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Las noches únicas de la Riviera suiza

Erykah Badu y Joe Jackson inauguran el mítico Festival de Jazz de Montreux

Iker Seisdedos

Claude Nobs, célebre promotor suizo, melómano y alma de Festival de Jazz de Montreux desde su fundación en 1967, no es de los que se dejan avasallar por los desafíos. Menudo y de sonrisa algo torva, temido con admiración por sus empleados y adorado por los artistas que han hecho de su cita en la Riviera suiza uno de los acontecimientos musicales del año, se mostraba, sin embargo, un tanto preocupado el sábado.

Claude Nobs ha montado "el mayor concierto de su vida" para Quincy Jones
La edición de este año es una gozosa mezcla de los estilos más diversos
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Una cita heterogénea en Montreux

Rumiaba los riesgos de haber montado el "mayor concierto" de su vida (el del 75º cumpleaños de Quincy Jones) mientras paseaba al caer la tarde algo ausente por sus dominios, dos chalés bautizados Picotin y colgados en franco desafío a la gravedad de las montañas. Ésta es su fortaleza, el bellísimo rincón del mundo construido a su medida, que Nobs tiene por costumbre abrir durante el festival a las estrellas (el sábado fue el turno de Pharrell Williams y Sheryl Crow) y a unos pocos y afortunados hombres corrientes.

Picotin es capaz de dejar boquiabiertos a todos con las increíbles vistas sobre el lago Leman, la fiebre coleccionista de su propietario (de jukeboxes a motos; nómbrelo, él lo acumulará), la decena de equipos de sonido y los más de 5.000 conciertos grabados en Montreux que conserva con el rigor del guardián de un tesoro Thierry Amsallem, el hombre tras el gran hombre.

Pero es que la dichosa celebración (prevista para el 14 de julio) se las trae. Será sobre el escenario del Auditorio Stravinski y con un cartel con más estrellas que el firmamento suizo en una noche clara para celebrar el cumpleaños de Jones, leyenda de la música popular, amigo íntimo y director creativo del festival en los noventa. Un plan "un poco loco", había admitido (en castellano en el original) Nobs sobre la ocurrencia de juntar en una sola noche treinta grandes nombres como los de Chaka Kahn, Herbie Hancock o Nana Mouskouri.

El guiño en español sonó, viniendo de un aficionado al jazz, al clásico de Bud Powell. Lo cual pareció muy apropiado cuando, avanzada la tarde, Joe Jackson, orfebre pop que siempre quiso secretamente ser pianista bebop, desplegó su batería de canciones casi perfectas. En formato de trío y en el momento culminante de la segunda jornada de la cita. "Hemos venido al festival de jazz de Montreux, que, bueno... no se puede decir que tenga mucho de jazz", exclamó a los bises mientras encogía sus breves hombros cubiertos por un traje crema. Y atacó un standard de Duke Ellington para, acto seguido, citarse a sí mismo en la inconmensurable Is she really going out with him.

La disculpa dejó claro que Jackson sigue chapado a la antigua. Es obvio que este festival conserva de jazz sólo el pedigrí de la denominación. Nadie lo oculta. Y mucho menos Nobs, que a finales de 2007 publicó una prueba de ello en forma de mamotreto en edición de lujo. Cuatro libros de fotografías y recuerdos de más de 40 años de conciertos. Un vistazo a los lejanos carteles de los setenta da una idea de que Nobs lleva justificando la ausencia del jazz desde antes del nacimiento de los chavales que agotan cada noche, a una media de 100 euros, las entradas del Auditorio Stravinsky (el lugar de los grandes nombres) y el más pequeño Miles Davis Hall.

Con un presupuesto de 11 millones, 1.500 empleados y 500 periodistas acreditados, la edición de este año es, justificaciones jazzísticas aparte, una gozosa mezcla de las músicas que han convertido este pueblito de una de las zonas más afortunadas del planeta en una ciudad consagrada a los conciertos en cuyos parques los bustos llevan los nombres de Ray Charles o Freddie Mercury.

De ahí que Erykah Badu, diva del nuevo soul, pareciese el viernes opción adecuada para abrir el festival. Apareció sin su clásico afro postizo y caracterizada como la novia negra de Frankenstein. Y brindó una soberana lección sobre el futuro de la música negra, con un espectáculo que visitará el viernes Madrid. Parte del gran tronco del jazz y se ramifica en el rap, los cantos etíopes, el funk excéntrico y Marlena Shaw, de quien la vocalista intercaló hacia mitad de la noche y tan sutilmente como para ser una casualidad partes de Woman of the ghetto, oscuro clásico grabado en 1973 en... Montreux.

Poco pudo hacer Pharrell Williams y su banda N.E.R.D. después de aquello. Y antes de que Nobs empuñase el micrófono para, con ese inglés gritón que ha quedado registrado en el casi centenar de discos publicados hasta la fecha bajo el título Live at Montreux, hacer lo mejor que sabe; propiciar momentos únicos como ver a Pharrell acompañar a la batería a Erykah Badu.

Luego y ya en los camerinos, el primero balbuceaba "Quincy... genio; Quincy... grande", mientras, en el sótano, la noche de música electrónica del Miles Davis Hall había derivado en un discotecón en toda regla con cientos de chavales bailando tecktonik, sorbiendo Red Bull y coreando todos los motherfuckers (hijos de puta) de las canciones.

Porque eso también es el Festival de Montreux, una excusa para perder los papeles antes del primer tren de la mañana en un sitio poco dado a ello.

Mal que le pese a Nobs, de 71 años, ya guarecido a esas horas de la madrugada en Picotin. Rumiando la celebración del cumpleaños de Quincy y el futuro de su proyecto, tan personalista que muchos dudan de que tenga futuro cuando su música, como la de tantos viejos amigos (Oscar Peterson, Joe Zawinul o Teo Macero por nombrar solo los fallecidos en el último año) enmudezca para siempre. Claude Nobs ha montado "el mayor concierto de su vida" para Quincy Jones La edición de este año es una gozosa mezcla de los estilos más diversos

Erykah Badu fue la encargada, el viernes, de abrir la edición del festival de este año.
Erykah Badu fue la encargada, el viernes, de abrir la edición del festival de este año.EFE
Joe Jackson, durante su actuación en Montreux.
Joe Jackson, durante su actuación en Montreux.EFE
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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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