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Reportaje:ARTE

Arte sin dinero

Esta es la Documenta de los pobres", resume Jota Castro, comisario junto a Christian Viveros-Fauné de Dublin Contemporary 2011, un evento artístico equivalente a una bienal pero que se celebrará cada cinco años, la crisis obliga. Lo mejor es que dicha escasez de medios no se nota. La selección de obras y artistas, más de un centenar, mantiene un nivel y exigencia comparables a las de la última Documenta o bienales como la de Venecia. Cerca de setenta obras son específicas para esta exposición y en otros casos han recuperado piezas casi inéditas y de gran interés como la serie de Hans-Peter Feldmann expuesta solo una vez en 1972, que consiste en impresiones de las palmas de las manos de personajes como André Breton, Paul Éluard, Alberto Giacometti o Marcel Duchamp, a los que el artista conoció. Por otro lado, el presupuesto no es comparable. "Dublín quería hacer una gran muestra de arte contemporáneo, pero no tenían demasiado dinero. Recibieron otras propuestas de cinco o siete millones de euros. Nosotros la hemos hecho por 860.000, lo que gasta el servicio de prensa de la Bienal de Lyon", comenta Jota Castro. Sí, procede hablar de dinero. Y de arte. De eso trata esta exposición. Terrible belleza. Arte, crisis, cambio y la Oficina de Incumplimiento es el lema genérico. Un verso de Yeats para subrayar las intensas paradojas de la situación actual que, por cierto, es el mismo que han elegido para la I Bienal de Lyon, que se celebrará a partir del 15 de septiembre.

"Dublin Contemporary es una especie de campo de pruebas o 'showcase' de artistas jóvenes", señala el comisario Christian Viveros-Fauné
"En España no hemos encontrado el impulso de involucrarse con sinceridad y no solo ironía en los temas sociales", señala Jota Castro

Es importante también el lugar en el que se desarrolla la exposición central de esta muestra, con extensiones en otros museos y salas de arte locales. El inmenso edificio victoriano de Earlsfort Terrace, construido en el siglo XVIII, ha estado prácticamente abandonado durante casi medio siglo. Ha sido utilizado como colegio universitario, morgue y sala de conciertos. Se han habilitado 1.400 metros cuadrados para este acontecimiento de los 10.000 que tienen entre el recinto y sus jardines. Pasillos anchos y muchas aulas medianas y algo más amplias, junto a lugares de características particulares -lo que fue la biblioteca, el gimnasio, las salas de conferencias-, hacen del recorrido en tres plantas una sucesión cómoda de espacios para resaltar cada una de las piezas de manera individual. La planta baja cuenta con una decena de instalaciones y obras orientadas a los niños (el centro cuenta también con una guardería), para ir involucrando a los futuros espectadores con la creación contemporánea. El día de la inauguración había ya 65.000 reservas de visitas infantiles.

"Dublin Contemporary es una especie de campo de pruebas o showcase de artistas jóvenes", señala Christian Viveros-Fauné. Por eso les han dado los mejores espacios y han reservado los más difíciles y escondidos a otras figuras ya consagradas del arte actual como el propio Feldmann, Kounellis o Hirschhorn. Hay creadores de Europa, Asia, África, Estados Unidos y América Latina, además de un número importante de irlandeses. "Procuramos no ir a los más obvios. Fuimos a visitar los estudios de muchos artistas en toda Irlanda y encontramos gente con mucho talento, también en lo que se llama street-art", prosigue Viveros-Fauné. Una de ellas es Ciara Scanlan (Limerick, 1982), quien se apropia de la famosa frase de Scarlett O'Hara en Lo que el viento se llevó, en una especie de minivídeo-karaoke. En una cabina el visitante se pone un arnés, como si colgara de un paracaídas y, ante un micro, exclama: "A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre". Rebelión y coraje ante las penurias de la recesión, pero también fe y determinación en superarlas. Los vídeos se cuelgan en la web del DC2011. Otro es Nevan Lahart (Kilkenny, 1973), con una instalación que también combina el humor y la crítica. Un enorme globo terráqueo de peluche con un cinturón de dinamita, ante un paisaje de cartón como las montañas de Hollywood (palabra reemplazada por Wankrupcy, bancarrota con w), de cuyo centro salen despedidas latas vacías como en una erupción. También llaman la atención, por cualidades opuestas a las anteriores, los finos y desolados paisajes al óleo de Mairead O'Heocha (Dublín, 1962).

Hay piezas de grandes dimensiones, como la Cuna del chino Wang Du (Wuhan, 1956), de 13 por 6 metros, que tiene suspendidos encima veinte monitores de televisión con 75 canales internacionales de noticias. Como los móviles que se pone a los bebés para entretenerlos. El cobertor de la cama tiene un estampado de cientos de páginas de periódicos de todo el mundo. ¿Nos ha infantilizado el exceso de noticias? ¿Es un runrún que arrulla, sin que seamos capaces de encontrarle demasiado sentido?

La cuna y la tumba. En los jardines está la instalación que ha traído el suizo Thomas Hirschhorn (Berna, 1957) a Dublín, titulada Ataúd verde. El ritual de cargar el féretro se traduce en la pieza de este importante artista en un ritual que implica fuerzas utilizadas en común para llevar sobre los hombros una pesada carga muerta, pasiva. El no menos relevante creador griego Jannis Kounellis (Pireo, 1936) participa con una impactante instalación con piezas de madera cubiertas de pan de oro, cruzadas por una presencia vertical en negro. Delante, en poderoso contraste, tres mangos de martillo -de gran altura- tallados hasta la fragilidad, del estadounidense David Adamo (Rochester, 1979).

Pero hablar de la procedencia de los artistas no es algo que interese demasiado a estos comisarios. No hay ningún artista español. ¿Por qué? "No intentamos cubrir cuotas por países, hemos elegido obras por su calidad. De España hemos seleccionado tres artistas cubanos que residen ahí: Alexandre Arrechea, Carlos Garaicoa y Wilfredo Prieto. Conozco bien el arte que se hace en España ahora, pero no hemos encontrado el impulso de involucrarse con sinceridad y no solo ironía en los temas sociales, que es la nota dominante en esta muestra", afirma Jota Castro. Esta preocupante ausencia, no solo en esta sino en otras grandes citas del arte internacional, con escasísima presencia de artistas españoles, es algo que debe llamar a la reflexión.

No obstante, sí hay en Dublín una docena de creadores de América Latina como la mexicana Teresa Margolles con una performance en la que ha invitado a un artesano de Ciudad Juárez a que relate sus experiencias, cercado entre la muerte y la violencia; el también mexicano Alejandro Almanza Pereda, el venezolano Javier Téllez, los peruanos Fernando Bryce y David Zink Yi, los chilenos Jorge Tacla y Patrick Hamilton. "Eso es solo señal de que lo que antes era la periferia es ahora el centro en el arte actual. Es algo que se está palpando con claridad en Nueva York, por ejemplo", señala Viveros-Fauné. Hay una nota dominante en esta exposición y es lo que este comisario y crítico de arte llama neo-povera. "En todo caso se trataría del povera italiano en versión global, todo se ha globalizado en arte. Y creo que se trata de rescatar de ese movimiento la posibilidad de hacer mucho con poco, de aprovechar los recursos de una forma novedosa", afirma el comisario y crítico de arte de origen chileno, residente en Nueva York. Todo arte es político, pero las expresiones de estos artistas son todo menos panfletarias. "Es una crítica no ideológica", prosigue. "Son muchas voces individuales y distintas. Cada uno emite su mensaje de esa manera. No es unidireccional ni se dice qué está bien y qué está mal. Lo que sí es dominante es el nivel de toma de conciencia de lo que sucede hoy. Es arte activo, no un entretenimiento para espectadores pasivos".

En paralelo a la exposición principal hay otros museos que han programado exposiciones de interés, como la National Gallery of Ireland, que incluye irreverentes grafitis en las paredes junto a trabajos de artistas como el filipino Manuel Ocampo o el irlandés Brian O'Doherty. Otro relevante artista de este país, Willie Doherty, tiene una exposición en la Dublin City Gallery The Hugh Lane, titulado Disturbance. Un fotógrafo que hace del paisaje desolado un escenario lleno de historia. Ciénagas con restos de coches o incluso restos de conflictos civiles de la historia reciente de Irlanda. "Busco la memoria que se hunde en el silencio", afirma el artista. "Las huellas de la historia, los lugares donde murieron los transgresores de las convenciones sociales. Es algo que sé que en España está también muy vivo, un deseo de enfrentarse al pasado. Creo que se trata de un asunto tanto público como privado a la vez. Pienso que hay que preservar el paisaje para que este también hable a través de su silencio".

Dublin Contemporary 2011. Earlsfort Terrace, Dublín. Hasta el 31 de octubre. www.dublincontemporary.ie.

Imagen del vídeo <i>Binding,</i> de Assaf Gruber (cortesía del artista).
Imagen del vídeo Binding, de Assaf Gruber (cortesía del artista).
<i>La cuna</i> (2007), de Wang Du (cortesía del artista).
La cuna (2007), de Wang Du (cortesía del artista).

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