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La crisis del euro | Un nuevo escenario

Grecia echa un pulso a la zona euro

La convocatoria de un referéndum sin previo aviso sobre el rescate europeo provoca fuertes caídas en los mercados y eleva aún más la tensión de la crisis fiscal

Claudi Pérez

La política irrumpió ayer con la fuerza de un volcán en erupción en la crisis del euro, dominada hasta ahora por las primas de riesgo y demás tecnicismos de los mercados, y por las constantes peleas entre tecnócratas acerca de Grecia, de la banca y de todo lo que lleva un par de años distrayendo a los europeos del problema de fondo: la supervivencia del euro. El anuncio de convocatoria de un referéndum en Grecia sobre el rescate aprobado en la cumbre de la semana pasada sacudió los cimientos de los mercados globales por los enormes riesgos que conlleva (salida caótica de Grecia del euro incluida). Pero sobre todo devolvió a la política un papel protagonista, tanto en Grecia -con fuertes divisiones incluso en el seno del Gobierno sobre la pertinencia de la propuesta- como en Europa, con una oleada de reuniones extraordinarias en París, en Berlín y por doquier, y con un buen puñado de declaraciones subidas de tono ante la gravedad de las circunstancias.

El anuncio de Papandreu cogió a contrapié a todo el mundo
Grecia está abocada a una crisis política y condena a algo parecido al resto
Los potenciales efectos de un plebiscito son colosales
Un ministro finlandés dice que lo que se votará es la salida del euro
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El conflicto entre lo que puede aguantar Grecia y lo que necesita la zona euro ha emergido. Y el relato de lo sucedido supone por sí mismo un nuevo capítulo de la crisis europea. Sin previo aviso a sus socios europeos, y sin dar si quiera una sola pista de lo que iba a suceder a sus propios conciudadanos, la convocatoria de la votación sobre el rescate europeo por parte del primer ministro socialista griego, Yorgos Papandreu, cogió a contrapié a todo el mundo. A los mercados, siempre temerosos. A los líderes políticos de la eurozona, preocupados por el efecto contagio sobre Italia y España. Y hasta a los propios diputados del partido socialista helénico. El riesgo de una bancarrota incontrolada de Grecia, incluso de una salida del euro, nunca fue tan elevado. Y el miedo al contagio recorrió Europa de Helsinki hasta Madrid (con la inevitable conversación telefónica entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy) y se dejó sentir en todos los mercados. Y también en los cenáculos políticos, ante la constatación de que el proyecto europeo peligra apenas unos días después de que la UE presumiera de haber cerrado un acuerdo "definitivo" para Grecia, para la banca y para el resto de países bajo sospecha.

Todo eso ya está en entredicho. Pase lo que pase con el referéndum, Grecia está abocada a una crisis política, y condena a algo parecido al conjunto de Europa: la votación pone en suspenso la totalidad del pacto alcanzado en Bruselas, que a la vista del enésimo episodio de la crisis podría quedar en agua de borrajas. Entre lo osado y lo temerario, el anuncio de Papandreu llega, además, en el peor momento posible: la suspensión de pagos de la firma norteamericana MF Global (por la crisis de la deuda europea) amenaza con contagiar el incendio fiscal y financiero europeo a EE UU y al resto del mundo. En esa tesitura, el referéndum trastoca el guion de la próxima reunión del G-20 de Cannes, que se adivina, una vez más, clave para tratar de poner orden. Y pone aún más presión sobre el Banco Central Europeo (BCE), que ayer tuvo que salir a comprar bonos en el mercado para calmar las aguas y que parece la única institución con suficiente artillería como para taponar las vías de contagio de este nuevo foco del incendio griego.

"El mero anuncio de Papandreu ya ha causado daños tremendos, precipita el efecto contagio y entorpece la tímida solución aprobada la semana pasada. ¿Por qué esperó tanto, hasta tener el dinero del rescate, para amenazar con un referéndum cuyo resultado más probable es el no de una ciudadanía enfadada tras dos años de drásticas medidas de austeridad?", se preguntaba Carmen Reinhart, del Peterson Institute. "Y sin embargo, el hecho de que Europa haya llegado, una vez más, demasiado tarde y con demasiado poco a este nuevo plan de rescate, el hecho de que no garantice a Atenas una salida ni siquiera después de imponer tantas medidas, explica que Grecia esté explorando ahora la vía de escape islandesa de la crisis", añadió. Islandia dejó quebrar a sus bancos y vio cómo su moneda se hundía (lo que equivaldría, en Grecia, a volver al viejo dracma devaluado) para luchar contra la crisis.

Los potenciales efectos de la convocatoria de un referéndum son colosales. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, explicó que un no de Grecia al rescate podría suponer "la quiebra definitiva" de Atenas. El ministro de Exteriores finlandés, Alexander Stubb, llegó a asegurar que la votación supone en realidad un plebiscito para el propio euro y para la continuidad de Grecia en la UE. Algunos analistas lo presentan, sin embargo, como un movimiento táctico: con ese órdago, Papandreu pretende que sus socios no vuelvan a cebarse con más medidas de austeridad a cambio del rescate. El problema es que en el caso probable de una negativa al rescate, el FMI y la UE podrían cerrar el grifo de la financiación a Grecia y "una suspensión de pagos desordenada podría ocurrir, con salidas de capital y recortes de pensiones y salarios de cerca de un 20%, y con un corralito bancario", vaticina Guntram Wolff, del think tank Bruegel.

Todo eso son vaticinios. Pero los datos son preocupantes: las Bolsas cayeron ayer hasta el 7% en Milán y Atenas. El euro bajó hasta 1,36 dólares por unidad. Las primas de riesgos se dispararon (hasta máximos en Italia) y obligaron al BCE a abrir fuego con la compra de bonos. Y lo que viene es más de lo mismo: "El referéndum es un auténtico desastre que pone en peligro todo el proyecto europeo. Ni siquiera el fondo de rescate ampliado puede lidiar con el caos que se nos viene encima", dijo a este diario Paul De Grauwe, de la Universidad de Lovaina. "¿Qué mosca le ha picado a Papandreu?", se preguntaba Le Monde en un editorial ante una picadura que escuece en toda Europa. "Sea lo que sea, estamos en manos del BCE, el único que puede dar una señal clara y restaurar la confianza", cerró De Grauwe, tan poco optimista como la mayoría de los expertos, tan preocupado como todos los políticos por el giro dramático de los acontecimientos.

Una mujer camina ante una placa que representa a la antigua moneda griega, el dracma.
Una mujer camina ante una placa que representa a la antigua moneda griega, el dracma.LOUISA GOULIAMAKI (AFP)

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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