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Crítica:LIBROS | Narrativa
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Infortunios británicos

La finalista del Planeta, escrita por Emilio Calderón (Málaga, 1960), más compleja que la ganadora, tiene el bonito detalle de empezar con un irónico prólogo que se refiere graciosamente al propio proceso de creación novelística. Resulta que el protagonista, instalado en Inglaterra tras haber pasado toda su vida en la India, justifica la divulgación que se dispone a hacer de los rocambolescos sucesos que tuvieron lugar en la India durante la Guerra Mundial por necesidades económicas y, a continuación, pide permiso para cambiar a su gusto y conveniencia personajes, acciones y lugares a fin de evitar que algunas personas puedan sentirse heridas por lo que se cuenta. Eso es, en definitiva, toda ficción: realidad e irrealidad mezcladas. Asimismo, invoca la figura de E. M. Forster para adelantar su acuerdo con el célebre autor: indios y británicos por sus opuestos conceptos de la vida están condenados a no entenderse.

La bailarina y el inglés

Emilio Calderón

Planeta. Barcelona, 2009

306 páginas. 21 euros

Más información
Primeras páginas de 'La bailarina y el inglés', de Emilio Calderón

El humor del prólogo se extiende por la novela mediante las irrespetuosas referencias del narrador a sí mismo y las cáusticas observaciones indirectas sobre la vida inglesa en las colonias. La intriga policiaca, algunas escenas de caza y detalles puramente literarios como la repetida referencia a los tigres que no podemos ver aunque ellos sí nos vean agilizan la lectura, mientras el peso excesivo de algunos fragmentos, los que describen el ambiente local, la retardan. Se da por supuesto que lo exótico de las situaciones atraerá al lector que, de paso, se informará de la vida en la India (por descontado, la de hace medio siglo). Y no todos los detalles costumbristas son tan pintorescos como los momentos en que el marajá hace en público lo que generalmente se hace en privado, desflorar a su esposa o mear.

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