Pócimas para votar
Nunca como en esta ocasión -me refiero a las elecciones en Catalunya, pero, con matices, bien podría ampliar el espectro a cualquier otro comicio- me va a costar tanto abandonar cualquier tarea placentera -como, por ejemplo, rascarme la panza en casa- para ir a votar el próximo domingo. La pregunta a quién votaré ya ni me la planteo. Hace décadas que no voto a favor de, sino en contra de. Imagino que les ocurre a muchos de ustedes. Se acabó el principio de placer, llegó desde hace mucho el azote del deber. Y todos están muy vistos. Sabemos lo que podemos esperar de ellos, sabemos sobre todo lo que no podemos esperar.
Claramente, me encuentro en el periodo de necesitar hacerme con grandes dosis de paliativos para soportarlo. Contemplo la tarjeta del censo y me pregunto por qué no acompañan con ella un estuche con medidas de alivio para el trance. Pinza para obstruirse la nariz, con objeto de evitar el hedor a faltriquera vieja y llena de desperdicios, el hedor a lo ya visto, ya hecho, ya sollozado; una palanganita de porcelana para los vómitos que pueden asaltar al votante en cuanto ponga el pie en la calle; pastillas para la acidez estomacal, que siempre aparece en ocasiones tales; una petaquita con vodka, para todo el rato.
"Debería existir una papeleta especial para estos casos que pusiera 'Sí, pero "
Debería existir una papeleta especial para estos casos. Una que pusiera "Sí, pero ", acompañada por otro kit, este completamente lleno de muñequitos que reprodujeran a los políticos de la lista, con sus correspondientes agujas de hacer vudú al lado. No vudú-vudú-vudú, de matar y todo eso, pero sí de proporcionar a los interfectos exasperantes noches de insomnio durante las cuales les daría tiempo a arrepentirse de las promesas incumplidas y a elaborar firmes propósitos de enmienda. Junto a los muñecos con las efigies de los políticos deberían suministrarnos un equipo ministerial que incluyera una figurita por cargo: de presidente del Gobierno para abajo, incluyendo a subsecretarios y directores generales. Y la hostia de agujas, claro.
Retorcido, lo reconozco. Pero son momentos retorcidos en la historia de la humanidad y más aún en la de los países, solos o ayudándose los unos a los otros. Oleadas de cinismo y de hipocresía nos anegan, y eso no quiere decir que antes no existieran o que no fueran peores. No habría querido yo vivir en las épocas en que los héroes sencillos de Ken Follet construían con sus manos los pilares de la Tierra. Sin embargo, nuestra era se caracteriza por que disponemos de amplia información de los canallas per cápita que nos tocan, incluidos los que llevan capita y sotana, y ello redunda en el hartazgo. Como una de las cosas que trae consigo el exceso de noticias es la necesidad de huir hacia la indiferencia para que no nos acogote el pasmo, votar, aunque sea en contra y sin fe ni esperanza y con ya muy poca caridad, continúa siendo una acción necesaria, de las pocas que nos quedan por practicar, y para la que deberíamos organizarnos antes como es debido.
Organizarnos para exigir listas abiertas debería constituir para nosotros la prioridad más prioritaria. Que la calle fuera un clamor. Ya que no podemos erradicar el hambre del mundo, ni a los gilipollas de la política, al menos, tener la posibilidad de examinarlos previamente de uno a uno. Es mucho más sencillo que arreglarles el asunto a los palestinos o a los saharauis, mucho más fácil que noquear a los gobernantes de Israel o al de Marruecos; más que impedir la matanza anual de delfines calderones en Dinamarca o el ahorcamiento habitual de galgos en España; más fácil, incluso, que ponernos por montera a los pontífices que vienen aquí a que las monjas les planchen la muda.
Imaginad. Gente en la calle, a tope, un día tras otro. Sentadas, manifestaciones. Nada de huelga: al contrario, echar horas extras concienciando al personal. Listas abiertas, abiertas, listas, abiertas, listas, abiertas, repetirlo hasta cuando se practica el sexo, entre dos platos, interrumpir a los conferenciantes y a los mitineros: "¡Listas abiertas!". Por ahí podríamos empezar a desentumecernos. Por ahí podríamos llegar a metas más altas.
Y a volver a votar, quién sabe, sin que nos den arcadas. Y sin chuparnos el dedo.
www.marujatorres.com
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Los autores de la matanza de Sídney lanzaron bombas en tuberías y en una pelota de tenis antes de disparar
Trump nombra a Jeff Landry, gobernador de Luisiana, enviado especial para Groenlandia
Miren Ibarguren anuncia que está embarazada de su segundo hijo con Alberto Caballero
Del café del desayuno al champán en 21 minutos y una despedida por jubilación: la lluvia de millones en el centro de Madrid
Lo más visto
- Así te hemos contado las elecciones en Extremadura | El PP gana en Extremadura con 29 escaños, pero necesitará para gobernar a un Vox que crece
- Los jueces del Tribunal Penal Internacional se rebelan ante las sanciones de Trump: “No hay que ceder”
- Oona Chaplin: “Le conté a James Cameron que vivía en una cabaña en los árboles y que estaba iniciando un proyecto de permacultura con una amiga”
- Fernando Blasco, matemático: “Ganar el Gordo es más difícil que encontrar un regalo escondido en un asiento del Bernabéu”
- Los resultados de las autonómicas en Extremadura, municipio a municipio




























































