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Crítica:70ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID | EXPOSICIONES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

KP Brehmer

Imágenes de la trivialidad: quizá sea esto lo que caracteriza, para KP Brehmer (1938-1997), el modo de vida que se establece en Europa a partir de la segunda mitad del siglo XX. No se refiere con ello sólo a los iconos propios de la comunicación de masas, sino al tratamiento que esa cultura da a la tradición artística y literaria, muy presente en el día a día, pero degradada a mera obra de mérito cuando no instrumentalizada por los aparatos del Estado.

Así se advierte en los propios sellos de correo (que Brehmer convierte en iconos sugiriendo el afán de apropiación del coleccionismo en general), en la perspectiva en que se sitúan ciertas obras artísticas (Madame Butterfly) o en figuras como la Columna de la Victoria de Berlín que persigue el turista para apropiarse de antiguos mitos.

Otro tema recurrente en el autor (es ésta la primera retrospectiva de su obra celebrada en España) es mostrar las estructuras de las que no somos conscientes pero en las que vivimos y forman además nuestra sensibilidad. Es el caso del color o de ciertos paisajes, jardines históricos o parajes turísticos. Subraya la importancia de la oferta industrial del color (concretada en catálogos comerciales) frente a su seductor uso en la imagen, mientras que en el jardín ve el empeño burgués por mostrar la capacidad humana por encauzar y doblegar a la naturaleza.

En parecido sentido señala cómo la geografía, el mapa, se relaciona con el poder del Estado y con el impulso de expansión de los mercados, y deformando los tamaños relativos de las franjas de la bandera alemana (ensancha la de color oro a expensas del negro y el rojo) indica la acumulación de capital que se está realizando bajo el rostro protector del Estado de bienestar. Brehmer es un iconoclasta que se vale para ello de los propios iconos. No perdona ni aun la imagen social del obrero: ya no es esforzado proletario ni sufrido trabajador (cuyo rendimiento recogen ciertos gráficos) sino un individuo que enferma o se desanima: esas son las alternancias que recoge Brehmer en sus peculiares estadísticas.

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