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LLAMADA EN ESPERA
Columna
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Planes de verano

Estrella de Diego

Madrid no es Nueva York, aunque cada vez se parece más en la suciedad y un olorcillo a excremento humano que ha alcanzado a barrios como el mío que era más bien aseadito. De todos modos, tal y como están las cosas, seguro que muchos han decidido quedarse y otros, a pesar de que Madrid es más bien desagradable en verano, igual vienen a darse una vuelta.

Estamos todos de suerte porque hay muchas cosas interesantes que ver. Algunas son deslumbrantes, como El descendimiento de Caravaggio en el Prado, que llega a Madrid con motivo de la visita del Papa. Como lo oyen, el Prado y la Thyssen -comentan- se han preparado para la visita papal. No me queda claro si tienen planeado llevar al Santo Padre a darse una vuelta por los museos o si han buscado escenarios más acordes para sus seguidores.

Se me ocurre que si se trata de una visita del Sumo Pontífice igual podrían haberle llevado a ver Fotografía obrera en el Reina, si bien, con lo larga que es -y que se hace-, igual iba a resultar muy cansado para nuestro huésped de honor. No es la única expo del Reina con ese problema, me parece. Lo decía el otro día una colega neoyorquina refiriéndose a la extensión de buena parte de sus muestras: "They don't edit". Vamos, que son incapaces de hacer un poco de criba. Lo ponen todo. Ocurre incluso con dos expos que nadie debería perderse: Lygia Pape y Kusama, estupendas ambas -las expos y las artistas-, si bien adoleciendo a ratos de ese mismo problema -demasiado enciclopédicas, más bien formato de libro.

Así que no viene mal un cambio de tercio y una visita para ver arte joven y un poco cutting edge -que a veces echo mucho de menos en el Reina. La Casa Encendida y el Matadero siempre ofrecen algo fresco-, con buenos bares, además, que en verano es importante. En La Casa Encendida se puede ver Inéditos, el proyecto que anualmente apoya a los jóvenes comisarios en el trabajo constante de promoción del arte joven que Caja Madrid (¿o habría que decir Bankia?) viene haciendo y que este año está muy bien: superprofesionales los implicados, ya lo verán.

Y hablando de calor. Si lo que les pone es una excursión, se pueden ir al Paular a ver los carduchos, que se han vuelto a reunir -otra vez los milagros del Prado- y que así, vistos juntos, parecen una especie de libro en imágenes de Max Ernst. ¿Y qué mejor que una copita a la vuelta? Pueden hacerlo en Tipos Infames, un experimento genial entre bar, librería y espacio expositivo en el piso de abajo que ofrece en Madrid un ambiente distinto al de propuestas parecidas -más especial. Va siempre la misma gente, un poco como en la serie Friends, pero en este caso hablan de libros.

Allí pueden comprarse El mundo bajo los párpados, del extraordinario editor Jacobo Siruela, publicado hace algunos meses en su actual editorial, Atalanta. Se trata de una especie de "tratado sobre los sueños", que con frecuencia se interpretan y de cuya historia se sabe tan poco. El volumen resume algunas pasiones del autor, que se desvela como un escritor potentísimo, explorando sobre todo formas de narrar en la propia escritura. De hecho, a pesar del rigor y los vastos conocimientos del texto, nunca se hace pesado o académico -al contrario: intriga en la lectura de la exploración "onirista". Un hallazgo.

Si prefieren una novela, les propongo Pez Espada, de Alfredo Taján, recreación chispeante del Torremolinos sesentero. Es un libro que también atrapa, en este caso porque durante la lectura casi se siente la brisa del mar. Me ha encantado. Y no les cuento más para que se lo lean. Ah... feliz verano.

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