_
_
_
_
_
Reportaje:CINE

Un Lope apasionado y pendenciero

Sergio C. Fanjul

Esta es la historia de alguien hambriento, alguien que quiere darle un buen mordisco al mundo. Detrás de todos los genios que han escrito su nombre a fuego en las páginas de la historia hay jóvenes ambiciosos, tenaces, tratando de sobresalir en aquella actividad que aman y en la que, de alguna manera, se intuyen superiores al resto. Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635) es uno de estos genios universales. Más de 1.500 obras dramáticas, más de 3.000 poemas: su producción literaria es ingente, lo que lo llevó a ser conocido como El Fénix de los Ingenios. Sin ir más lejos, su coetáneo (y vecino) Cervantes lo describió como un "monstruo de la naturaleza". Pero antes del Lope de Vega de los libros de texto, de Fuenteovejuna, de El perro del hortelano o de tantas otras obras clásicas y sonetos, hubo un joven apasionado, pendenciero, algo asilvestrado, que trataba de abrirse camino en el difícil Madrid del Siglo de Oro. Era Lope, a secas, y esa es la parte de la vida del gran literato de la que trata esta película.

"Queríamos hacer una película de época, pero a la vez moderna, sobre todo en la interpretación", dice el director, Andrucha Waddington
El actor Alberto Ammann lleva una trayectoria meteórica: dos películas, dos protagonistas
"Estamos ante una historia universal que puede interesar a cualquiera persona en cualquier época"

Lope, que se estrena el próximo 3 de septiembre, es una coproducción hispanobrasileña de 13 millones de euros. Andrucha Waddington, su director, ha dado el salto desde Brasil, donde trabajó en cine y publicidad, para reclutar a parte de lo más granado del cine español: Leonor Watling, Pilar López de Ayala, Luis Tosar, Antonio de la Torre, Juan Diego, entre otros. Y como protagonista, como joven Lope, el actor argentino Alberto Ammann, último Goya al actor revelación por Celda 211. "Lo más importante para mí son los actores", explica Waddington, "de nada sirve tener una fotografía espectacular, un arte espectacular, si no funcionan los actores. Todo tiene que estar a su servicio. Si eso sucede, tienes una buena película".

El director advierte de que esto no es una obra histórica literal: "La juventud de Lope es una fase de su historia conocida, pero en la que hay muchos huecos. Así que hemos hecho una versión libremente inspirada en esta etapa, no es un documental ni un biopic". "Queríamos", continúa, "hacer una película de época, pero a la vez moderna, sobre todo en la interpretación. Trabajé durante ocho semanas en esto con los actores. Los veo algo impostados en las películas de época españolas. Distancian al espectador. En la clase social de Lope, media baja, yo creo que se hablaba de otra manera, de forma más normal". Así el filme huye del lenguaje arcaizante.

La ciudad marroquí de Essaouira está en la costa atlántica del país, a unas tres horas en coche al sur de Marraquech circulando por carreteras precarias y pistas de tierra y piedras. El País Semanal fue invitado a visitar el rodaje en esta ciudad repleta de tiendas de especias olorosas y mercados de pescado fresco, famosa entre los surfistas y por un festival anual de música étnica, y frecuentada en los sesenta por ilustres hippies como Jimmy Hendrix o cineastas como Orson Welles. En Essaouria se recrean algunos de los escenarios de la película: el puerto de Lisboa y ciertas zonas del duro Madrid de la época. Paralelamente al rodaje, dos equipos de decorados trabajan incansables transformando la ciudad, según nos muestra uno de los productores, Edmon Roch, ataviado con una chilaba con las que se mimetiza perfectamente en las calles atestadas de gente: los técnicos quitan los cables eléctricos y los letreros luminosos, arreglan algunas paredes y cubren las calles de arena. "Encontramos que esto es más el Madrid del siglo XVI que lo que encontramos en el propio Madrid actual. La torre del puerto además sirve para recrear el puerto de Lisboa. Así que nos venimos aquí", explica Roch. "En el cine histórico, gran parte del peso lo lleva sobre sus espaldas el equipo de decoración, vestuario… Queremos hacer una película del siglo XVI, pero también muy del siglo XXI. Tiene que ser creíble ahora".

En el corazón de la ciudad, la medina y el puerto, Andrucha Waddington dirige el rodaje. Intenso y decidido, da órdenes a unos y a otros con voz algo aguardentosa; este hombre tiene algo del ímpetu del joven Lope (y como veremos, no será el único). Bajo el sol violento y un cielo azul impoluto contra el que se recorta el vuelo de las gaviotas se suceden los ¡corten! y los ¡acción!, mientras cientos de extras con armaduras forman filas impertérritos y una multitud de curiosos aguanta el calor aplastante. Huele a mar, huele a sal. A la hora del almuerzo charlamos con el protagonista, Alberto Ammann.

Su talento es la comidilla de los miembros del equipo: dos películas (esta y Celda 211), dos papeles protagonistas, una progresión meteórica. El actor se sienta a la mesa hecho un asco: el Madrid del Siglo de Oro no destacaba precisamente por su higiene, así que Ammann se pasa bastante tiempo caracterizado con el pelo grasiento, la cara sucia, los dientes amarilleados; es otra de las dificultades de este rodaje, aparte del calor, las armaduras o la monta de caballo. En Lope han tratado de ser fieles al ambiente sucio de la época; de hecho, según cuenta el equipo de vestuario, fue más costoso estropear la ropa que confeccionarla. "Lope es un muchacho con aspiraciones e inquietudes, consciente de su talento, alguien que busca", dice Ammann mientras ataca los sencillos manjares marroquíes. "Sabe que el tiempo lo pondrá todo en su sitio, de algún modo cree en el destino".

Cuando se le pregunta, el actor pierde la mirada en el vacío, reflexiona en silencio, luego te dirige otra vez esa mirada abismal y contesta lentamente. Sorprende la seguridad que demuestra, aunque afirma sentir la presión de la responsabilidad: "Prefiero no pensarlo porque me vuelvo medio loco", bromea. En cierto modo, parece poseído por el personaje: "La verdad es que me identifico mucho con él", confiesa luego. He aquí otro joven Lope de Vega.

El filme arranca cuando el literato regresa de combatir en la batalla de Isla Terceira (en las Azores) y trata de abrirse camino en la capital. Es entonces cuando empieza a ganar algo de dinero con sus obras teatrales y poemas, con los que además alcanza cierta popularidad. Entretanto se forma una suerte de triángulo amoroso cuyos otros dos vértices son dos mujeres diametralmente opuestas. Elena Osorio, interpretada por Pilar López de Ayala, es la Filis de los poemas de Lope y la hija del empresario teatral Jerónimo Velázquez (Juan Diego). Es una mujer compleja: "Apasionada y cerebral, irracional y estratega, dura y suave, ambivalente, una mujer contradictoria", según la describe López de Ayala.

En el otro extremo tenemos a Isabel de Urbina, encarnada en Leonor Watling, bautizada con el anagrama Belisa en la obra lírica del autor. "Isabel fue la primera mujer de Lope. Ella es de clase alta y él no, pero ella está locamente enamorada. Es un personaje muy bonito, inocente, dulce: el puro amor", resume la actriz. Así, entre una y otra va Lope, lleno de amor e ímpetu; por momentos parece un ser amoral o inconsciente, que no encuentra nada extraño en amar a dos mujeres a la vez (y no estar loco). "Se habla de los tipos de amor a través de los personajes femeninos", explica López de Ayala. "Elena es el amor pasional e Isabel es un amor más reposado". Con estos mimbres se trenza la historia, a buen ritmo, aventurera, en exteriores luminosos, a veces casi quemados, e interiores muy oscuros propios de aquel Madrid, un fuerte contraste en el que algunos de los planos parecen sacados de un cuadro de Vermeer o Caravaggio. "La luz es uno de los elementos que permite comprender cómo se vivía en el siglo XVI", dice el productor Edmon Roch. "Había ventanas muy pequeñas, una fuente de luz que ahora realza la figura de los actores".

"Estamos ante una historia universal", recalca Waddington. "Algo que le puede interesar a cualquiera en cualquier época, porque todos los jóvenes quieren encontrar su sitio y ser reconocidos". Y también, cómo no, ante una historia de amor, porque, como dicen los versos de Félix Lope de Vega que ponen broche final a la película: "Desmayarse, atreverse, estar furioso / áspero, tierno, liberal, esquivo / alentado, mortal, difunto, vivo / leal, traidor, cobarde y animoso / (…) / esto es amor, quien lo probó, lo sabe". 

<b>De la batalla al soneto.
Un joven soldado regresa de la guerra al sórdido Madrid del siglo XVI. Se trata del aún desconocido Lope de Vega (encarnado por el actor Alberto Ammann,). Allí entrará en contacto con la nobleza de la época y conocerá a Isabel de Urbina.</b>
De la batalla al soneto. Un joven soldado regresa de la guerra al sórdido Madrid del siglo XVI. Se trata del aún desconocido Lope de Vega (encarnado por el actor Alberto Ammann,). Allí entrará en contacto con la nobleza de la época y conocerá a Isabel de Urbina.TERESA ISASI
<b>Lope de Vega alternando con la nobleza de la época</b>
Lope de Vega alternando con la nobleza de la épocaTERESA ISASI

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_