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ARTES MENORES | OPINIÓN
Columna
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Un plagio enteramente original

Javier Sampedro

Google ha acabado con el mito de las ideas nuevas. Mete en el buscador cualquier cosa excepcional que se te ocurra y verás cómo ya la tiene dicha algún excepcional precursor, cuando no 5.000 excepcionales precursores. En realidad, esto ha pasado siempre. La teoría atómica ya la inventó Demócrito, por ejemplo. Todo genio crea sus precursores, como dijo Borges, que creó a todos los suyos.

Lo que pasa es que esas ideas-Google suelen ser pocas, ramplonas y demasiado platónicas para servir de algo aquí abajo en la caverna. Eso de que Demócrito inventó la teoría atómica no es más que una insustancialidad. Si el mundo es interesante es precisamente porque el átomo no es el punto ideal -o cerril- que imaginó Demócrito y que se le ocurre a cualesquiera 5.000 excepcionales precedentes cada 0,7 segundos (lo que tarda una búsqueda típica en Google). El mundo es interesante porque el átomo tiene arquitectura, una complejidad organizada que le permite combinarse con otros átomos en una explosión combinatoria, en una gramática de la materia.

Darse cuenta de que "es incomprensible que el mundo sea comprensible" es ver el problema desde un piso más arriba

Por cierto, que esa misma explosión combinatoria es la que convierte una veintena de sonidos paleolíticos en un lenguaje del tercer milenio, y la que transforma las ideas-Google -esas que siempre ha tenido alguien antes que tú- en una gramática del pensamiento capaz de generar arquitecturas mucho más interesantes. La razón de todos estos casos es siempre la misma: los procesos recursivos, las vueltas de tuerca que te permiten subir un piso para ganar perspectiva. Son los pasos de abstracción en que se basa el funcionamiento de nuestro cerebro.

Los procesos recursivos resuelven los problemas poniéndoles un nombre. O sea, descubriendo qué forma tienen, a qué categoría de objetos pertenecen, y, por tanto, qué clase de solución se merecen. Las respuestas del montón sólo nos hacen ver más árboles, pero los procesos recursivos nos permiten ver el bosque, porque sin dejar de ser una respuesta consisten en una reflexión sobre la pregunta misma.

Darse cuenta de que "el mundo es comprensible" es el motor de la ciencia. Darse cuenta de que "es incomprensible que el mundo sea comprensible", como hizo Einstein, es un proceso recursivo que ve el problema desde un piso más arriba. Profundizar, abstraer, generalizar, está en la misma naturaleza autorreferencial de las gramáticas: las oraciones completas se convierten en meros sujetos de una nueva oración, las bacterias se vuelven simples componentes de una nueva célula, el cuerpo entero de una medusa reasoma en cada segmento del ciempiés, la exclusiva de ayer envuelve el bocadillo de mañana. Eso es el progreso.

El conocimiento progresa de la simpleza a la simplicidad. Un círculo es la simpleza: perfecto, disciplinado hasta la saciedad y simétrico, en el peor de los sentidos, o por incomparecencia. El círculo es una idea-Google, el tipo de solución que ya se le ha ocurrido 5.000 veces a cualquiera, pero que no sirve de gran cosa porque no aporta más que monotonía, una repetición machacona incompatible con la diversidad del mundo.

Una elipse es la simplicidad. Es simple porque se puede trazar con un cordón acabado en dos pinchos: se clavan los dos pinchos al papel (sin tensarlo) y se desliza el lápiz contra el cordón. Lo que sale es una elipse, y cada pincho es uno de sus focos. Pese a ello, y a diferencia del círculo, la elipse contiene una gama completa de curvaturas. La versión 3-D de la elipse se llama esferoide, y es la primera forma que suelen adoptar los embriones animales. Contiene la gama completa de curvaturas que luego darán forma a las superficies cóncavas o convexas, los tubos rectos o bifurcados y los órganos y las cavidades del cuerpo. La evolución tuvo que trascender la simpleza del círculo y descubrir la simplicidad de la elipse para traer los animales a la Tierra.

Una novela original puede componerse enteramente de párrafos copiados, personajes calcados, estructuras xerocopiadas y argumentos fusilados. La única condición para que no sea un plagio es que vea más allá que la suma de sus partes.

Basta con introducir cualquier idea propia en el buscador Google para descubrir si es una ocurrencia original o tiene ya un precedente en Internet. 
Foto: Efe
Basta con introducir cualquier idea propia en el buscador Google para descubrir si es una ocurrencia original o tiene ya un precedente en Internet. Foto: Efe

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