_
_
_
_
Tentaciones
_
Reportaje:

Guy Ritchie: El alegre divorciado

RECIBE en el sótano de un hotel de Londres con un buen apretón de manos y los hoyuelos de no haber roto un plato en su vida. Guy Ritchie, de 40 años, no puede ocultar su entusiasmo ante la presentación de RocknRolla, su último y frenético paseo gangsteril por el cine. En el momento de esta entrevista, todavía está casado con la persona más famosa del planeta pop. Por poco tiempo. Según los rumores (que más tarde se confirmarían), a su matrimonio con Madonna le quedan dos telediarios, y el hermano de la Ciccone está a punto de publicar una autobiografía en la que Ritchie no sale bien parado. Pero él, relajado y atento, se muestra ajeno a las turbulencias.

A pesar de que antes de la entrevista se nos insta a evitar cuestiones de índole personal, resulta inevitable colar una pregunta sobre Madonna: ¿Es cierto que una vez le pidió que no fuera por ahí enseñando las frambuesas? "¿Qué es eso?", replica Ritchie genuinamente sorprendido. Se supone que es la palabra cockney (argot londinense) para referirse a los pezones. "¡Yo no he dicho eso!", exclama entre carcajadas. "La mayor parte de las cosas que se cuentan sobre mí son mentira. Pero como no me entero, pueden decir lo que quieran". De hecho, estas declaraciones salieron de la propia Madonna. Durante una entrevista a la cadena de radio británica Radio 1 explicó que a su marido no le gustaba que llevase ropa transparente. Ya puestos, hablemos sobre Filth and wisdom, el largometraje recientemente dirigido por Madonna. ¿Está causando este nuevo interés por la dirección competitividad en la pareja? "Para nada. Competiríamos si yo empezase a cantar pop. Algo que no sucederá a corto plazo".

Puede que a Ritchie le dé por hacer gorgoritos en la ducha ahora que están divorciados. Los trámites han sido rápidos y discretos, aunque hay versiones contradictorias sobre los términos monetarios. Él mantiene que no busca el dinero de su ex, pero otras fuentes aseguran que recibirá un pago de entre 50 y 65 millones de euros. Mientras el mundo especula, él se mantiene ocupado. El final de RocknRolla insinúa una secuela ("si al público le gusta, la haremos") y está inmerso en el rodaje de la nueva versión de Sherlock Holmes, con Robert Downey Jr. y Jude Law como Holmes y Watson. También prepara un título infantil de animación y quiere filmar una película bélica: "Me atrae la II Guerra Mundial, pero no te puedo contar más o me meteré en un lío".

De igual manera, tampoco puede revelar sus fuentes para mantenerse al tanto de las tendencias en el mundo del crimen organizado. "Trabajo con un par de criminales profesionales. No sé si les puedo llamar así", dice girando el cuello. Una mujer sin identificar sigue de lejos nuestra conversación, y Ritchie busca con la mirada su aprobación en varias ocasiones a lo largo de la entrevista. "Les explico mi proyecto, ellos hacen unas cuantas llamadas y me cuentan lo que ocurre por ahí. Digamos que son mis consultores. Nos conocemos desde Snatch: cerdos y diamantes y normalmente quedamos en el pub".

¡Ah!, el pub. Esa constante en la vida de Guy Ritchie: aquí lo mismo celebra reuniones que arrastraba a Madonna a beber birras (la secuencia del documental I'm going to tell you a secret, donde ella se queda dormida en el bar mientras él celebra su cumpleaños con los colegotes es antológica): "Nunca he dejado de ir. Es un lugar abierto y divertido. Me gusta". Tanto que, junto a dos socios, ha comprado su pub favorito, el Punchbowl, en el barrio londinense de Mayfair. El establecimiento, que previamente pertenecía al hijo de un conocido mafioso, fue acusado de cobrar de más a los turistas. Finalmente los actuales socios fueron declarados inocentes. Punchbowl está en un edificio del siglo XVIII estratégicamente escondido en una de las pocas calles silenciosas del centro de la ciudad. "Así es como queremos estar", dice Pandy, el encargado del local y rey de las respuestas escuetas y enigmáticas. "A Guy le quedan más a mano otros pubs, pero siempre ha preferido este", explica mientras sirve unas pintas. En su barra se apalancan ejecutivos, jóvenes a la última y curiosas figuras que podrían protagonizar una de las películas de Rit-chie. Winston Churchill frunce el ceño desde la pared. "He visto a Guy sirviendo detrás de la barra, y en cada rincón de este pub", continúa Pandy. "No es porque sea mi jefe, pero es muy buen tipo. De lo mejorcito", sentencia.

Durante un tiempo, Ritchie fue el tipo más popular en todos los pubs británicos. Aquejado de dislexia, dejó los estudios a los 15 años y empezó a trabajar de chico para todo en productoras de cine. A nadie parecía importarle que este hijo de familia acomodada, educado en un elitista internado, adoptase un acento cockney. Durante los noventa representaba al lad (chaval) inglés de la época: gamberro, algo machito, irónico y cafre. Como sus películas.

Tras el estreno de Lock & stock en 1998, la mitad de la población joven inglesa se sabía diálogos de la película de memoria. Se le aupó como el Tarantino inglés y se convirtió en uno de los responsables junto a Danny Boyle (Trainspotting) de la renovación del cine británico. "Con sus dos primeras películas consiguió algo muy especial, hacer que los británicos se sintieran orgullosos de serlo. Yo veía Lock & stock una y otra vez", declara el actor Gerard Butler, que interpreta al macizo ladronzuelo One Two en RocknRolla.

En 1999, Trudy Styler, mujer de Sting y productora de Lock & stock y Snatch, invita a Ritchie y a Madonna a una cena en su mansión de la campiña inglesa. Y el resto es historia. La ambición rubia se queda embarazada de su hijo Rocco y celebran bodorrio, plagado de invitados famosos, en un castillo de Escocia. Aunque inicialmente los ingleses se enorgullecen de que la reina del pop se fijara en uno de ellos, progresivamente los buenos deseos para la pareja se van agriando. Guy, al que se le empieza a llamar Mr. Madonna, está, a los ojos del público, cometiendo el imperdonable error de tomarse demasiado en serio. Su mujer le arrastra a sesiones de cábala (Revólver, la película que rodó en 2005 y que se estrena la semana que viene en España, incluye veladas referencias a este culto) y a adoptar niños al más puro estilo Brangelina. Pero Ritchie asegura que no está "encumbrado" y sigue siendo el mismo de siempre: "No voy mucho por Los Ángeles, pero allí tengo a colegas ingleses. Por ejemplo, este cantante de pop que se llama Terry no se qué". ¿Se refiere a Robbie Williams? Encumbrado no estará, pero despistado, un rato. "Sí, ése. Robbie tiene un campo de fútbol en su casa. Yo me he pasado por allí, pero no entro en los partidos, juego fatal al fútbol. Prefiero practicar el jiu-jitsu".

RocknRolla se exhibe en cines de toda España y Revólver se estrena el 16 de enero.

Guy Ritchie, un <i>gentleman</i> incorrecto para el siglo XXI.
Guy Ritchie, un gentleman incorrecto para el siglo XXI.

MOMENTOS RITCHIE

Su carrera está marcada por encuentros y desaciertos. Éstos son los básicos.

'Lock & stock' (1998). Un solo corto le valió para captar la atención de Trudy Styler, la mujer de Sting, que se convirtió automáticamente en su benefactora y, de paso, exigió un cameo para su marido en la peli. Sigue siendo su mejor obra.

'Barridos por la marea' (2002). La razón por la que Madonna juró no volver a actuar en cine y Ritchie casi tira su carrera por la borda es, vista con perspectiva, una excusa para verla ejerciendo de mujer maltratada. Eso sí, vestida de Versace.

'RocknRolla' (2008). El descalabro experimental de Revólver sirvió al realizador para regresar al redil de la acción criminal anfetamínica. No hagan caso a quien diga que es más de lo mismo.

B. B.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_