Apostoloff
Es una satisfacción leer un libro excelente de un autor del que apenas sabemos nada. Y si en él se refleja la confrontación crítica, e incluso mordaz, contra las determinaciones biográficas, la lectura puede ser vertiginosa. Sibylle Lewitscharoff, nacida en Stuttgart en 1954, de ascendencia búlgara, obtuvo en 1998 el prestigioso premio Ingeborg Bachmann, y que sepamos Apostoloff, publicada el año pasado en Alemania, es la única obra suya traducida al castellano. Estructurada como una road movie, narra el viaje por el centro de Europa de dos hermanas, acompañadas por un conductor búlgaro, en un falso recorrido turístico cuyo fin, paradójicamente, es visitar Bulgaria para confirmar su aborrecimiento al país y a la memoria, ya muy tenue -se suicidó cuando ellas eran unas niñas-, de su padre: "El odio al padre y el odio al país se amalgaman, y sólo a fuerza de tenacidad se los puede mantener hirviendo a fuego lento". La arremetida de Lewitscharoff contra la identidad, a través de su narradora, resulta saludablemente impiadosa y oxigenada. Adopta la negatividad para resarcirse de las imposiciones biológicas, políticas, psicológicas, regenerando, sin pastiches morales, el poder lenitivo del odio. Pero no lanza diatribas para descargar un peso muerto. Nada permite sospechar que la narradora, impermeable a la bondad asimilada de su hermana, se deje llevar, a la manera de Cioran o Thomas Bernhard, por la retórica de la transgresión; al contrario, sirviéndose de una sagaz y desprejuiciada inteligencia, sus observaciones y dictámenes revelan hasta qué punto, por ejemplo, una vestimenta deplorable convierte a las mujeres en putas y en brutales a los hombres, sin que ellos adviertan que así lo impone la psicosis de la clase dominante. Y, de igual modo, cuestiona que la memoria sea un lugar de conciliación y no un espacio arbitrario, una mascarada habitada con nociones tan vagarosas como patria, familia o consanguinidad. Lewitscharoff parece desalojar con esta novela la tradicional construcción del yo, a la vez que invita al lector a percibir la liberadora visión de esa ruina.
Apostoloff
Sibylle Lewitscharoff
Traducción de Claudia Barico
Adriana Hidalgo. Buenos Aires, 2010
338 páginas. 17,50 euros

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