntos, dialogan, comparten pan y vino; nada que ver con los pupitres unipersonales o las mesas para dos de los restaurantes modernos. Creo entender que ambos grupos escriben "en sociedad". Los primeros transcriben una canción que han escuchado muchas veces y que tienen ya muy entrañada, y los segundos tararean la melodía habitual de un término sin apenas connotación política. ¿Por qué dos temas distintos, por qué esos temas? Que el lector siga descifrando, si quiere, estos retazos de inconsciente...

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