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PERDONEN QUE NO ME LEVANTE
Columna
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Mujeres y más mujeres

La rápida reacción de Berlusconi a la multitudinaria manifestación de mujeres que le plantaron cara en toda Italia le retrata mejor que un Velázquez de cuerpo entero: "Todas las mujeres que han tenido contacto conmigo saben la consideración que les tengo". Háganme un favor. Pongan estas palabras en los labios de un viejo verde que se toma una copa con los compinches, entre risotadas. Porque en serio no las podemos tomar. Ni con pinzas.

Cada vez que le miro veo en él una representación senil de aquel cine italiano de los años cincuenta que exudaba simpático pero trasnochado machismo, y de aquellas películas que denunciaban la forzosa sumisión de la mujer a los mercaderes del sexo, de la maternidad y del abandono. Por aquel entonces existían los Pietro Germi, los Monicelli, los Zampa y tantos otros directores que atacaron con sus críticas el sistema. Hoy no tenemos nada. Pero tenemos mucho. Tenemos a las mujeres. Entonces no podían levantar cabeza, hoy sólo el desaliento nos puede impedir resignarnos. Y hay que luchar contra él.

"Tener un gobierno paritario no quiere decir que no opere el machismo infiltrado"

Sigo desde hace tiempo la página de Internet www.filomenainrete.com, que les recomiendo, y he visto tomar forma a la indignación de las mujeres -y de no pocos hombres, con ellas-, hasta esta magnífica recuperación de la calle. Tengo amigas periodistas afiliadas a Filomena, la rete delle donne, por ejemplo Francesca Caferri, colega de La Repubblica a quien conocí en Rabat, con quien coincidí no poco en Beirut, y cuyo trabajo y amistad venero. Francesca, que entre otras muchas cosas presta atención a las condiciones de vida de la mujer en el mundo, de África a Afganistán, pasando por Noruega, ingresó en Filomena porque piensa que "en Italia, el debate sobre este tema ha descendido a niveles que se pueden encontrar sólo en los peores países que he visitado".

Siempre que hablo con ella le digo que aquí empezamos a estar igual de mal que en Italia, con el agravante de que en España no tenemos al mando a un gran malo totémico como Berlusconi. Aquí las piñatas a las que debemos dirigir nuestra sagrada ira civil -las mujeres y los hombres, unidos en esto, pero nosotras en vanguardia; deberíamos- están dispersas y son todavía objeto de chanzas, pero no de despertares de la conciencia colectiva. Sibilinamente -o a gritos zafios-, el berlusconismo se ha infiltrado en nuestra sociedad ya predispuesta por el belenestebismo, y nos ha hallado cautivos del sofá y del pensamiento único y liviano.

Somos grandes discutidores, grandes zafarrancheros, copamos las intervenciones para comentar los artículos, los blogs, los face. Ante el esfuerzo común nos retraemos. Volvemos al sofá. Y éste, realmente, es un asunto de diván. De psicoanalista. El hecho de tener un gobierno más o menos paritario no quiere decir que, en los niveles reales de la sociedad, no opere el machismo infiltrado que nos adiestra desde las mujeres-florero de la televisión, de las niñas precoces, de los cantantes memos, todos ellos existiendo libremente, sin contrapunto, sin foros inteligentes. Nos refugiamos en seminarios, congresos, periódicos en la Red, opiniones independientes en blogs, algunos comentaristas, algunas informaciones.

Poco a poco, la vida nuestra de cada día se desliza hacia la zafiedad de espíritu, la inmoralidad del todo vale. Si esto ocurre con un gobierno socialista, qué no pasará si llega al poder un hombre de la derecha que no tiene reparo en declarar que él en casa no ayuda en las tareas domésticas.

La leyenda de santa Filomena nos dice que fue una princesa adolescente cuyos padres, que reinaban en Corfú, recibieron una declaración de guerra del emperador Diocleciano. Viajaron a la corte romana y allí el tirano, seducido por los encantos de la niña, propuso la paz a cambio de quedársela. Los padres aceptaron el trato -de aquí el paralelismo con la corrupta sociedad propiciada por Berlusconi-, pero no así Filomena. Siguieron los martirios de rigor, y cuando parte del pueblo romano se alzó en su favor -de aquí que las mujeres de hoy tomen su nombre- fue declarada bruja y ejecutada.

Es una hermosa leyenda porque no cuenta que la martirizaron por defender su fe, sino por defender su integridad de las zarpas del poderoso de turno. Su independencia de ser humano, su derecho a elegir.

www.marujatorres.com

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