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Reportaje:GRANDES REPORTAJES

Cambio de planos

Arquitectas. Cada vez hay más proyectos con firma de mujer. Las profesionales españolas se hacen visibles. Teatros, museos, edificios oficiales y viviendas llevan su sello. Ganan premios y reconocimiento internacional. Éstas son algunas de las mejores.

Un buen número de las obras arquitectónicas más interesantes del momento y de las construidas en España en los últimos años (edificios oficiales, teatros, viviendas sociales, hoteles, auditorios o palacios de congresos) están firmadas por mujeres. Algo impensable hace 20 años. Ha sido una eclosión, una irrupción llena de fuerza de las arquitectas en un mundo tradicionalmente de hombres, y en el que las pocas mujeres que destacaron en el pasado fueron fagocitadas por la fama de los genios con los que estuvieron emparejadas.

Pero como si se hubiera tocado a rebato, proyectos, concursos, obras y revistas de arquitectura se siembran de nombres de mujer. Es el caso de edificios como la impactante casa del agujero, con su gran vacío en el centro, realizado por Blanca Lleó y MVRDV en Madrid; las viviendas sociales de la S-20 de Sevilla, de Fuensanta Nieto y Sobejano, cuyas fachadas diagonales reflejan la luz cambiante al paso de los automóviles, o el mercado barcelonés de Santa Caterina, de Miralles y Benedetta Tagliabue, con su espectacular y colorista cubierta ondulada, que se exponen en estos momentos en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en una selectiva muestra de la nueva arquitectura realizada en España en los últimos años.

"La del Fórum es una pasarela compleja, muy ingenieril" (Mamen Domingo)
"Ahora me siento más segura proyectando, antes tenía muchos fantasmas" (Beth Galí)
"El trabajo en la obra es lo más bonito de la profesión" (María José Aranguren)
"En arquitectura soy todavía una niña, una adolescente..." (Benedetta Taglibue)
"No hay un antes y un después de San Chinarro" (Blanca Lleó)
"Me gusta trabajar a tres bandas: proyecto, obra y concurso" (Ángela García de Paredes)

Es muy probable que hoy Le Corbusier se hubiera sentido bastante incómodo con la respuesta que dio a Charlotte Perriand cuando la arquitecta le propuso colaborar con él: "Desgraciadamente, en este taller no bordamos cojines". Frase memorable aunque fuera pronunciada en 1927 y por un genio de la arquitectura. Claro que, ese mismo año, Perriand empezó a trabajar con Le Corbusier, y pronto, además de su amante, sería su socia. Una colaboración que duraría 10 años.

Seguramente que Perriand, como Lilly Reich, Margaret Macdonald, Aino Aalto, Ray Eames o Eileen Gray -parejas de Mies van der Rohe, Charles Mackintosh, Alvar Aalto, Charles Eames y Jean Badovici, respectivamente- habrían lanzado un hondo suspiro de satisfacción, y acaso de venganza histórica, si hubieran llegado a ver en 2004 que el famoso Premio Pritzker fue para la iraquí, afincada en Londres, Zaha Hadid, primera mujer galardonada con este Nobel de la arquitectura. Nombres como el de Hadid o el de la japonesa Kazuyo Sejima han irrumpido arrolladores en el "circo de la fórmula 1 arquitectónica", en palabras de Luis Fernández Galiano, director de la revista Arquitectura Viva.

La rompedora y siempre desafiante Hadid -que ahora diseña el edificio símbolo de la futura Exposición Internacional de Zaragoza- tuvo que esperar más de veinte años para dejar de ser una arquitecta de papel y ver uno de sus proyectos convertido en cemento. Hadid no suele morderse la lengua al hablar de la profesión. "No he construido, a pesar de haber ganado los concursos, por racismo y machismo", o "si no fuera mujer, nadie me llamaría diva", son algunos de sus repetidos comentarios.

Sin tantas alharacas ni tanta presencia, pero con una pujanza imparable, las arquitectas españolas de la generación de Hadid también se hacen visibles, como reconoce el veterano arquitecto Eduardo Mangada. "Hasta hace 10 años, los concursos o revistas no se nutrían de obra realizada por mujeres. Pero en estos momentos hay una pléyade de arquitectas, próximas a los 50 años, que empiezan a pisar fuerte, y cuyas obras son premiadas y compiten con equipos de renombre internacional. España puede aportar seguramente uno de los currículos de arquitectura hecha por mujeres más importante de Europa".

¿Por qué han tardado tanto en hacerse visibles? Mangada, que terminó arquitectura en la Escuela Superior de Madrid (ETSAM) en 1959, recuerda que sólo tenía tres compañeras entre 350 alumnos. Y José Miguel Hernández de León, de 60 años, actual director de esa misma escuela -en la que ahora las mujeres son ya el 58% del alumnado-, reconoce que en su época de estudiante "las chicas eran poquísimas y aparecían como una especie de objeto exótico". Pero añade que la capacidad de inventiva y carácter que han visto en las estudiantes desde hace años "se está demostrando ahora con claridad en el ámbito profesional".

La barcelonesa Beth Galí, con estudio propio y varios premios internacionales, esboza un análisis con el que coinciden gran parte de las entrevistadas, que pueden contarse entre las mejores arquitectas españolas. "La arquitectura es una profesión a largo plazo. El matemático que a los 18 años no ha descubierto un axioma, ya se puede retirar; pero la nuestra es una actividad acumulativa, te vas formando a lo largo de los años. Como decía José Antonio Coderch, empiezas a ser arquitecto a los 50 años. Además es una profesión muy traicionera. Despuntar a los 25 años es relativamente fácil porque de joven eres una especie de tornado y no es difícil hacer propuestas revolucionarias. Pero también es fácil desmontarte porque es una profesión muy vulnerable ligada a elementos externos, como el cliente, la construcción o la política. Desde que haces un proyecto hasta que lo construyes te bombardean sin parar, y si no se viene abajo es porque tienes fuerza de voluntad y carácter muy fuertes. Hemos visto muchas jóvenes promesas, hasta los 40 años, que van desapareciendo porque al final hay que construir para vivir. ¿Qué pasa con las arquitectas? Es normal que no haya muchas conocidas, es la lógica de los números. Ahora las españolas empiezan a ser mayoría en las escuelas, y los resultados se verán en el futuro".

"El que aguanta y consigue hacer algo, a partir de los 40 años empieza a sonar y a hacerse un nombre", dice una rotunda María José Aranguren, ahora enfrascada -junto a su socio y marido, José González Gallegos- en el parador nacional de Alcalá de Henares. Un proyecto que "le quita el sueño", y en el que ha encajado una piscina romana en la antigua iglesia de un convento. Su colega y también hija de arquitecto, Ángela García de Paredes, autora -con su marido, Ignacio García Pedrosa- del recién estrenado teatro Valle-Inclán de Madrid, es del mismo parecer. "A mi edad, muchos amigos de otras profesiones están pensando en jubilarse y yo creo que estoy empezando. Las obras más importantes que haya construido lo han sido en los últimos tres años". Pero Blanca Lleó matiza: "Yo creo que ha sido nuestra generación la que ha empezado a ejercer un papel activo en la profesión. Antes las arquitectas estaban siempre en la trastienda del estudio, pero nosotras empezamos a quitarnos miedos y prejuicios y a ejercer un papel social. Tanto es así que ahora en las parejas de arquitectos puede haber más hombres que mujeres en la trastienda. Por otra parte, cuando alguien confía en ti miles de millones hay que demostrar madurez y seriedad, un saber hacer. El dinero es muy temeroso, y a la hora de manejar grandes cantidades una mujer tiene que ganarse la confianza".

Lleó menciona un hecho que ha arraigado de manera especial en la arquitectura española: los matrimonios o parejas entre arquitectos que también son socios profesionales. Hadid atribuye la necesidad de asociarse con varones a la dificultad de las mujeres para abrirse camino en solitario. Algo que Hernández de León achaca más bien al hecho de tratarse de una profesión bastante endogámica y en la que la pasión por la arquitectura se transmite de unas generaciones familiares a otras. El tema, dicen ellas, surge porque la arquitectura involucra a las personas hasta límites insospechados. "Se mezcla la vida personal y la profesional, y las parejas se forman ya en la escuela. Es una profesión muy excluyente, le dedicas muchísimo tiempo y no la dejas cuando te vas a casa. Creo que ése es un motivo por el cual te asocias con tu pareja, no por el hecho de que estando sola sea más difícil destacar", explica Fuensanta Nieto.

Curiosamente, los nombres de algunas de estas arquitectas han pasado a encabezar los estudios por delante de los de sus socios varones. Es el caso de Aranguren & Gallegos, Nieto y Sobejano, Paredes Pedrosa, Domingo !! Ferré y Estudio 09: Cristina Díaz Moreno y Efrén García. Situación que, en parte, parece responder sólo a una opción políticamente correcta. "Mola mucho decir que en el estudio la que más vale es la chica… A veces tira uno y otras tira otro, te peleas, y es una lucha diaria, no es un camino de rosas. El trabajo en pareja facilita las cosas y las complica también. Hay veces que estoy hasta el gorro de pactar temas. Nosotros todavía discutimos por un rodapié… Pero hay asociaciones no sólo de hombre-mujer, sino también de hombre-hombre, ahora y antes", dice Aranguren, que desde la escuela compartió curso "y competencia feroz" con su marido.

Que la presencia femenina está de moda, e incluso se vende bien en determinadas circunstancias, es algo que señala García de Paredes. "En el estudio, cuando llaman para formar un jurado o dar una conferencia me prefieren a mí porque en el listado no tienen una mujer…". Pero la catalana Mamen Domingo reconoce que "por sensibilidad feminista" le hacía ilusión ver su nombre por delante. "Aunque hay un doble signo de admiración muy significativo entre los dos nombres. Compartimos el trabajo al máximo, los dos proyectamos y dirigimos obras".

Corrección política o no, Galí admite "cierta generosidad" por parte de los socios varones. "Aplaudo a las parejas profesionales y sentimentales de estas colegas -por cierto, todas fantásticas- porque eso ayuda en general a que la mujer salga del papel secundario. Afortunadamente, las cosas están cambiando, sobre todo en Madrid". Sin embargo una crítica soterrada, aunque todavía bastante común, que suele hacerse a estas profesionales es que, de alguna manera, ejercen al rebufo de sus parejas. Y un interrogante siempre latente, que pocas veces se plantea a los varones aunque funcionen asociados a otros, es si habrían llegado igual en solitario.

Lleó, con estudio propio, se indigna ante estas acusaciones veladas. "Me duele en el alma, es falso, pero todavía se repiten. Es verdad que el hecho de ser pareja, aunque las mujeres estén en primera línea, transmite algo confuso, porque la apariencia enturbia la realidad. Siempre he creído que era mejor separar la vida afectiva de la profesional y mantener colaboraciones profesionales puntuales". Pero Nieto apunta la dificultad para mantener un estudio en cualquier país. "Lo veo en Alemania, donde ahora estoy trabajando. Un estudio unipersonal tampoco es frecuente entre varones. Si piensas en los mejores arquitectos del momento ves que Herzog y De Meuron son dos hombres. Es verdad que Nouvel o Chiperffield trabajan solos, pero en general suelen ser parejas. Y estar apoyado por otra persona, sea hombre o mujer, es muy importante".

La italiana Benedetta Tagliabue, viuda del arquitecto Enric Miralles, con quien compartió estudio nueve años, es buena conocedora de las dos caras de la moneda. Los agoreros pronosticaron que el estudio se vendría abajo con la muerte del joven y brillante arquitecto, pero Tagliabue no sólo terminó los proyectos en marcha, sino que trabaja en nuevos encargos, nacionales e internacionales. "He tenido la oportunidad de vivir las dos situaciones, primero como profesional asociada y, de repente, como una mujer sola que dirige un estudio. Creo que en España el mundo del poder es un mundo de hombres que se entienden entre ellos, eso les resulta fácil, y cuando en ese mundo entran mujeres es más incómodo. Mientras vivía Enric, yo tenía la dificultad de ser la mujer de, de encontrar mi papel profesional. Y era complicadísimo porque todos estaban pendientes de él, pero fui encontrando mi sitio. Y seguir ahora con el estudio ha sido una necesidad mía, no tenía otra elección y lo he hecho. Es muy bonito haber acabado los edificios en construcción [el Parlamento de Escocia, y el mercado de Santa Caterina y la torre de Gas Natural en Barcelona]. Hay cosas que venían de Enric, pero hay otras que nos hemos inventado, porque han pasado cinco años y no puede ser que todo viniera de Enric… Pero no es fácil, no hay una aceptación real de la mujer que quiere hacer este trabajo en solitario. El mundo de la arquitectura es tremendo, muy vanidoso, y tienes que saberlo. A Enric le hicieron muchas faenas cuando vivía, y de repente se muere y es un genio; pero en vida no lo tenía tan fácil…".

Galí, casada con el conocido arquitecto Oriol Bohigas y cabeza del estudio BBGG -¿dobles iniciales para que no quepan dudas?-, admite que su caso no es habitual. "Cuando conocí a Oriol, yo tenía un despacho de diseño industrial y lo fui transformando en arquitectura manteniendo la parte industrial que todavía hago. No me veía trabajando con Oriol, que ya tenía un despacho muy hecho; mis ideas arquitectónicas eran otras. Los 25 años que nos separan, al final se detectan en estas cosas". Pero Galí cree que, a la hora de mantener un estudio, las dificultades son comunes a hombres y mujeres. "Si eres un empresario, eso conlleva riesgos. Es un trabajo caro que tienes que capitalizar, no te pagan los honorarios hasta el final, hay que financiar los proyectos, trabajas en equipo… No obstante, me gustaría decir que no existen problemas específicos y que los promotores depositan la confianza en las mujeres lo mismo que en las empresas llevadas por hombres, pero me temo que no es así y que todavía hay reticencias".

La mayor parte de los estudios españoles conocidos trabajan esencialmente para la Administración, y los que aparecen en estas páginas no son una excepción. Eso, dicen las arquitectas, facilita una relación igualitaria por parte del cliente al tratarse de instituciones públicas. Pero reconocen que no es lo mismo con la clientela privada, donde perduran ciertos resquicios machistas. Resquicios con los que dice toparse la joven arquitecta Cristina Díaz Moreno, de 34 años. "Me encuentro con gente que se enfrenta a la situación de tener que relacionarse conmigo, y siempre prefieren hacerlo con mi socio porque es hombre y les produce más seguridad. En un buen porcentaje de ocasiones, cuando llaman al estudio preguntan por él… Los problemas vienen, sobre todo, de fuera de la profesión. Han llegado a discriminarme para dar conferencias, salir al extranjero a hacer un taller o incluso para becas".

En paralelo ha surgido una situación que resulta ventajosa para ellas porque muchos de los clientes con los que tratan, en la Administración o en el sector privado, son ahora mujeres -directoras generales, empresarias, propietarias- y eso facilita el entendimiento profesional. Y ocurre lo mismo con el personal de construcción, desde jefas de obra a técnicas y obreras especializadas. "Acabamos de ganar el concurso del Museo de San Telmo en San Sebastián, y la promotora es una mujer. Trabajamos con la Junta de Andalucía y nuestra interlocutora es la consejera de Cultura; igual que en Córdoba, con nuestra actuación en Medina Azahara. Pero hay más. En el primer concurso internacional que hemos ganado en Alemania, el Museo de Arte expresionista de Moritzburg, la directora del museo es una mujer, y la representante cultural del land, otra mujer… No es que la mujer se haga visible en la arquitectura, es que estamos apareciendo en todos los campos", afirma Nieto. Y la catalana Domingo añade: "Alguna ventaja tenemos, el 80% de la decisión de la compra de una vivienda es de la mujer".

García de Paredes, madre de dos hijas, opina que, como mujer, el único handicap que puede ver en la profesión -y no es exclusivo de ella- es el sobreesfuerzo importante que exige compatibilizar durante unos años maternidad y trabajo, porque suelen coincidir con una etapa de esprint para hallar un lugar al sol en la profesión. "En esos años es cierto que hay que tener un socio o socia comprensivo porque los hijos te restan energías para la arquitectura. Pero no hay que sacar las cosas de quicio; hoy día, ni tienes seis hijos, ni son tantos años. Lo único que necesitas es una organización muy grande de tu tiempo y cerebro". Con ella coinciden Aranguren y Nieto, madres de cuatro y tres hijos.

Pero algunas arquitectas que dan los primeros pasos profesionales en solitario, como Izaskun Chinchilla, de 30 años y matrícula de honor fin de carrera en 2002 -la primera en 17 años en la Escuela de Madrid-, lo ven más complicado. "A mí, lo digo con toda sinceridad, me apetecería tener un hijo, pero es imposible. Tener una vivienda, una vida privada y unos hijos implicaría dejar la arquitectura radicalmente. Es incompatible por el tiempo que le dedicas y por la falta de beneficio económico. La sociedad ha evolucionado hacia unas coberturas sociales que no existen para los autónomos o las personas que se dedican a la creación".

La maternidad no es el único problema con el que se topan y plantean, en voz bien alta, arquitectas emergentes como Izaskun Chinchilla, Cristina Díaz Moreno y María Auxiliadora Gálvez, que han optado por establecerse por su cuenta. Sus proyectos e investigaciones aparecen publicados en gran número de revistas; se les invita a conferencias, universidades y exposiciones, y son un activo en la investigación de la nueva arquitectura española. Alguna ya tiene obra construida o en construcción, sus proyectos son rompedores e imaginativos, y en el caso de las viviendas, muy conectados con las necesidades de la sociedad actual, en espacio, usos y sostenibilidad. Se ganan la vida dando clases en universidades y escribiendo artículos. Todas se han volcado en los concursos Europan, para jóvenes arquitectos europeos menores de 40 años. Y todas han ganado uno o dos premios. Muy prestigiosos, pero con un problema: los proyectos premiados no siempre se realizan.

"Lo de llegar a los 40 años sin haber construido es específico de España, y es patológico, da igual el currículo que tengas. Mi experiencia con cuatro años de ejercicio profesional es que todo son dificultades. Me presento a concursos abiertos, y llevo, además de dos primeros premios, ocho segundos, que sólo suponen un reconocimiento al valor de la obra. Es muy duro, una empresa que pocas veces tiene recompensa", se lamenta Chinchilla, quién reconoce que no haber podido realizar su Europan -una ambiciosa actuación de viviendas en Santiago de Compostela- ha sido "una experiencia muy amarga". A ello se suma otro proyecto, una Mediateca Nacional en el castillo de Garcimuñoz (Cuenca), paralizado después de cuatro años de trabajo. "Hay dos cosas que me hacen sobrevivir: la primera, que el trabajo diario de estudio es maravilloso, y la segunda, que sales a la calle, viajas y percibes que lo que haces está en el buen camino. Pero voy a aguantar hasta los 50 años o lo que haga falta".

Díaz Moreno reconoce que es muy frustrante no poder construir. "Puedo mentir, pero es así. No trabajas para que todo se quede en papel, en bonitos proyectos de libro, sino pensando que pueda construirse. Resistencia es la palabra, es la que repiten los veteranos, pero muchas veces piensas que te has equivocado de carrera".

El de la vivienda es, según Aranguren, "una pirada del Corbu" (Le Corbusier), un campo infinito en el que todavía hay mucho que decir. "Corbu fue el genio de la vivienda y dejó un montón de cosas enunciadas y sin desarrollar". Reconoce que es una línea de investigación en la que su estudio ha sido puntero. "La vivienda social está estancada porque hay una ley obsoleta. Nosotros llevamos tiempo hablando de la necesidad de flexibilizar la normativa de VPO, los programas tienen que cambiar. Por ejemplo, la cocina es ahora un espacio mucho más importante que antes; es el sitio más espectacular de la casa, donde tienes la mejor tecnología, donde puedes recibir a los amigos y haces la vida familiar, y debe tener la mejor ventana de la casa. Y no tiene sentido que el dormitorio de la pareja, que casi no se usa, sea el más grande. Es al revés, son los hijos los que necesitan espacios mayores porque están más tiempo en casa".

Con varios premios, de la Administración y de los promotores privados, Aranguren señala que éstos se están dando cuenta de que gusta otro tipo de vivienda. "Algunos creen que con poner la palabra loft ya está, pero la gente no es tonta. Los privados trabajan sobre seguro, no les gusta arriesgarse, no quieren ser los primeros en investigar. Carabanchel fue un concurso de viviendas en alquiler para jóvenes, y de ahí ese tipo de vivienda con tabiques móviles y que requiere poco amueblamiento. Un día nos fuimos a Ikea y amueblamos la casa con lo que encontramos. La cuestión es cualificar el espacio; el que sea pequeño no quiere decir que tengas que hacer un piso repulsivo con siete tabiques. La escala de lo pequeño es preciosa".

Lleó no puede ocultar el contento que le produce su enorme bloque agujereado (hecho con MVRDV), que ya se pasea por las revistas de arquitectura de medio mundo. Una apuesta arriesgada de la que primero tuvo que convencer a la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid, y que, a la postre, ha merecido el elogio de muchos colegas y llevado la polémica a la calle. "Es como si todos hubiéramos ganado una batalla", dice Lleó, un tanto asombrada con la reacción de los vecinos, que tiraron puertas y alicataron a discreción. Mantiene que su punto de partida fue romper la manzana tradicional. "La manzana es una solución urbanística autista, no crea comunicación, es una especie de gueto. Nuestra idea era romperla, pero hay muchas formas de hacerlo. Una es ponerla en vertical, con el agujero en medio, abierto a todos. Y otra es romperla con mil huecos para producir una permeabilidad total entre dentro y fuera, convertirla en lo que llamamos un edificio-celosía. Hemos creado un escenario que pienso propicia las relaciones humanas, y lo que más nos interesa es ver qué pasará dentro de cinco años, cómo lo vive la gente".

Nieto confiesa que su estudio ha renunciado a la promoción privada. "La vivienda habitual privada es espantosa. Hay un problema en España: se construye mal en general, y la empresa constructora tiene mucha fuerza". Y García de Paredes reconoce que le encantaría hacer vivienda privada. "Construyo teatros, museos o auditorios porque he ganado algunos concursos y es difícil tener encargos privados, pero construir cada una de estas obras ha sido un reto. Con el auditorio de Peñíscola fue el tiempo cortísimo, y en el Museo de Almería apenas había dinero".

Mamen Domingo, sin embargo, ha hecho de la vivienda unifamiliar de hormigón un sello de su estudio. "El hormigón armado me encanta; es un material complejo de trabajar, pero con muchas opciones. Tiene unos componentes de durabilidad muy interesantes, y si a veces tiene fama de frío, de mazacote, es porque no se utiliza en todas sus posibilidades técnicas, que permiten hacer maravillas. Es un material que tiene que pensarse con la vida dentro, con luces, carpintería de madera, colores… Nos gusta pensar que los suelos pueden ser transparentes y las paredes pueden volar, y así hacer espacios flexibles que puedan provocar emociones estéticas".

Provocar emociones con su premio Europan, un proyecto rompedor de "forma y fondo", fue la intención de M. Auxiliadora Gálvez. "Quería que el resultado fuera como pasear por un bosque, y los edificios, como árboles, como vivir en un nido". Resultado: unas viviendas sociales diferentes, una especie de contenedores en la ribera del Guadalquivir a los que en Córdoba llaman "los gusanitos". "Nadie entendía qué era aquello, pero ahora se comenta que tengo unas viviendas preciosas y me preguntan cuándo estarán terminadas. El desarrollo resulta difícil, pero no pueden pedirme que en un contenedor meta una vivienda convencional", dice Gálvez, de 32 años y con una guardería hecha en Madrid, y que ahora trabaja con Izabela Vieczorek.

Otra europan, Díaz Moreno, señala que las viviendas unifamiliares que construye en Finlandia han sido muy bien acogidas. "Su forma es levantada e inclinada para reflejar la luz, miran al sur, y el patio está envuelto en espejos para recoger la mayor cantidad de sol".

Trabajar fuera de España, especialmente en Europa, es otra reciente novedad de la que pueden hablar. Nieto construye en Holanda y pronto en Alemania; Tagliabue, en Hamburgo, Nápoles o Nepal, y Galí ha actuado en cascos históricos de Irlanda y Holanda.

Tagliabue ha sido invitada, junto con algunas de las más fulgurantes estrellas del "circo de la fórmula 1 arquitectónica", a realizar una estación del metro de Nápoles, en un proyecto urbanístico de remodelación de la ciudad. "Nápoles es una ciudad magnífica, pero donde no ha pasado nada en 200 años, y ahora, a través del subsuelo, se intenta cambiar su urbanismo. Mi estación está en una plaza, proyectada en los setenta por Kenzo Tange, que es la negación de Nápoles, una especie de ciudadela donde nadie va. Y voy a intentar cambiar este espacio tan abstracto y frío".

Galí y Domingo son arquitectas que han dejado su sello en el publicitado Fórum de Barcelona. "Hacer pasarelas es un privilegio; es un campo en el que la plasticidad y la expresión, la arquitectura y la ingeniería deben reflejar la sociedad. La del Fórum era una obra compleja porque es una pasarela grande y contundente, pero con tecnología muy tradicional, ingenieril, forzada plásticamente. Técnicamente fue más arriesgada la de Lleida, la segunda que se hacía en España con hormigón de alta resistencia", dice Domingo.

Todas las entrevistadas, excepto una, niegan rotundamente que haya una "arquitectura de mujeres". Como mucho, admiten que hay "sensibilidades" o "distintas formas de acercarse a un proyecto", pero en absoluto una arquitectura de género: "Sólo hay buena y mala arquitectura", corean. Pero Izaskun Chinchilla, la excepción, defiende su derecho a discrepar aunque sus colegas la "pongan verde". "Yo creo que hay un diseño que es dialogante, abierto, sensible socialmente y que deja opciones al usuario. Y otro tipo de arquitectura que es impositiva. Y el talante femenino está más cerca de lo primero".

Mamen Domingo

"La del Fórum es una pasarela compleja, muy ingenieril".

42 años, de Lleida y casada con el arquitecto Eduard Farré. Es profesora de las escuelas de Arquitectura e Ingenieros de Caminos de Barcelona y de Arquitectura de Zúrich. Su obra más conocida es la pasarela (en la foto) y el edificio de Capitanía del Fórum de Barcelona.

Formada con Solá Morales y Eduard Bru, se inició en la profesión con las obras de la Barcelona olímpica y una arquitectura social que va muy ligada a su discurso. Autora de pasarelas -va por la tercera- y viviendas unifamiliares, combina las técnicas ingenieriles y los materiales contundentes, como el hormigón, en busca de nuevas formas de plasticidad. Ha construido estadios, tanatorios y geriátricos.

Beth Galí

"Ahora me siento más segura proyectando, antes tenía muchos fantasmas".

55 años, dos hijos. Presidenta de la FAD. Premio Nacional de Arquitectura de Holanda. Autora de la Biblioteca Miró y de la zona de baños del Fórum de Barcelona (en la foto).

De familia de artistas -padre diseñador y abuelo pintor-, Galí, casada con el arquitecto Oriol Bohigas, se inició como arquitecta municipal en Barcelona. Premiada por sus actuaciones en cascos históricos de Irlanda y Holanda, está "harta de encasillamientos y de trabajar a ras del suelo", pero disfrutando de la profesión. Construye un geriátrico en Barcelona.

María José Aranguren

"El trabajo en la obra es lo más bonito de la profesión".

46 años, tres hijos y casada con el arquitecto José González Gallegos. Aranguren (a la izquierda, en su estudio) es profesora de proyectos de la ETSAM. Ha ganado varios premios por sus viviendas sociales (Carabanchel) y de promoción privada en Madrid.

Contundente, segura y expresiva, Aranguren siempre se ha sentido respetada "en las obras y en la escuela". Afirma que la arquitectura es lo que más le gusta en el mundo -"es mi vida"- y es en las obras donde más disfruta. Defiende los pisos de 40 metros -"la escala de lo pequeño es preciosa"- y la innovación en viviendas sociales. Está construyendo el parador nacional de Alcalá de Henares (Madrid).

Benedetta Tagliabue

"En arquitectura soy todavía una niña, una adolescente...".

42 años, dos hijos. Milanesa afincada en Barcelona, viuda del arquitecto Enric Miralles. Con él construyó el Conservatorio de Hamburgo (Alemania), el campus universitario de Vigo, el Parlamento de Escocia, y el mercado de Santa Caterina y la torre de Gas Natural en Barcelona.

Estudió en Venecia y Nueva York, y le gusta viajar y moverse en un ambiente internacional. "En arquitectura, a los cincuentones se les considera jóvenes, así que soy todavía una adolescente". Cree que lo mejor es "hacer y que luego se vea lo que hago", un consejo "genial" de Moneo, que, dice, le ha ayudado mucho. Construye vivienda social en Figueras "tipo loft para gente joven", y proyecta otras en Madrid.

Blanca Lleó

"No hay un antes y un después de Sanchinarro".

47 años, casada. Lleó es profesora de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de Madrid. Formada con Sainz de Oiza, que siempre la apoyó, ha construido cosas tan dispares como una cárcel y un faro antes del edificio Mirador de Sanchinarro, en Madrid (abajo, a la izquierda).

Conocida teórica -"todavía hay pocas mujeres en la enseñanza de la arquitectura"-, Lleó disfruta con nuevos retos y apuesta por edificios que rompan moldes, pero asegura que Sanchinarro es para ella "un episodio más". Buena comunicadora, peleona -"he buscado las oportunidades con uñas y dientes"-, construye vivienda social en Barcelona y proyecta el edificio Celosía con MVRDV en Madrid.

Ángela García de Paredes

"Me gusta trabajar a tres bandas: proyecto, obra y concurso".

47 años, dos hijas y casada con el arquitecto Ignacio García de Pedrosa (arriba, a la derecha, en el teatro Valle-Inclán -antiguo Olimpia- de Madrid). Es profesora de la Universidad de Navarra. El Museo Arqueológico de Almería y el palacio de congresos de Peñíscola llevan su firma.

Le gusta el calificativo de "rigurosa" para su obra, y asegura que lo que más le interesa de la arquitectura es la relación de los edificios con la ciudad. "El teatro Valle-Inclán, por ejemplo, es parte de la regeneración de todo un barrio". A Paredes, un poco cansada de las estrecheces de la vivienda social, le encantaría hacer oficinas y vivienda libre. Mientras tanto trabaja en la villa romana de La Olmeda (Palencia).

Fuensanta Nieto

"La vivienda privada habitual en España es espantosa".

48 años, tres hijos y casada con el arquitecto Enrique Sobejano. Es profesora de la Universidad Europea de Madrid y autora del palacio de congresos de Mérida. Construye un museo en Alemania y viviendas en Holanda, y el palacio de congresos de la Expo de Zaragoza.

Con tres importantes concursos ganados en un año (San Telmo, el palacio de la Expo de Zaragoza y el Museo del Vino de La Rioja) -"hemos tenido una suerte enorme"-, Nieto asegura que las influencias entre su socio y ella son mutuas a la hora de proyectar. "Las obras las dividimos, aunque a algunas siempre vamos los dos". En la foto, Nieto en su estudio.

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