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PALOS DE CIEGO
Columna
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Descubrimientos tardíos

1 El primer día de campaña para las elecciones europeas, Felipe González critica al Gobierno socialista por el modo en que está afrontando la crisis: cuando se le pregunta si Zapatero podría hacer más de lo que hace, responde: "Creo que sí, mucho más"; cuando se le dice que está haciendo un duro reproche a un Gobierno de su propio partido, responde: "Ése no es mi problema. Mi problema no es defender a un Gobierno porque sea de mi color".

¿No es su problema? Nunca he militado en un partido político, pero, si lo he entendido bien, un partido político viene a ser como un equipo de fútbol: un grupo de personas trabajando disciplinadamente con un objetivo común. Por supuesto, a menudo surgen discrepancias en el seno del grupo, porque, aunque haya un acuerdo en lo esencial, es lógico que no siempre lo haya en lo accesorio y que existan opiniones divergentes sobre asuntos concretos. Cuando esto ocurre en un equipo de fútbol, lo que hace el jugador discrepante es hablar con el entrenador y con sus compañeros, exponer el problema e intentar convencerles de que su punto de vista es el acertado; si lo consigue, estupendo; si no lo consigue, tiene dos opciones: una es pensar que el acuerdo en lo esencial es más importante que las discrepancias en lo accesorio y que hay que seguir ayudando al equipo, aunque no se esté del todo de acuerdo con su forma de jugar; la otra es pensar que la discrepancia no atañe a lo accesorio, sino a lo esencial, y que debe marcharse del equipo. Queda una tercera opción: consiste en expresar públicamente las discrepancias, enfrentándose al entrenador y sembrando la discordia en el vestuario, debilitando al propio equipo y fortaleciendo al contrincante.

"Si lo bueno de escribir no es escribir, entonces ¿qué es lo bueno de escribir?"

No creo que en un partido político las cosas funcionen de manera distinta. Ni siquiera creo que lo crea González o al menos que lo creyese cuando era presidente del Gobierno y secretario general de su partido y elogiaba la disciplina que acataba la militancia e imponía el aparato del PSOE. Militar en un partido político debe de ser duro, debe de exigir tragarse muchas veces las palabras y en consecuencia una considerable capacidad de sacrificio (lo que tal vez explica que quienes carecemos por completo de capacidad de sacrificio no militemos en ningún partido); pero nadie obliga a nadie a militar en un partido, y si uno se decide a hacerlo, tendrá que aceptar las normas de la militancia tanto si es un simple militante como si es secretario general. No digamos si es ex secretario general, ex presidente del Gobierno y el político más importante que ha dado el partido -y quizá el país- en el último siglo. Por lo demás, ¿qué es lo que está insinuando González? ¿Que él tiene la solución para la crisis o que conoce la forma de acelerar la salida de la crisis? Dios santo, ¿cuál es? ¿En qué consiste? ¿Por qué no nos la ha dicho ya? ¿Por qué no se la ha dicho ya a Zapatero? Dicen los que saben que González no puede expresarle sus discrepancias al entrenador, que Zapatero no escucha a González y que, cuando le escucha, no hace ni caso de lo que le dice; de ser así, mal asunto -es como si, en vez de tenerle como primer consejero, Guardiola no hiciera ni caso de Cruyff-, pero dudo que eso autorice a nadie a socavar su propio partido, mucho menos en tiempos de crisis y en campaña electoral. González parece haber descubierto tardíamente las virtudes de la independencia dentro del propio partido; sólo que, igual que un futbolista independiente, un militante independiente es un oxímoron, quiero decir que no es un militante o es un mal militante, quizá un candidato a marcharse. No sé, pero, si eso es lo que es González, es verdad que no es él, sino su partido, quien tiene un problema.

2 También Günter Grass parece haber realizado un desconcertante descubrimiento tardío. En una entrevista reciente, Grass declara: "He tomado conciencia muy tarde de algo que realmente es muy importante: lo bueno de escribir es escribir". Y tan importante: si lo bueno de escribir no es escribir, entonces ¿qué es lo bueno de escribir? ¿El dinero que ganas por escribir? ¿Las veces que sales en la tele por escribir? ¿Las tías a las que te ligas por escribir? Escribir por dinero es tan legítimo (o más) que escribir por vanidad, pero cualquier ejecutivo bien pagado gana más dinero que cualquier escritor, incluido Günter Grass; querer salir en la tele es tan legítimo (o más) que querer escribir una página perdurable, pero cualquier Belén Esteban suficientemente racial sale en la tele más a menudo que cualquier escritor, incluido Günter Grass; aspirar a ligarse a todo lo que se pone a tiro es tan legítimo (o más) que aspirar a escribir La Divina Comedia, pero cualquier portero de discoteca medianamente resultón liga más que cualquier escritor, incluido Günter Grass. No sé: estamos hartos de oír decir que la novela está en crisis, pero si ahora resulta que el autor de una de las grandes novelas del siglo XX ha tenido que llegar a los 87 años para descubrir algo que los escritores suelen descubrir en cuanto empiezan a escribir, entonces a lo mejor es verdad que también los novelistas tenemos un problema.

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