Salvatierra
En menos de dos meses leo otra novela del escritor argentino Pedro Mairal. Fue primero El año del desierto, y es ahora Salvatierra. Una novela breve si la comparamos con la primera, pero en la misma estela de sorprendente simbiosis entre materia y forma. Si en El año del desierto primaba el aliento audazmente imaginativo, o una cronometrada libertad a la hora de apurar el realismo para que dejara de ser el realismo de todos los días, en Salvatierra se despliega un relato aparentemente realista desde el principio, con tintes incluso naturalistas, pero desde el fondo del cual emana una historia fantástica. Salvatierra es un pintor casi secreto que al morir dejó a sus hijos una herencia hermética. Cuatro kilómetros de rollos donde el pintor (mudo desde los nueve años debido a un accidente) plasmó cada minuto de su vida. Miguel, el hijo menor (su hermano mayor, Luis, se suma luego a la aventura), es el principal encargado de llevar a cabo algunas gestiones alrededor de la insólita obra: rescatarla del almacén donde estaba escondida o abandonada y tramitar su traslado a un museo holandés, tras intentar rescatarla de la tutela patrimonial del municipio de una ciudad del Litoral. Miguel y su hermano se trasladan de Buenos Aires al Litoral. Y aquí comienza el trabajo de estudio de la obra, un estudio íntimo mediante el cual cada escena de los rollos es entendida con diferente espíritu según se trate de un contenido u otro. Miguel se ve en uno de los rollos cuando era pequeño, circunstancia que le depara una pequeña sorpresa emocional, toda vez que no esperaba tal atención de parte de su padre. Miguel y Luis otro día descubren a una mujer que no es su madre, como si se tratara de una mujer furtiva, una presencia hiriente en la memoria de la progenitora. Todas son escenas vívidas. Y a la vez reveladoras de un hombre distinto al que conocían. O desconocían. Mairal crea un espacio narrativo distinto al que exigía su historia. El espacio literario que no espera el lector. Los rollos pictóricos, llenos de incógnitas, son las páginas que se leen. Son la historia familiar de Salvatierra y su historia secreta. Mairal hace de pronto que su escritura desaparezca de nuestro foco de atención. Solo nos importa la obra indescifrable de Salvatierra. La otra escritura y la otra materia de su novela. Pedro Mairal es mi descubrimiento personal de este año editorial. Solo me sirve a mí. Pero si el lector quiere compartirlo, bienvenido sea.
Salvatierra
Pedro Mairal
El Aleph Editores. Barcelona, 2010
136 páginas. 18 euros
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