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EL RINCÓN

Ernesto Alterio invoca a sus ancestros napolitanos

Elisa Silió

En 2009 Ernesto Alterio (Buenos Aires, 1970) vivió en París junto a su mujer, la actriz Juana Acosta, y su hija Lola. Perfeccionó su francés, se presentó a castings sin suerte ("da igual") y envidió a su primo, "un pintor con un atelier precioso en Pigalle". Así que a su vuelta el actor de El método o Días de fútbol, que vive en el castizo barrio de La Latina, en Madrid, dejó de alquilar a otros un apartamento y lo convirtió en su estudio, en el que da rienda suelta a su amor por todas las artes "que están intercomunicadas". Parece difícil concentrarse en medio del constante ajetreo de la calle de Esparteros -aprisionada entre la Puerta del Sol y la plaza Mayor-, pero él lo consigue. Las mañanas las pasa aquí y las tardes en el teatro María Guerrero, donde protagoniza Yo, el heredero, una tragicomedia de 1941 del italiano Eduardo de Filippo dirigida por Francesco Saponaro que le llevará a Valladolid, Sevilla y Bilbao. Alterio apenas abandona el escenario para dar vida a Ludovico, un buscavidas napolitano que pretende cobrar la "herencia moral" de su padre, Próspero, a una estirada y falsa familia burguesa. "Es una comedia popular en la que De Filippo mantiene la elegancia y con la que es muy fácil conectar con el público. Me siento muy cómodo. Mi familia paterna también provenía de Nápoles -mi padre me hablaba mucho en italiano- y, como Ludovico, que vuelve de la mar, me siento extranjero en todas partes", asegura el intérprete, que llegó a los cuatro años a España cuando la Triple A amenazó a su progenitor, el gran Héctor Alterio. Afortunado, estrena las películas Infancia clandestina (Benjamín Ávila), una historia de montoneros, y las comedias El sueño de Iván (Roberto Santiago), de aventuras y fútbol, y la sentimental La montaña rusa (Emilio Martínez Lázaro). La entrada a su estudio da idea de su creatividad alocada. En la pared su "iphone diary", fotos en un disparatado gráfico tomadas en París, Madrid y Buenos Aires, óleos que plasma desde hace dos años, pintadas por doquier como "juego de azar" y unos naipes pegados en el techo. Hay espacio para un piano eléctrico. "Toco desde los cinco años. Nunca dejé que mi madre -psicoanalista y profesora de piano- me enseñara". Se matriculó en Biología en Alcalá de Henares, pero tras el primer eterno trayecto en tren pensó: "Sorry for the biology". Cursó dos años de Historia, se enganchó al teatro con Animalario y desde entonces encadena parentescos: "Era el hijo de Héctor, luego el hermano de Malena, la de Aquí no hay quién viva, y ahora el marido de la de Crematorio". Y el vínculo que más le gusta, con La sirena de Chacarita, una travesti que triunfó en la Argentina de los años veinte.

"Mi familia paterna provenía de Nápoles y, como Ludovico, que vuelve de la mar, me siento extranjero en todas partes", dice Ernesto Alterio.
 Bernardo Pérez
"Mi familia paterna provenía de Nápoles y, como Ludovico, que vuelve de la mar, me siento extranjero en todas partes", dice Ernesto Alterio. Bernardo PérezBERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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