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Tentaciones
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Reportaje:INTERNET

Ciberjaque al poder

Twitter ha supuesto un escollo para el Gobierno iraní, pero no es la única arma electrónica capaz de combatir la injusticia. Los creadores de robots manifestantes, programas antiespía o graffitis luminosos que no dejan rastro quieren reclutarte en la tecnodisidencia. Éstos son sus métodos.

Hay una secuencia clavada en la retina de medio mundo. En ella, una joven se desangra y muere en las calles de Teherán. Se llamaba Neda Aga Soltán, tenía 26 años y fue abatida por un miliciano. Neda protestaba contra las elecciones que el pasado junio dieron el triunfo a Mahmud Ahmadineyad y que muchos consideran fraudulentas. El vídeo que recoge su agonía, grabado por un espontáneo con su móvil, se convirtió en el símbolo gráfico de la revuelta del pueblo iraní. Los manifestantes quizá no hayan logrado la repetición de los comicios, pero han conseguido una razonable victoria: hacer oír su voz a través de las nuevas tecnologías. El Estado podrá expulsar a los corresponsales internacionales que quiera, pero es incapaz de aplacar todo el tráfico de imágenes en Internet que, a su vez, ha encencido una gigantesca cadena de mensajes de solidaridad con las protestas. Una revolución de la que hoy hablan todos los periódicos del mundo y que tiene sus raíces en las movilizaciones antiglobalización de 1999 en Seattle, que se organizaron en el ciberespacio y con SMS.

Sin embargo, la misma telefonía que defiende al ciudadano puede convertirse en un arma de represión. Como ha ocurrido en Irán, donde el Estado la ha utilizado para espiar y localizar a los disidentes. Peter Eckersley, técnico de Electronic Frontier Foundation (EFF), una organización por los derechos civiles, abre el debate: "Cuando los gobiernos occidentales deciden fabricar sistemas de vigilancia, lo hacen con la condición de usarlos sólo para aplicar la ley. Pero los gobiernos autoritarios espían a sus ciudadanos con los mismos programas. El único modo en el que podemos evitar que eso suceda es no construyendo dichas aplicaciones".

A continuación, un repaso a las luces y las sombras de los métodos que, a través de la tecnología (y, a veces, la anarquía), aseguran combatir las injusticias del mundo.

1. Boicoteo telefónico. Tras las elecciones presidenciales, miles de iraníes se echaron a la calle. Pero manifestarse ha resultado ser peligroso: la represión ha dejado, según datos oficiales, un reguero de 20 muertos y miles de detenidos. Aseguran los opositores que el Gobierno usó un sistema de vigilancia electrónico para identificar a la disidencia. ¿Y quién firmaba esa tecnología? La empresa europea Nokia Siemens Network (NSN). El resultado: los consumidores han decidido boicotear a la compañía. Una reacción que, según el diario inglés The Guardian, ha reducido la venta de móviles de Nokia a la mitad en Irán. Hadi Heidari, destacado caricaturista de ese país, publicó una imagen de un teléfono de la marca finlandesa en una señal de tráfico de "No entrar". Susana Araujo, representante de NSN, aclara: "Todos los sistemas de telefonía móvil incluyen por ley ese software de vigilancia. En el caso de Irán, la operadora del país, TCI, tiene la capacidad de rastrear las llamadas y es posible que lo hiciera para localizar a los organizadores de las protestas".

2. Armas artísticas. James Powderly prefiere no hablar por teléfono. "Es caro y, aunque llame EL PAÍS, me van a cobrar". Inútil discutir con este tecnogurú. Powderly es uno de los fundadores de Graffiti Research Lab, el colectivo neoyorquino que inventa herramientas limpias para interactuar en espacios públicos. Sus cachivaches escriben mensajes de luz que imitan el graffiti, pero no manchan muros. Al final escoge el chat de Gmail para la entrevista: "Todo empezó como un juego, no había un discurso político detrás. Entonces [2005] trabajaba para la NASA y no creía en la tecnología neutral. Ésta se usa en un contexto social y siempre con un fin", razona. Sus inventos han sido utilizados por Electronic Intifada (una revista online propalestina) o la campaña por la liberación del Tíbet (Free Tibet). En 2008, Powderly intentó proyectar un mensaje cerca de la plaza de Tiananmen, en Pekín. Su objetivo: protestar contra el ataque a la libertad de expresión. "Como no soy James Bond, me detuvieron. Me encerraron durante cinco días junto a mis nueve compañeros y activistas tibetanos en un campo de detención chino".

3. Dejad que los robots hagan la revolución. Ana vive en un garaje. No come, ni bebe, ni duerme. Y aunque hoy permanece ociosa, en junio de 2007 no paró quieta. "Leímos en 2005 en EL PAÍS que el Ejército americano quería mandar robots soldados a la guerra de Irak. Como respuesta al uso violento de la robótica, Íñigo y yo hackeamos la noticia, sustituyendo el término soldado por manifestante. Todo cuadraba". Así que los hermanos Julio e Íñigo Fernández materializaron la idea, y en 2006 lanzaron Ana Project, una iniciativa para construir un robot manifestante. Su misión: protestar en la reunión del G-8 en Heiligendamm (Rostock, Alemania) en junio de 2007. "Colaboraron 12 personas de Medialab y de Arteleku [centros de Madrid y San Sebastián]. Ana se controlaba por control remoto o GPS". Estos guipuzcoanos facturaron las piezas de Ana en cajas para ir a Rostock. "Llegaron un día después de la manifestación oficial. Menos mal que el festival anti G-8 seguía. Sacamos a Ana a la calle, había unas 100.000 personas. Cuando empezó a avanzar con su pancarta antiglobalización, la gente flipó".

4. ¿Quién vigila a los vigilantes? Vallas publicitarias que observan al observador con minúsculas cámaras, e-mails controlados o teléfonos pinchados: ¿cómo puede protegerse el ciudadano de la invasión de su intimidad? La EFF, nacida en 1995 y con sede en EE UU, da las claves: "Facilitamos programas que ayudan a escapar del espionaje que desde Internet realizan algunas autoridades. También sirven para conectarse a páginas prohibidas —como Twitter en China— sin dejar rastro. Funciona enviando información encriptada de ordenador a ordenador en tres pasos: en cada paso, una capa del mensaje encriptado cae; después del tercero, se envía a su destino real. Miles de iraníes usan este programa, llamado Tor. Y también cientos de miles de personas en todo mundo: no sólo en China, también en EE UU". Las recomendaciones de la EFF varían de país a país: "Gmail pertenece a la estadounidense Google. Por tanto, su Gobierno puede solicitar por ley acceso a los correos de sus ciudadanos. Sin embargo, usar Gmail en Irán sí es recomendable, sobre todo si encriptas la información".

5. Disparando casetes. Un destartalado Pentium III, unos cedés y casetes son las armas de Gorki Águila. El líder de la banda cubana de punk rock Porno para Ricardo firma temas que critican al Gobierno cubano y se mofan de Fidel Castro. Un repertorio polémico distribuido por Internet y que no gusta al comandante. "Yo no soy político, no soy más que un artista, pero hay cosas que me molestan y las digo así, sin más", cuenta por e-mail. El año pasado, Águila fue detenido y liberado cuatro días después. Y al calor de su caso, se movilizó la blogosfera. "A pesar de no catalogarme como ciberactivista —soy sólo una cubana que ha liberado su demonio en la Red: el demonio de la apatía y del conformismo de esta isla—, he acabado siendo una. He conseguido que los cubanos se expresen", afirma por teléfono desde La Habana Yoani Sánchez, autora del blog Generación Y y un símbolo en la isla. "Sólo los extranjeros residentes pueden abrirse una cuenta de Internet. El resto se conforma con la conexión de la oficina. El 99% de mi labor es off-line. Escribo en casa, acumulo varios textos y los cuelgo en mi web".

6. Revolución Twitter. Así bautizaron los medios al fenómeno de las redes sociales en Irán. Howard Rheingold, autor de Multitudes inteligentes (editorial Gedisa), predijo la tendencia en 2002 cuando afirmó que los grupos humanos podían organizarse de modo coordinado para combatir los abusos de poder. "Twitter y YouTube suponen un punto y aparte. Las autoridades ya no pueden cerrar a cal y canto un país. Durante la crisis de Irán se enviaron 250.000 tweets [mensajes de Twitter] por hora", explica por teléfono este gurú. Un torrente informativo difícil de dirigir. "Muchos eran falsos o rumores. Ha llegado el momento de hablar de reporteros y periodistas. Todo aquel que tenga un móvil con cámara puede ser reportero, pero alguien debe verificar la validez de los datos, contrastarlos con fuentes y contextualizarlos. Eso es lo que los periodistas hacen. Y los necesitamos más que nunca". María Ferreras, representante de YouTube en España, lo confirma. "En Urumqi, capital de la provincia china de mayoría musulmana Xinjiang, los vídeos han servido para que el mundo fuera consciente de la matanza".

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