_
_
_
_
_

Diarios, 1999-2003

Narrativa. Este comentario trata de un meteorito parecido al que llegó hace años con un poeta como José María Fonollosa o con un memorialista por sorpresa como Castilla del Pino. Se llama Iñaki Uriarte (1946), y la solapa no dice nada de él aparte de pautar una vida con tres ciudades: Nueva York, San Sebastián y Bilbao. Falta el gozo (cierto) de Benidorm, pero eso solo se sabe cuando se ha leído ya el tomo de sus diarios entre 1999 y 2003. Lo publica una editorial con menos proyección que un cinexín: se llama Pepitas de Calabaza Ed. y radica en Logroño. Mi simpatía está con ellos para el resto de mis días. Como sospecho que lo va a estar ante estos diarios de un hombre tranquilo que a los 52 años empezó a escribirlos, accedió un tanto deportivamente a seleccionarlos y ha dedicado sus trabajos y tiempos a no perder el tiempo trabajando esclavizado ni a esto ni a lo otro. Rentista ocioso y culto, su prosa está hecha con la masa de la cordura y la precisión aguda de la ironía, mezcla bien ligada de moralistas franceses al estilo de Chamfort (pero sin su amargura) con un Pla socarrón y vividor (pero sin exagerar) y unas dosis estables y felicísimas de observador sensato de las insensatas costumbres de la especie, incluidos los amigos que agradecen felices verse en la biblioteca de casa... hasta que empiezan a lamentar los libros que todavía faltan para que la dicha sea completa. Acierta tantas veces y tan a menudo que se siente la tentación de creer que es un personaje de ficción o una obra maestra rescatada de algún remoto tiempo pasado: ecuanimidad sin equidistancia ni cálculo de riesgos (incluida la mina vasca: "El antinacionalismo puede volver tan estúpido e histérico como el nacionalismo"), buen humor con acidez, sin saña y sin futilidad, gozo que trota breve y feliz y se para a observar a los que quiere -y sonreír sin ocultarles las taras- y a los que no quiere, que salen menos. Es tan higiénica su lucidez relajada como su mismo tono casual, de nota en passant. La madurez se hace heterodoxa a golpe de lucidez y perspicacia y nunca a golpe de machete: ni vejadora por rencorosa, ni delatora por vengativa. Y qué bien ha cogido la trama a la observación breve que apunta al aire y baja de golpe la mirilla para enfocar en la diana inesperada: "Hasta que no desaparezcan las joyerías habría que mantener un poco en cuestión todo eso del feminismo". Solo puede tener razón con tanta frecuencia y humor quien ha descreído de casi todos los sermones, incluido el de ser "de una pieza" o "coherente" o "con personalidad propia' y otras tonterías de la misma familia". Va una más: "Llaman vago a un futbolista y lo convierten de inmediato en mi ídolo. Admirable. ¿Cómo se puede hacer el vago ante 40.000 espectadores?".

Diarios, 1999-2003

Iñaki Uriarte

Pepitas de Calabaza. Logroño, 2010

184 páginas. 15 euros

Más información
Replicantes en el siglo XXII

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_