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Entrevista:EN PORTADA | Entrevista

Adam Haslett anticipó la crisis financiera

Andrea Aguilar

El presidente de la Reserva Federal estadounidense mira por la ventana de su despacho. Desde allí observa la riada de gente que abandona las oficinas de Wall Street. La bancarrota de uno de los gigantes de la banca de inversión es evidente. Piensa en las transacciones del parqué de la Bolsa, en su reflejo en las pantallas de ordenadores y en los consumidores que a pie de calle compran tirando de tarjeta en tiendas, supermercados y cines. Dinero, dinero y dinero que se gasta aunque físicamente no exista. Adam Haslett (Massachusetts, 1970) imaginó esta escena hace más de una década, cuando aún era un estudiante universitario con ambiciones literarias. Dejó aquella hebra en un cajón y no decidió retomarla hasta después de su fulgurante debut con la colección de cuentos Aquí no eres un extraño (Salamandra, 2004), el libro con el que este autor primerizo quedó finalista del National Book Award y el Pulitzer en 2002 y que le valió rendidos elogios, entre otros, del novelista Jonathan Franzen.

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Fragmento de 'Union Atlantic', de Adam Haslett.

Haslett estaba en una colonia de escritores en Nuevo Hampshire en septiembre de 2008 cuando la debacle de Lehman Brothers hizo correr ríos de tinta y la crisis del mercado de hipotecas y sus derivados financieros reventó. Hacía una semana que había entregado su primera novela, en cuyas páginas describía con asombrosa precisión una situación muy similar a la que copaba los titulares. "Aquello fue muy extraño, leía en la prensa escenas como la reunión de banqueros en la Reserva Federal que yo había imaginado y escrito", recuerda sentado frente a un trozo de tarta y una limonada en una pastelería de aire retro en Brooklyn. Las crónicas tenían tintes novelescos y su novela, un fondo de realidad. "Hay un instinto que nos dirige a la narrativa, la gente quiere historias y esta resulta atractiva, entre otras cosas porque encaja con la idea de que hay un cuarto en el que se reúnen los poderosos y toman decisiones. En este caso resultó ser cierto", zanja Haslett.

Tímido, extrañamente cálido y elocuente, Haslett, con sus gafas redondas de montura fina, tiene aire de estudiante aplicado. Niega que la crisis de su libro fuese una profecía; simplemente, leyó sobre el tema y preguntó. "No me pasé dos años en un quirófano mirando detrás del hombro de un cirujano para luego escribir una novela sobre un médico", sonríe. "Suelo empezar mis escritos dentro de la cabeza de los personajes, porque busco un lenguaje y ritmo particulares que describan su manera de estar en el mundo. Luego sigo a partir de ahí. Como si fuera un actor, intento meterme en su piel y quedarme para ver qué pasa", explica.

En Union Atlantic (que publica Salamandra) reúne voces y personajes muy diversos. Frente a Doug, el banquero sin escrúpulos y ex militar, dueño de una ostentosa mansión, se sitúa Charlotte, una vieja profesora en la mejor tradición liberal estricta de Nueva Inglaterra, dispuesta a plantarle cara. El hermano de ésta, Henry, preside la Reserva que debe intervenir en la crisis, y Nate, un adolescente perdido tras el suicidio de su padre, es su alumno. ¿Son estas las distintas caras de EE UU? "Las dos fuerzas dominantes en este país en la última década han sido el militarismo y el capitalismo exacerbado, y Doug se mueve en esos dos mundos. Escribiendo sobre él descubrí a un tipo de persona que solo puede alcanzar la intimidad con alguien cuando ejerce su poder, algo que es muy masculino y que tiene que ver con la ira", reflexiona. Apunta a que esto no ocurre exclusivamente en Estados Unidos, aunque en este país tiene unos tintes particulares. "Aquí esto se manifiesta en su forma más depurada, en gran medida por los recursos, porque las patologías tienen mayores consecuencias cuando tienes poder. Los problemas mentales de Bush causan más daño que los de un taxista".

Charlotte emprende una feroz batalla contra Doug, el acaudalado banquero a quien desprecia. Su incipiente demencia también la lleva a entablar conversaciones con sus perros, reencarnaciones caninas del líder de las Panteras Negras Malcolm X y del predicador puritano Cotton Mather. "Es la decadencia de una tradición liberal esclerótica, altruista y dogmática, una tradición que se vuelve contra sí misma y acaba siendo irrelevante", explica el escritor. Entre medias de estos dos personajes antagónicos se encuentra Nate, el adolescente. Dice el escritor que este es el personaje más autobiográfico de cuantos ha escrito. "Las novelas pueden conducirte a situaciones violentas o incómodas y el escritor sostiene tu mano y te dice que todo va a ir bien. En la cultura actual hay tremendas cantidades de violencia que desaparecen en un chasquido, pero la literatura puede sostener el tiempo, detenerse y no hacerte vivir las cosas a la misma velocidad". Además de una potente empatía por sus personajes, o quizá debido a ello, Haslett siente que a la hora de escribir, su principal asunto es el dolor. "La gente sobre la que escribo lo está experimentando", dice. "Es un tema que me eligió. Mi historia personal me enseñó más adelante a buscarlo en la gente que conozco, porque todos tenemos algo que contar". La forma en que cada uno se cuenta su propia historia, la economía moral y justificación que cada cual da a sus acciones es el reverso de la moneda.

Haslett creció entre Inglaterra y Estados Unidos. Corrigió su dislexia cuando era pequeño, pero todavía hoy la lectura está lejos de ser un ejercicio ligero. "Cuando alguien dice que lee una novela de misterio en la playa yo pienso ¿cómo?", dice enarcando las cejas. Comenzó a escribir en un diario siendo adolescente y más adelante, cuando atendía las clases en la universidad, llegaron los cuentos. Tras su paso por el taller de escritura en la Universidad de Iowa -el más antiguo y uno de los más prestigiosos de EE UU- decidió probar otros caminos por si el literario no acabase de funcionar. Cursó estudios de Derecho en Yale y un año antes de graduarse como abogado publicó su colección de relatos, y llegó el éxito. "No lo esperaba. Aquello cambió mi vida y me ha permitido escribir a tiempo completo". En los cinco años que pasó trabajando en Union Atlantic se encerraba a escribir durante seis semanas a un ritmo de cinco horas diarias, sin teléfono ni conexión a Internet, antes de salir a tomar aire y volver a sumergirse de nuevo. "Con una novela no puedes releer cada mañana lo que llevas escrito, tienes que tenerlo todo en la cabeza y esto es algo que encaja con la definición de psicosis: mantener una fantasía fija de un mundo durante un periodo prolongado en tu cabeza".

Haslett niega que la crisis de su libro fuese una profecía; simplemente leyó sobre el tema y preguntó.
Haslett niega que la crisis de su libro fuese una profecía; simplemente leyó sobre el tema y preguntó.BRIGITTE LACOMBE

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.
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