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Reportaje:OPINIÓN

La independencia dependiente

Es la solución menos mala para Kosovo, a pesar de su carácter excepcional dentro del marco europeo, aunque siempre habrá quienes la consideren un precedente

Timothy Garton Ash

Cuando, en el transcurso de la historia humana, es necesario que un pueblo disuelva los lazos políticos que le unían con otro..., lo harán jurando solemnemente respetar cada detalle de las condiciones de la UE, la OSCE [Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa], la OTAN, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y la propuesta general del enviado especial de la ONU, Martti Ahtisaari, "incluida la adaptación prioritaria de la legislación comprendida en su anexo XII". Las colonias norteamericanas en 1776 y la colonia europea en 2008: vean y comparen.

En medio de todo el jaleo que ha rodeado la declaración de independencia de Kosovo, pocos se han detenido a observar que se trata de un documento extraordinario. Está tan plagado de condiciones, obligaciones y reservas, muchas de ellas para proteger a las minorías serbias; tan llena de compromisos de consultar, respetar y obedecer a los patronos internacionales de la provincia, que constituye, al mismo tiempo, una declaración de dependencia. Su último párrafo empieza diciendo que "por la presente afirmamos, de manera clara, específica e irrevocable, que Kosovo estará legalmente obligado a cumplir las disposiciones contenidas en esta Declaración, incluidas, en particular, las obligaciones previstas por el Plan Ahtisaari" (la cursiva es mía). Casi se puede oír al asesor occidental que dictaba sobre el hombro del escribano kosovar. Más que "de un salto, Kosovo fue libre", se puede decir que "de un salto, Kosovo se vio atado".

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Como es natural, la realidad sobre el terreno será muy distinta a las bellas palabras del documento. Los albano-kosovares han dado un paso importante hacia el autogobierno. El domingo por la noche tenían algo que celebrar en las calles de Pristina. Sus libros de historia, incluso los editados con subvenciones de la UE, contarán una historia gloriosa, aunque mítica, de siglos de lucha nacional que culminaron ese día. No me gustaría ser, en los próximos años, un serbio-kosovar de los que viven en los enclaves al sur del río Ibar. Lamento la pérdida de los hermosos monasterios serbios de Decani, Pec y Gracanica, que a partir de ahora serán, más que nunca, islas en un mar extraño.

La situación de los serbios que viven al norte del puente de Mitrovica, sobre el río, es otra historia. A pesar de que la OTAN ha cerrado temporalmente la frontera entre ellos y Serbia después de que una turba local incendiara dos puestos fronterizos, su integración social, económica y cultural con Serbia es una realidad diaria que seguirá adelante. En la práctica, Kosovo está ya dividido. Y seguramente seguirá estándolo hasta que un día, cuando Kosovo y Serbia sean miembros de la UE, pueda empezar a aspirar poco a poco, más en cuestión de decenios que de años, a una situación comparable a la de Bélgica: un país formalmente unido y en la práctica dividido, pero en el que la paz y la libertad de sus ciudadanos estarán aseguradas dentro de un marco más amplio. Es más, si las cosas marchan bien en el sureste de Europa y mal en el noroeste, todavía es posible que Bélgica y Kosovo converjan: la balcanización de Bélgica y la belgicanización de los Balcanes.

La peculiaridad del contexto europeo hace que este caso sea distinto al de la mayoría de los territorios que aspiran a la independencia en otras partes del mundo. La Unión Europea representa pasar sin fisuras de una situación imperial a la ampliación. Es el estilo europeo de descolonización en el siglo XXI: de protectorado a Estado miembro de la UE, sin haber llegado a obtener la plena independencia soberana entre ambas situaciones. Y al menos sobre el papel, los albano-kosovares han aceptado el precio. Por si acaso sienten la tentación de renegar, habrá miles de funcionarios europeos presentes -respaldados por las tropas de la OTAN- para devolverlos al camino de la virtud.

Esta declaración de independencia dependiente, elaborada con coordinación internacional y a años luz de la de 1776, es el resultado menos malo. Quienes alegan que aporta más inestabilidad a la región ignoran el hecho de que el limbo en el que Kosovo vive desde que la Resolución 1.244 de la ONU puso fin a la guerra de 1999 es inestable e insostenible. Nadie en su sano juicio querría invertir dinero en esa situación. La paz era frágil y estaba salpicada de disturbios. El desempleo superaba el 40%. No se podía construir nada estable y permanente sin resolver antes la cuestión del estatus. Y para la vecina Macedonia, el país más directamente afectado debido a su minoría albanesa, un Kosovo más independiente es un factor de estabilización (no ocurre lo mismo con Bosnia, desde luego).

A pesar de las atrocidades de los años de Milosevic, la solución no es del todo justa. Sin embargo, al final, también es el resultado menos malo para Serbia. Es horrible perder un brazo gangrenado, pero a veces es requisito indispensable para la recuperación. En el fondo, muchos serbios son conscientes de ello. Y fue en Belgrado, no en Pristina, donde oí este chiste: los serbios están dispuestos a hacer cualquier cosa por Kosovo salvo vivir allí.

Por ahora, habrá un paroxismo de ira y duelo. Es lógico. Pero después, Serbia tendrá que elegir: cultivar decenios de impotente resentimiento, como hizo Hungría después del Tratado de Trianón, o emprender la vía europea hacia la reconstrucción nacional, como la Hungría de hoy. Y Europa, por su parte, tiene la obligación solemne de mantener esa vía abierta.

Kosovo tardará muchos años en ocupar su puesto en Naciones Unidas, entre Kiribati y Kuwait (o Kurdistán, si llega antes). Rusia, miembro permanente del Consejo de Seguridad con derecho a veto, puede impedirlo, y lo hará. Pero muchos kosovares han vivido algún tiempo en Suiza, y quizá recuerden que la antigua e independiente república alpina no fue miembro de la ONU hasta 2002. Lo que importa, antes que nada, es la realidad sobre el terreno y el grado de reconocimiento por parte de otros Estados (a la hora de escribir estas líneas hay ya más de veinte Estados que han reconocido o declarado su intención de reconocer la república recién nacida, entre ellos, además de Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania, pesos pesados del calibre de Senegal y Costa Rica). La pertenencia a organizaciones internacionales vendrá después, y la incorporación a la ONU, seguramente, será lo último.

¿Crea un precedente, como temen algunos y esperan otros? Por supuesto que sí. Toda declaración de independencia crea un precedente. Los líderes de Osetia del Sur y Transnistria, con el apoyo de los rusos, empiezan a hablar de seguir el ejemplo de los kosovares, apoyados por los estadounidenses. Los separatistas vascos y catalanes han tomado nota, y el Gobierno español ha reaccionado contra la declaración de independencia con una dureza sorprendente, en parte porque llega en medio de una campaña electoral muy reñida. Kosovo es la noticia principal en la página web de UNPO, la Organización de Naciones y Pueblos No Representados, que cuenta con 69 miembros, desde Abjazia hasta Zanzíbar.

"Kosovo es un caso especial", dice su declaración de independencia, que luego insiste (de nuevo se oye la voz del asesor) en que no crea precedente. Pero los demás 68 miembros de la UNPO también son casos especiales. Los liberales tienen reglas universales para el trato a los individuos, pero siempre se hacen un lío respecto a los grupos, tanto sobre la situación de los grupos dentro de un país (no hay más que ver el debate sobre el multiculturalismo) como sobre qué grupo tiene derecho a la autodeterminación. Carecen aún de respuesta coherente a la pregunta del nacionalista: ¿por qué voy a ser una minoría en tu país cuando tú podrías ser una minoría en el mío? La declaración de independencia dependiente de Kosovo es la forma menos mala de ir hacia adelante, pero no nos hagamos ilusiones de que no crea precedente. Las dos afirmaciones son ciertas: Kosovo es excepcional y habrá más Kosovos. -

www.timothygartonash.com Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

Manifestación de estudiantes en la ciudad kosovar de Mitrovica, pertenecientes a la minoría serbia, contra la independencia de Kosovo.
Manifestación de estudiantes en la ciudad kosovar de Mitrovica, pertenecientes a la minoría serbia, contra la independencia de Kosovo.Efe

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