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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Adivina quién viene esta noche...

Estoy seguro de que Kadaré subscribiría aquel comentario del geógrafo más literato que ha dado el siglo XX cuando define los temas que le interesan: "Para mí es en la proximidad de los cruces entre poesía, geografía e historia donde se alojan en gran parte los temas que merecen ese nombre". Esto lo dice Julien Gracq precisamente en Carnets du grand chemin (hay traducción al español como A lo largo del camino).

Porque la historia, la extrema geografía albanesa y el cancionero medieval son fundamentales en la estética y en la estrategia narrativa de su ya caudalosa producción novelística; el legado de temas tradicionales y costumbres ancestrales le aporta una vertiginosa profundidad de atavismo y la grandeza del sentido de la fatalidad que poseen las tragedias antiguas. Ese epos es tétrico, abunda en crueldades y fantasmagorías, en emparedados que hechizan los puentes y las casas, caballeros muertos que regresan del más allá para cumplir la palabra dada, que es sagrada, rapsodas ciegos que presagian lo inevitable con sus cantos, leyes de la hospitalidad que provocan la catástrofe, venganzas seculares entre clanes o familias que tienen que ir ejecutándose recíprocamente generación tras generación, en obediencia al código del honor...

La cena equivocada

Ismaíl Kadaré

Traducción de Ramón Sánchez Lizarralde

Alianza. Madrid, 2011

230 páginas. 16,50 euros

Sobre la supervivencia y vigor de este universo mitológico que, según cuenta Kadaré en un prólogo al cancionero medieval albanés pervivió en ese país hasta entrado el siglo XX, cuando ya en el resto de Europa había perecido, sigue atrapando a los contemporáneos se organizan El expediente H, El puente de los tres arcos, Abril quebrado, ¿Quién ha traído a Doruntina? y otras novelas de Kadaré. Una de esas leyendas cuenta que un padre de familia, en cumplimiento de un pacto según el cual debe invitar a cenar a un desconocido, le entrega a su hijo la tarjeta de invitación y le confía la tarea de dársela al primer desconocido que le salga al paso. Las calles están desiertas, la noche cae, y el niño, asustado, arroja tras la verja del cementerio la invitación a cenar, sin percatarse de que cae sobre una tumba, cuyo inquilino se presenta esa noche a cenar.

A partir de ese cuento, de los recuerdos de sus vecinos en su ciudad natal (Girocaster, ciudad de piedra) y de la historia de Albania en el siglo XX desde la invasión italiana, pasando por la ocupación de los nazis y hasta el régimen policial-comunista, concretamente con la exportación a Albania de la purga estalinista de los médicos -la última batalla de Stalin, contra "la conjura de las batas blancas"-, se organiza esta fábula que participa de la atmósfera tétrica, ominosa, fatalista, característica del autor. Hay también un humor distanciado y malicioso -ese humor algún crítico lo emparenta con los grandes satíricos rusos Gógol y Bulgákov-, propio de los grandes descreídos y de los que estudiando la historia llegan al escepticismo. Probablemente no sea la mejor de sus novelas, ya que se ven a veces las costuras de la trama, pero la peripecia del doctor Guramato el Grande es de lectura grata; el aficionado a Kadaré no quedará decepcionado y para quien no lo conozca es una buena puerta de acceso a su universo mítico, tan característico e inconfundible.

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