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PUNTO DE OBSERVACIÓN | OPINIÓN
Columna
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Pecados de la Iglesia

Soledad Gallego-Díaz

Uno de los recursos más extraordinarios que pone Internet al alcance de cualquier persona es acudir a los textos originales, las citas completas, los documentos íntegros, sin tener que conformarse con versiones y resúmenes, a veces claramente sesgados o muy discutibles. En muchas ocasiones resulta realmente asombroso comprobar qué parte quedó escamoteada por las interpretaciones que nos han llegado a través de la historia.

Un ejemplo magnífico lo constituye la historia completa de Lot, un hombre al que se ha venido poniendo como ejemplo, en el cristianismo, de integridad y de bondad, el único, con su familia, que se salva de la lluvia de fuego que cae sobre Sodoma. Según nos han contado, Lot acogió en su casa a dos forasteros -dos ángeles, aunque él no lo sabía- a quienes defendió contra los otros hombres del pueblo que querían violentarles. ¿Ven como los textos sagrados están en contra de la homosexualidad?, explican los exégetas cristianos. Nadie parece querer continuar con la lectura completa del Génesis 19. Sin duda porque el texto sigue así: "Lot salió donde ellos (los que reclamaban que les entregara a los forasteros), cerró la puerta detrás de él. Y dijo: 'Por favor, hermanos, no hagan esa maldad. Miren, aquí tengo a mis dos hijas que aún no han conocido varón. Se las sacaré y hagan con ellas como bien les parezca; pero a estos hombres no les hagan nada, que para eso han venido al amparo de mi techo"...

La Iglesia se las ha arreglado para que la escala de perversidad sea benévola con sus príncipes
Conviene leer el informe íntegro sobre el abuso que sufrieron los niños a manos de religiosos y sacerdotes en Irlanda

Según el Génesis, son estas dos adolescentes las que, huyendo del azufre y del fuego divino, refugiadas en el monte, a solas con su padre y aisladas del mundo, se empeñan en cometer incesto con Lot, a fin de asegurarse descendencia. "En efecto, propinaron vino a su padre, entró la mayor y se acostó con él, sin que él se enterase de cuando ella se acostó ni cuando se levantó". El monstruo de Amstetten fue provocado por su hija adolescente, podrían decir ahora algunos lectores bíblicos algo despistados y siempre comprensivos con estos delitos.

En cualquier caso, la Iglesia siempre ha creído que existen grados en el pecado y, generalmente, se las ha arreglado para que la escala de perversidad sea benévola con sus príncipes: es mucho más grave que se realicen abortos (por mucho que existan leyes que lo regulen) que el hecho de que decenas, centenares de sacerdotes y religiosos católicos irlandeses hayan cometido abusos con centenares, miles de niños y niñas, confiados a su custodia y educación. Siempre hay grados, dice el cardenal Cañizares. Siempre hay grados, pensaba Lot, dispuesto a que decenas de hombres violaran a sus dos hijas pequeñas si a cambio protegía a dos hombres confiados a su hospitalidad.

Para ponderar mejor qué considera la Iglesia pecado grave, conviene leer el Génesis 19 y conviene leer el informe íntegro sobre el abuso que sufrieron los niños a manos de la Iglesia católica de Irlanda, una de las más influyentes del mundo y una de las que más poder ejerce sobre la vida de sus feligreses. (http://www.childabusecommission.ie)

Viene al caso, también, la lectura completa de la famosa cita de Lord Acton: "El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente". Lord Acton era un aristócrata católico y tenía un periódico, The Rambler, donde promovía la libertad religiosa y política. Sostenía, dicen sus biógrafos, que la Iglesia cumple su función alentando la búsqueda de la verdad científica, histórica y filosófica, y promoviendo la libertad en el mundo de la política. A Lord Acton le inquietaba el poder absoluto que dicen tener el Papa y los obispos: cuanto más poder, más corrupción, incluso en la Iglesia. El periódico duró tres años.

La frase de marras figura en una carta que escribió a un obispo anglicano: "No puedo aceptar la doctrina de que no debemos juzgar al Papa o al Rey como al resto de los hombres, con la presunción favorable de que no hicieron ningún mal. Si hay alguna presunción es, precisamente, contra los ostentadores del poder, incrementándose a medida que lo hace el poder. Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente".

La frase continuaba en un punto y seguido, tan habitualmente escamoteado como el contexto (el poder del Papa) que la precedía. Decía así: "Los grandes hombres son casi siempre hombres miserables".

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