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La División Azul. Rusia 1941-1944

¿Por qué fueron tan lejos?

Cuando en junio de 1941 comenzó la Operación Barbarroja y las Fuerzas Armadas de la Alemania nazi invadieron la Unión Soviética, Ramón Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores, propuso a su cuñado, el general Francisco Franco, formar una unidad de voluntarios para luchar junto a los alemanes "contra el enemigo común": los bolcheviques, los masones y los judíos. Se la llamó División Azul, un nombre propuesto por el falangista José Luis Arrese, pero en realidad fue la 250ª División de la Wehrmacht, formada por españoles que juraron lealtad al Führer. Hasta la disolución de sus últimos restos en marzo de 1944 pasaron por ella cerca de cuarenta y siete mil combatientes en el frente ruso norte y en el asedio a Leningrado.

La División Azul. Rusia 1941-1944

Jorge M. Reverte

RBA. Barcelona, 2011

587 páginas. 35 euros

Es un libro de historia, aclara desde el principio el autor, pero sobre todo de historias

Jorge M. Reverte reconstruye ese largo viaje, del que cinco mil de ellos no volvieron, enterrados para siempre en la nación que tanto odiaban, y realiza a la vez "un viaje sentimental" siguiendo las huellas de su padre, Jesús Martínez Tessier, y de otros muchos hombres a los que conoció. Es un libro de historia, aclara desde el principio el autor, pero sobre todo de historias, de experiencias individuales narradas en fragmentos, que tratan de descubrir por qué fueron tan lejos, a miles de kilómetros, a matar gente y qué daños o recompensas recibieron por ello.

Aparecen así los actores de ese drama y las tramas que se movían detrás de ellos. Un tercio de los dieciocho mil que salieron en el primer reemplazo, en julio de 1941, eran estudiantes universitarios, del SEU, falangistas que querían "pagar dos deudas de sangre", vengarse de los comunistas que lucharon en la guerra civil española y devolver a los alemanes su generosa y decisiva contribución a la victoria de Franco. Hubo desde el principio muchos militares en busca de aventura, gloria y ascensos. Soldados que acudían para expiar el pecado de haber combatido en el lado equivocado durante la guerra entre españoles. Y se incorporaron después nuevos voluntarios, obreros, jornaleros y campesinos sin recursos, motivados por una buena paga, en tiempos de hambre, represión y miseria, y por el subsidio que recibirían sus familias.

Pero más allá de generalidades, estadísticas o hechos relevantes sobre la División Azul, ya contados, y bien, por investigaciones académicas, a Jorge M. Reverte le interesa la historia de personas de carne y hueso, de gente ilustre muy bien situada ya entonces en el armazón político de los vencedores, como los falangistas Dionisio Ridruejo y Agustín Aznar o el catedrático de Derecho Fernando Castiella, y voluntarios menos conocidos, Enrique Sánchez Fraile y Benigno Cabo entre ellos, que le han prestado sus recuerdos y memorias escritas. Transita también por esas casi seiscientas páginas la flor y la nata del fascismo, del militarismo y de la ultraderecha de aquel periodo, con larga vida en la dictadura e incluso en los primeros años de la transición a la democracia, nombres como Agustín Muñoz Grandes, Tomás García Rebull, Jaime Milans del Bosch o Mariano Sánchez Covisa.

Reverte demuestra una vez más, como lo hizo ya antes en sus libros sobre las principales batallas de la guerra civil, una notable capacidad para localizar y transmitir información de documentos relevantes, de fuentes primarias y secundarias, escritas, orales o visuales. Y elige, con su habilidad característica, diferentes planos narrativos para comunicarle al lector sus indagaciones sobre el viaje de los divisionarios, sobre los personajes de la literatura, el arte o la música que habían nacido y habitado en los lugares por donde pasaban y sobre el exterminio de los judíos que vieron y nunca recordaron. Fueron a borrar del mapa a la Rusia bolchevique, pero en sus memorias nada dicen de los millones de muertos que el nazismo estaba provocando en Europa. Son fragmentos de historias de gente común en tiempos de odios. Semblanzas de matones que se creían héroes y cruzados cristianos.

Entierro de divisionarios muertos en combate
Entierro de divisionarios muertos en combateColección Reinlein

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