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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Inventario del gozo

Valle-Inclán solía decir que las cosas no son como fueron sino como las recordamos, y después de leer a Juan Antonio Ríos Carratalá estoy persuadido de que algún día nos reiremos del presente a través de la memoria, porque lo divertido no consiste en saber cómo ocurrió sino cómo lo recordamos. La memoria del humor no llega a ser realmente un ensayo gracias al recurso de la memoria, ni cumple los requisitos de las memorias precisamente porque tiene la ambición del ensayo. Así, por los recuerdos de Ríos Carratalá desfilan risueños poemas, comedias, relatos, novelas, tebeos, viñetas, películas y hasta vídeos de YouTube, comentados de manera erudita, sabrosa y arbitraria (¡faltaba más!) por el autor, quien no se propone que estemos de acuerdo en todo sino simplemente que recordemos. Por lo tanto, La memoria del humor está exonerada de ser exhaustiva, enciclopédica y monográfica, aunque a ráfagas colme tales medidas. ¿Qué más da que Ríos Carratalá sea igual de prolijo en describir tanto lo que le aburre como lo que le divierte? En realidad, la última finalidad del libro es estimular nuestra memoria para que cada uno haga inventario de los momentos más gozosos de la vida. Con todo, me han llamado la atención reflexiones como "he disfrutado con el humor de películas u obras donde nadie ríe, ni siquiera sonríe" (página 64) o "necesito como un juego, una ficción donde se dan el ataque y la defensa. Contra lo que rechazo y a favor de aquellos cuya sonrisa alienta en mi memoria una reacción solidaria, entrañable, que me fortalece gracias a una complicidad necesaria para el humor" (página 90), porque estas afirmaciones suponen que si la memoria es selectiva el humor es programático. ¿El humor prospera gracias a las desigualdades? ¿Bajo el imperio de la justicia social se acabaría el humor? Ríos Carratalá jamás insinúa estas posibilidades, pero coloca el balón en el punto de penalti para que chutemos. Algunos capítulos podría suscribirlos de cabo a rabo -'Una manera de ser', 'El humor y el deseo insatisfecho' o 'El eructo'- mientras que otros me han dejado compuesto y sin libro ('El lenguaje como juego' o 'El humor, el sexo y el amor'), aunque lo realmente importante es que Ríos Carratalá haya acuñado conceptos operativos como "ficción humorística". Como la memoria es selectiva siempre recordaré con qué alivio agradecí la mención de Amanece que no es poco en el último párrafo del libro, pues por desgracia la amnesia... también es selectiva.

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