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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lección de geografía

Cuenta Northrop Frye que un viajero en el norte de Canadá, desorientado por la vastedad del Ártico, se vuelve hacia su guía inuit y exclama: "¡Estamos perdidos!". El guía, sorprendido, le contesta: "¿Perdidos? No estamos perdidos: estamos acá". A este sentimiento de hogareña ubicuidad, Edgardo Cozarinsky contrapone la noción contraria. Un muchacho judío decide dejar su mísera aldea en Galitzia o Besarabia, y su madre llora sin consuelo: "Hijo mío, ¿por qué te vas tan lejos?". "¿Lejos?", dice el hijo. "¿Lejos de dónde?". Ambas geografías, la omnipresente y la impalpable, coinciden sin contradecirse en la nueva novela de Cozarinsky, como siempre en su obra: por un lado, el mundo en el que estamos siempre, sin que importe dónde estemos; por otro, el mundo del que siempre estamos ausentes, el que no puede ser habitado conscientemente porque ha sido relegado por las autoridades a los márgenes de la historia. Para Cozarinsky, el mundo contemporáneo es uno de tránsito constante, de misteriosas metas que son nuestro inasible acá, y de anónimos puntos de partida que son nuestro miserable dónde. Entre ambos navegamos, cambiando de propósito y de identidad, sólo para sobrevivir. Una mujer, empleada en un campo de concentración nazi, escapa a las tropas rusas a través del invierno del fin de la guerra, llevando consigo un pasaporte judío robado a una muerta. Tres años más tarde, con la ayuda de dudosos amigos, llega a Buenos Aires donde, bajo un nombre ficticio, inicia una nueva vida. En Europa, se ha visto obligada a abandonar a su hija pequeña; en Buenos Aires, después de una confusa violación, nace su hijo. Paso a paso, la falsa vida de la mujer se convierte en la verdadera, vida que no acaba de convencerla del todo. Es sin duda la persona que sus vecinos y conocidos dicen que es, pero es también aquella otra, cómplice de una abominable culpa histórica, y es también la sombra de esa muerta desconocida cuyo pasaporte yace en el fondo de un cajón en su cuarto de alquiler. Y es, por fin, después de su muerte (una muerte accidental, estúpida), la mujer que su hijo piensa descubrir, décadas después, en Europa, en países que, como su madre, tuvieron una identidad y luego otra, y luego varias más, hasta que ahora nadie puede decir dónde es acá.

Lejos de dónde Edgardo Cozarinsky

Edgardo Cozarinsky

Tusquets. Barcelona, 2009

166 páginas. 15 euros

Cozarinsky es uno de los autores fundamentales de la literatura castellana de hoy, discípulo de Bioy Casares y de los grandes autores del fin del imperio austrohúngaro, como Joseph Roth. Su tema fundamental es la historia, la historia que narra la imaginación de los hechos, esa historia que, como nos recuerda el Quijote de Pierre Menard, es madre de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir. En un mundo como el nuestro, en el que el neonazi Jorg Haider es venerado hoy en Austria como un santo, y en el que Joseph Stalin es alabado en los recientes manuales escolares rusos como el Padre de la Patria, necesitamos obras de ficción como las de Cozarinsky para recordarnos dónde estamos y quiénes somos.

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