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Entrevista:David Adjaye | ARQUITECTURA

"En África no existe noción de lo urbano"

Es joven, guapo y negro. David Adjaye es perfectamente consciente de ser un personaje atípico en el firmamento de la arquitectura internacional. Hijo de diplomáticos, nacido en Tanzania (Dar es Salaam, 1966), saltó a la fama diseñando las casas de sus amigos artistas: Jack Chapman, uno de los dos hermanos terribles del arte británico, Sue Webster & Tim Noble (la célebre Dirty House de ladrillos negros) y Chris Ofili, el primer pintor de origen africano en ganar el Premio Turner. Para Ofili, además de la vivienda, Adjaye diseñó el entorno del Pabellón de Gran Bretaña, que el artista representó en la Bienal de Venecia de 2003 y de la controvertida instalación The Upper Room, una reinterpretación de La Última Cena, protagonizada por monos, que actualmente forma parte de la colección de la Tate Modern. Para la Bienal siguiente, Francesca Thyssen le encargó el pabellón de Your black horizon, la sugerente instalación lumínica de Olafur Eliasson.

De allí su trayectoria se disparó: el Museo de Arte Contemporáneo en Denver, el Nobel Peace Centre en Oslo, la Escuela de Negocios en Moscú y ahora un reto hasta hace poco impensable para un arquitecto de tan sólo 43 años, el nuevo National Museum of African American History and Culture del Instituto Smithsonian, en el corazón de Washington. "Es un proyecto fascinante, porque forma parte de la lucha por la identidad afro-americana. Tras 200 años de historia ya no se puede negar la importancia de esta cultura. Un museo es un instrumento para despertar el interés de la gente y esto lo vivo como algo personal, porque implica parte de mi historia. Además es un sitio muy fuerte, con la Casa Blanca, el Monumento a Washington y el Capitolio", explica Adjaye, cuyo proyecto se inspira en la cultura Yoruba. El edificio, que se empezará a construir esta primavera, ocupará 30.000 metros cuadrados en los malls, un lugar cargado de múltiples significados, del simbolismo político a la tradición masónica y las leyendas esotéricas. Las obras, presupuestadas en 500 millones de dólares, acabarán en 2014 y el museo se abrirá en 2015.

Adjaye cuenta que ganó el concurso después de que el jurado viese la escuela que construyó en Moscú, una obra de dimensiones faraónicas. "Es un proyecto político muy ambicioso, porque materializa una nueva forma de entender las altas finanzas, ajena al modelo Harvard. Yo he intentado plasmarlo con la ausencia de jerarquías arquitectónicas entre una serie de espacios independientes, accesibles a través de una estructura circular, sin salir al frío y la nieve", explica con un entusiasmo contagioso. Estuvo en Barcelona para impartir un seminario en el Máster de Arquitectura, que organiza el Biarch (Barcelona Institute of Architecture). Una buena ocasión para poner en práctica una vez más los conceptos de accesibilidad universal y democratización arquitectónica, que constituyen el hilo conductor de su trabajo. Los mismos que inspiraron su primera obra en el continente de sus antepasados, un pabellón para eventos culturales en la plaza central de Uagadugú, la capital de Burkina Faso, uno de los países más pobres de África. "Yo la llamo estructura pop-up, como las ventanas que se abren en las webs. En África el arte es una idea de Estado, existe a nivel político, pero la sociedad no conoce ni ve a sus artistas. Por eso he diseñado una estructura para ver el arte; un laberinto de habitaciones abiertas, sin puertas, con muchas entradas, que puede acoger cualquier manifestación artística", explica el arquitecto, que inauguró el pabellón con un festival de cine. Su intensa trayectoria da fe de la sinceridad de afirmaciones como que considera "la arquitectura una performance" y que le interesa "por su poder de mediador social, por ser un instrumento que permite que las cosas sucedan". Ya lo demostró con sus edificios híbridos, como el Whitechapel Idea Store, uno de los siete equipamientos londinenses que sustituyen las 15 bibliotecas de barrio preexistentes. Sencillo, pero no austero, práctico, pero no aburrido, con sus detalles en madera, el suelo en PVC rojo y la cuidada iluminación, el Whitechapel ya se ha convertido en el símbolo de una nueva generación de espacios multifuncionales para el acceso al conocimiento. "Me atraen las instituciones híbridas, porque testimonian la democratización de las topologías y permiten el acceso al mismo nivel de gente de procedencia geográfica, social y cultural muy distinta".

Nada que ver con las actitudes esnobs de cierta izquierda intelectual. Todo en Adjaye es espontaneidad, convicción y alegría. Por ello acepta cualquier reto, como cuando diseñó un edificio ecológico prefabricado para la empresa de construcciones en madera Eurban, con el objetivo de demostrar que cada metro cúbico de madera, comparado con una estructura de ladrillos, ahorra una tonelada de dióxido de carbono. Si sus edificios públicos son abiertos, fluidos y casi transparentes, sus casas son secretas y misteriosas, con exteriores introvertidos e interiores luminosos. "Me apasionan las obras públicas, pero también me interesa investigar la naturaleza del espacio doméstico. Es un reto entre el lujo y la funcionalidad, la economía y las exigencias emocionales. Hay que dejar las cuestiones decimonónicas, centradas en el volumen y las líneas, y abordar las problemáticas del siglo XXI, que conciernen la relación con la naturaleza, los formatos inéditos y las emociones. Yo quiero entender cuál es la naturaleza del espacio contemporáneo, cómo se relaciona con lo que produce y cómo el espacio físico puede producir contenidos emocionales".

Cuando se le recuerda que es el único arquitecto negro de la primerísima división, se ríe. "No me afecta tanto la nacionalidad como idea política, cuanto la geografía: he nacido en la sabana, he crecido rodeado de selvas y finalmente llegué a la costa de Europa. Puede que de esto derive mi sentido de la luz, la atmósfera y el color", dice.

El arquitecto se ha estrenado con éxito también en el comisariado de exposiciones con Urban Africa, un inédito perfil geocultural de las ciudades africanas en el contexto global. "No existe un discurso sobre la noción de urbano y metropolitano en África, sólo se habla de subdesarrollo, pobreza y guerra. Yo quiero reconfigurar este discurso, usando la arquitectura como mensaje e instrumento. Es mi homenaje al continente".

A la espera de poner en marcha el Smithsonian, Adjaye acaba de inaugurar en la Biblioteca de París ("el edificio de Dominique Perrault", apunta satisfecho) una exposición del fotógrafo Richard Prince, titulada American Prayer, en alusión a la canción de Jim Morrison. "La muestra ilustra una faceta inédita de este artista, la de bibliófilo y coleccionista de la cultura pop y las contraculturas americanas entre 1950 y 1980", concluye.

El arquitecto David Adjaye.
El arquitecto David Adjaye.

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