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Reportaje:REPORTAJE

Pandilla sin bits

Rafa se pone a leer en cuanto se despista. Así de rápido, fácil, sin darse cuenta. Incluso en la bañera.

-¡Rafael, a cenar!

Déjame un capítulo más, porfa, porfa.

Melania, su madre, explica sin disimular su ironía y cierto orgullo, las broncas que tiene en casa porque el niño no suelta los libros ni a la de tres. Los deberes le llaman mucho menos la atención. En teoría, Rafa se lanza a por sus novelas cuando termina la tarea, pero entre medias se aburre y empieza a leer sus cosas en cuanto su madre no le ve. "Me separa del mundo exterior. Prefiero leer en vez de la consola porque así me lleno de cultura. La mejor manera de viajar es un libro", concede filosófico este madrileño de 12 años, que habla por los codos.

"Idealizamos el pasado y miramos a nuestros hijos con extrañamiento", dice una socióloga"
"Hay muchos adultos que no se implican", se indigna Camila, de 17 años, voluntaria ecologista"
"Las aficiones son iguales que las de antes. Si son buenos en algo, sienten que pueden llegar lejos"

Rafa lee periódicos y ve las noticias sentado en el salón (en su casa le llaman el marqués y bromean con que le falta la copa y el puro). No contento, suelta su creatividad con la escritura de microrrelatos, unos divertidos, otros con una atmósfera de misterio. Los viernes por la tarde acude a la librería infantil El Dragón Lector, en el barrio de Chamberí, para consultar novedades y dejarse aconsejar por su dueña, Pilar. En cuanto esta menos se lo espera, Rafa se pone a atender y recomendar libros a los padres que buscan lecturas para sus hijos. Y acierta.

¿Rara avis? En este mundo dominado por las tecnologías, parece que lo único que hacen las nuevas generaciones es colocarse frente a una pantalla. Es lo que afirman los estudios sobre niños y adolescentes. Vean una muestra: el 41% de los menores españoles ha experimentado alguna forma de adicción a Internet, según un informe de la Comisión Europea en 2010. Y hay más: los últimos informes PISA sobre el rendimiento de los estudiantes refrendan que los niños españoles cada vez tienen menos comprensión lectora. Las historias de Rafa y otros cuatro chicos demuestran que la juventud de hoy también se divierte con actividades que ya existían antes de la era tecnológica. Las de toda la vida. Estos niños intentan derribar las ideas prototipo con que salen reflejados en las cifras de los estudios sociológicos. Y este reportaje reivindica a esa prole actual dándoles la palabra. Necesitan expresarse.

Más rápidos, más listos, más sociables. Eso dicen de la generación Einstein, que engloba a los nacidos a partir de 1988. Pero también que cuestionan la autoridad y son muy consumistas, prácticos y críticos. Otros estudios los califican como generación yo: materialistas, además de egocéntricos y narcisistas por estar obsesionados con webs autorreferenciales como YouTube y con las redes sociales.

"No seré yo quien generalice tanto", ataja Lourdes Gaitán, experta en sociología de la infancia y directora del Estudio sobre Ocio Infantil de la Comunidad de Madrid. "Nunca se ha analizado tanto a los niños como ahora, pero sorprende la óptica de extrañamiento con que los observamos porque idealizamos la infancia del pasado. El discurso adulto sobre los niños es extremista y se apoya en datos puntuales y generalizaciones, que se convierten en verdades a base de repetirlas". Gaitán defiende que los estudios que lleva a cabo emplean métodos cualitativos y evita los cuestionarios cerrados para esquivar prejuicios. "Los niños y adolescentes españoles no tienen un perfil único. Tienen diferentes intereses y han nacido en entornos distintos".

A Marta Pérez, de 10 años, no le hace mucha gracia navegar por Internet. Y nada hace pensar, escuchándola hablar, que por eso está fuera del mundo. Le gusta leer las novelas de fantasía de Laura Gallego, jugar al baloncesto, practicar danza española en el colegio y jugar con sus muñecas, a las que escayola y pone tiritas. Pero lo que le apasiona es el ajedrez. "Me gusta porque me hace pensar y eso me sirve para estudiar más rápido y sacar mejores notas", explica con gesto de timidez. Pertenece al club CDV de Vallecas y hace unos meses resultó ganadora sub 12 de Madrid. Estaba loca de contenta.

-¿Y qué te decían tus amigos?

-Que cómo había ganado, con lo difícil que era.

-¿Y tú que les contestabas?

-Que porque había estudiado mucho.

Marta es toda dulzura y tranquilidad. Va a clases de ajedrez dos veces a la semana y ha viajado varias veces por España para participar en torneos. A su madre se la comen los nervios, pero ella siempre está tranquila. Mira sin pestañear al tablero, se coloca las manos en la cabeza y aprieta la mandíbula. Horas y horas. Le ha ganado incluso a adultos, que se van sin darle la enhorabuena y heridos en el orgullo al ser derrotados por esta niña. Ella se arriesga. Ataca. Sus padres están encantados de la vida. "Mientras le guste y se lo tome como una afición...", conceden.

"Los niños dedican su tiempo a jugar, el deporte y estar con los amigos", defiende Gaitán, a la luz de los resultados de sus estudios. Y se extiende: "Las principales preocupaciones de los pequeños son comunicarse, aprender y explorar el mundo. Sus intereses son la familia, los amigos, el colegio y los nuevos entornos, como las redes sociales y los centros comerciales, esos espacios para ver y ser vistos y que con sus productos conforman ventanas abiertas al mundo. Con todo eso construyen su propio yo frente a los demás".

Rafa, el que se bebe los libros, no está todo el día encerrado. Es un chaval de lo más sociable. Es verdad que sus regalos son siempre novelas (le encantan Eragon, La puerta oscura, El ejército negro y la trilogía de Los juegos del hombre, por poner cuatro ejemplos de entre la veintena que él destacaría), pero juega en un equipo de rugby y practica esquí, fútbol, bádminton y balonmano. Y charla con cualquiera.

Maite Martínez, psicopedagoga y socia de la consultora infantil Marinva, reconoce que aunque los niños de hoy pasan mucho tiempo solos, no son individualistas. "Optan por jugar acompañados cuando tienen la oportunidad, ya que es una experiencia mucho más creativa. Hace poco, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona, organizó un domingo un taller de arquitectura con diversos materiales para niños. ¡Asistieron casi 500 peques! ¡Un domingo! Y muchos utilizaron las construcciones que crearon para sus juguetes. Las aficiones son iguales que las de antes. Los hobbies son importantes porque les dan a los niños competencias y ellos sienten que pueden llegar lejos. Lo máximo es hacer aquello que te guste en compañía de otros, ver crecer esa habilidad y poder compartirla".

A Michael Andreas Haeringer, barcelonés de 10 años, le aplauden sus amigos cuando toca el piano. Le gusta ver la televisión y pasar ratos muertos con los clásicos Playmobil y los Gormiti, unos superhéroes de una serie de dibujos animados. Ah, y dice de lo más simpático que lo que más le atrae del cole son "las pausas y jugar al fútbol". De todo eso, se queda sin dudarlo ni un momento con el piano y la música clásica. Y si acaso, alguna canción de Elton John. ¿La música clásica? Sí. Su madre, Hanna, tampoco se lo explica. A ella siempre le ha gustado el jazz y el reggae.

Por lo que se ve, Michael tiene dotes de genio. Con cuatro años le pidió a su madre poder tocar el piano como hacía su profesora en sus lecciones de canto. Se apuntó a unas clases y en un año ya había completado el ciclo que la mayoría hace en cuatro. Hoy se pone la pajarita al cuello y da conciertos por España: Madrid, Murcia, Málaga... Vienen solos. No los buscan. Con público de hasta 1.500 personas. También compone obras: ya tiene nueve. "Las melodías me salen de pronto. Toco la pieza una vez y rápidamente la escribo", asegura como si nada. Su madre matiza el comentario: "Antes de empezar a tocar está en su mundo, en sus pensamientos. Luego, los dedos lo hacen todo. Es innato". Sus profesores no salen de su asombro.

Aunque Michael nació en Barcelona, tiene origen alemán y desciende de dos músicos legendarios del siglo XIX: el pianista y compositor húngaro Franz Liszt y la pianista alemana Sofia Menter. Los genes. De ahí viene su talento. Michael tiene tres pianos en casa (el de cola, el de pared y el de cola electrónica), toca de vez en cuando el violín y está interesado en las biografías de músicos más que en los cuentos infantiles. ¿Cuáles son sus compositores preferidos? "Liszt, Beethoven y Chopin", contesta al segundo sin pensárselo. "Me gustan porque son románticos. Yo quiero ser como ellos".

El contenido negativo de los informes sobre niños no cambia mucho cuando estos se hacen adolescentes. El último Informe de la Juventud en España, de 2008, asegura que tienden a la pasividad en las actividades de ocio: hacen menos deporte, leen muchos menos libros y, por el contrario, escuchan más música y pasan más horas delante del ordenador y las videoconsolas. Que están conectados permanentemente al móvil y las redes sociales. Que solo apoyan los valores solidarios en sus planteamientos y se implican personalmente muy poco a la hora de actuar.

"Hay muchos adultos que tampoco se implican", se indigna la risueña Camila Bocca, de 17 años. "Cuando los paras, ni te miran". Lo sabe bien porque participa en actividades callejeras con la Red de Jóvenes de Greenpeace. A los nueve años empezó a ir a un campamento con actividades ecológicas y allí le entró el gusanillo. Junto a otros adolescentes ayuda en la organización de eventos en Madrid, como La Casa del Clima, del pasado mes de octubre, donde los ciudadanos podían comprobar su huella de carbono en el medio ambiente. Dice con una carcajada que sus amigos la llaman "la recogepapeles" porque no puede ver basura en las calles. "¡A mí también me dicen lo mismo!", salta Alicia Shmatko, de 17 años.

Hasta hace un momento no se conocían. Y ahora comparten una charla sobre voluntariado. "Yo necesitaba ayudar a alguien, a quien fuera...", cuenta Alicia. "Me pasé por varios hospitales para ver qué podía hacer, pero nadie me decía nada. Al final me recomendaron el grupo Neo Cruz Roja, donde hacemos actividades al aire libre con niños". A su vez, Alicia asiste a talleres ecológicos, sobre drogas, sexualidad... Las dos tienen pensado seguir con el voluntariado, estén donde estén. Camila conoció el año pasado de primera mano la "brutal" situación del Sáhara. Alicia se muere de ganas por viajar a cualquier país de Oriente Próximo y ayudar a los más pequeños. Quizá ahora, mientras usted lee, ya hayan organizado un plan de ataque mundial contra los no comprometidos.

Rafael García. Alma de papel. Lector voraz y escritor 'amateur' de microrrelatos. Madrid, 10 años. Le gustan las matemáticas.
Rafael García. Alma de papel. Lector voraz y escritor 'amateur' de microrrelatos. Madrid, 10 años. Le gustan las matemáticas.FRANCIS TSANG
Marta Pérez. Sentada con las reinas. Aficionada al ajedrez. Madrid, 10 años. Su hermana mayor tiene la culpa. Marta la vio moviendo caballos y reinas y se quedó preguntándose qué sería aquello.
Marta Pérez. Sentada con las reinas. Aficionada al ajedrez. Madrid, 10 años. Su hermana mayor tiene la culpa. Marta la vio moviendo caballos y reinas y se quedó preguntándose qué sería aquello.FRANCIS TSANG

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