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Profesores y profesionales culpan al sistema educativo español

La pérdida de vocación, según Antonio Rodríguez, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Cataluña, se debe buscar en la raíz del sistema educativo español, en el bachillerato, cuando los estudiantes de 16 y 17 años de edad escogen las asignaturas que luego les permitirán acceder a las ingenierías. "Los profesores no saben despertarles el interés. Los nativos digitales nacen con la tecnología y no les atrae tanto como antes". Gascón apunta a un componente de mayor calado: la falta de innovación.

"Si nos especializamos en sectores maduros, se demandará personal de baja cualificación, como ahora. Para aportar valor se necesita innovar y potenciar sectores emergentes, falta una administración pública que tire del carro".

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Para el ingeniero Izquierdo, el problema radica en el sistema de educación superior. "La carrera es como una losa, sales agotado y desilusionado, es demasiado teórica. Cuando estudié en Alemania las asignaturas eran muy prácticas, te motivaban mucho más".

El gasto en I+D+i en España sigue a la cola de la Unión Europea de los 15, el 1,27% del PIB frente al 1,91%. Y un ingeniero sin retos, sin problemas que resolver, es una mente desperdiciada. La falta de incentivos para los informáticos tampoco es un problema exclusivamente español. Europa y Estados Unidos sufren, en mayor o menor medida, la falta de atractivos para esta profesión de primera necesidad en el mundo actual.

El sector tecnológico se enfrenta en media Europa a un grave problema, el déficit de profesionales. En España se calcula en 15.000 técnicos de perfil bajo e intermedio y 10.000 de alta cualificación. En cambio, las universidades sólo generaron 10.000 de grado medio en el 2007 y apenas 8.000 de grado superior. No dan abasto.

En Estados Unidos el número de licenciados en informática ha descendido una media del 4% desde 2002, según la National Science Foundation, menos que en Europa. Las universidades produjeron apenas 44.000 graduados el año pasado. La salida por la que han optado las empresas es externalizar a India, China y Vietnam gran parte del trabajo de escaso valor añadido y contratar talento local e importado para las tareas innovadoras. Aunque ello introduce el riesgo de que determinadas tareas emigran a otros países, fomenta la oferta de trabajos innovadores, donde se juntan la educación, la empresa y el dinero.

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