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Reportaje:

Reinas de Hollywood

Los cimientos masculinos de Hollywood se tambalean. Sus estrellas no venden. Tom Cruise se queda corto, Mel Gibson solo sirve para mofa y escándalo, y Tom Hanks cuenta con el respeto de la industria, pero volcado en proyectos pequeños y personales. Su relevo no llega. Jake Gyllenhaal pinchó con Príncipe de Persia, y Robert Pattinson, la gran esperanza blanca, vende revistas y entradas asociado al fenómeno crepuscular, pero, fuera de la saga, muchos dudan de su longevidad. La crisis es tangible. El horizonte, tormentoso. Pero los huracanes suelen tener nombres femeninos. Y este verano se llaman Angelina, Julia y Eva. Tres diosas muy diferentes, pero cuya presencia asegura la energía y el poder de una industria hasta ahora de hombres. Angelina Jolie, Julia Roberts y Eva Mendes.

"no dejo nada al azar. pero soy muy supersticiosa y nome gusta revelar mis sueños"
Angelina Jolie: "cuando me ofrecieron ser chica bond, dije que prefería ser bond"
Eva Mendes : "¡Soy actriz! ¡Cómo voy a mostrar mis emociones si congelo mi cara!"
Julia Roberts: "Es difícil mantener la magia si tienes una cámara encima todo el día"
"el amor nos hace vulnerables, pero también hace que La vida merezca la pena"

Las tres en un día. Y en Cancún, una zona muy de huracanes. Las tres tienen algo que vender. Ya sabemos que las diosas, incluso las de la pantalla, solo hablan con los mortales cuando tienen algo que pedirles. En este caso, que difundan la buena nueva de sus más recientes películas. Jolie acaba de estrenar Salt; Roberts llega el 1 de octubre con Come, reza, ama, y Mendes traerá Los otros dos a mediados de octubre. Las tres pertenecen al mismo estudio, Sony, y de ahí que reúnan a las estrellas con los mortales bajo un mismo techo: el hotel Ritz Carlton de Cancún. El excepcional encuentro de las tres se asemeja a una alineación cósmica que hace resaltar aún más su poder en Hollywood.

De Angelina Jolie se dicen muchas cosas y no todas buenas. Anoréxica, rompe-matrimonios y aficionada al sexo kinky son algunos de los cotilleos que rondan a esta estrella de 35 años, comentarios que, en lugar de dañar su imagen, la convierten en el rostro más lucrativo de la prensa rosa. Sus logros van más allá. Actriz taquillera con un Oscar (Inocencia interrumpida), benefactora y madre de familia numerosa, además de ser la única que en la actualidad disfruta de un caché superior a los 15 millones de euros por película. Y ahora la primera mujer convertida en un héroe de acción de Hollywood gracias a Salt, película originariamente pensada para un hombre. Un salto en la evolución del cine comparable al que hace 25 años dio Eddie Murphy cuando se convirtió en ese Superdetective en Hollywood pensado para un actor blanco.

Si Angelina es la consagración del nuevo cine de acción, Julia Roberts es su eterna sonrisa. Dos décadas de carrera desde el bombazo Pretty woman, un Oscar y el honor de ser la primera actriz que alcanzó ese caché por encima de los 15 millones de euros que ahora disfruta Jolie le dan el merecido apodo de "la novia de América". Ella se deja querer porque, a sus 42 años, en lugar de aprovechar hasta el último cartucho de esos temibles 40 que marcan la muerte de una actriz en pantalla, Roberts se ha vuelto muy selectiva y trabaja cada vez menos. Una estrategia que, a juzgar por el interés que existe con su próximo estreno, Come, reza, ama, funciona: cuando se trata de películas con corazón, no hay más Julia que Roberts.

En este triunvirato de belleza, cerebro y corazón, Eva Mendes puede reclamar sin problemas un cuerpo 10, la número uno como la más deseada de la pantalla. No tiene Oscar ni hijos, y su filmografía da tumbos, pero a sus 32 años nadie duda de su atractivo. "El cuerpo más sexy de Hollywood", según la revista Shape, o "la mujer más atrevidamente divertida", que dice Cosmopolitan. Desde luego, la más natural de las hispanas. Alguien que en su próximo estreno, la comedia Los otros dos, se come a sus compañeros de pantalla, Will Ferrell y Mark Wahlberg.

Así que aquí están, en medio de un calor sofocante y acompañadas de sus retoños, sus séquitos y de esa magia que las hace más grandes de lo que son. De hecho, Jolie me está esperando sentada junto a una ventana del hotel, pero tengo que fijar la vista para darme cuenta de que es ella. Sentada sobre sus propias piernas y sin la presencia de la habitual cohorte a su alrededor, apenas la veo. Ella fija su atención en la piscina donde se bañan cuatro de sus seis hijos, Maddox (ocho años), Pax (seis), Zahara (cinco) y Shiloh (cuatro), un grupo de anuncio de Benetton que completan tres guardaespaldas blancos a los que se les ha olvidado ponerse protección solar. Esas espaldas van a doler. Un gran contraste con la palidez de nácar de Angelina. "Los gemelos están con Brad", comenta en referencia a Vivian y Knox, que acaban de cumplir dos años y con los que la actriz completa la familia que ha montado junto a su pareja desde hace cinco años, Brad Pitt. "Ellos son mi talón de Aquiles. Mi punto débil. Pero también son mi fortaleza". Tener a Jolie delante, vestida con una escueta túnica azul de seda que le resbala por sus tatuajes, me desarma. Con un modelo breve de Gerard Darel en el que todo es brazos y piernas, y que completa con unos tacones de aguja de Ferragamo, su presencia es firme. Además, su voz, perfectamente modulada, sabe lo que quiere decir, sin titubeos. "No puedo decir ingenua, pero cuando la conocí, hace más de una década, al comienzo de una brillante carrera, estaba todavía aprendiendo a controlar su instrumento", me había comentado unos momentos antes Phillip Noyce, su director en Salt. "Ahora es un Stradivarius con el que toca lo que quiere".

Su última melodía se enmarca dentro de un terreno que durante años estuvo reservado a los hombres. Salt es puro cine de acción, género en el que Jolie ha recaudado más de 1.151 millones de euros en la taquilla mundial en la última década. Lo que cambia esta vez es que Salt estaba pensada para Tom Cruise. Cuando el actor rechazó el personaje, Jolie no dudó en ponerse los pantalones. Acababa de dar a luz a los gemelos y se sentía, tal como reconoce ahora, "muy frágil, muy chica", pero a la vez "una colgada de la adrenalina". El guión se lo pasó Amy Pascal, presidenta de los estudios Sony y la misma que años atrás le había ofrecido ser la nueva chica Bond junto a Daniel Craig como 007. "Yo bromeé que prefería ser Bond", me dice seria. Dos años más tarde, el resultado fue Salt, el seguro comienzo de una nueva franquicia al estilo Bond o Bourne. Nada de versiones descafeinadas tipo Los Ángeles de Charlie. "El público no es tonto y una buena película es una buena película. Si un actor solo se apoya en su popularidad y no trabaja duro, lo notan".

Jolie siempre lo ha dado todo. La hija de Jon Voight y Marcheline Bertrand se dio en matrimonio a su primer compañero de reparto, Jonny Lee Miller, tras conocerse en Hackers (Piratas informáticos). Luego fue conocida por sus excesos junto al actor Billy Bob Thornton, su segundo marido, y finalmente ha creado toda una familia-marca-empresa junto a Pitt en ese dúo bautizado como Brangelina. Ella pasa de puntillas por el tema: "Estoy demasiado expuesta, pero conservo mi lado íntimo, y ese pertenece a mis hijos y a Brad. Es mi lado más tierno". A falta de declaraciones más familiares, están las del realizador australiano Noyce: "Han cambiado mucho las cosas desde que trabajamos en El coleccionista de huesos. Recuerdo cuando venía a mi casa y nadie le hacía caso. Ahora no puede poner un pie en la calle sin protección. Sin que se inventen cosas de su vida. Pero siempre dejó el circo fuera del rodaje".

Durante la entrevista, Jolie tampoco da muestras de la locura que la rodea. Su calma es ejemplar. "El amor nos hace vulnerables, pero también hace que la vida merezca la pena. Para ser una persona completa tienes que estar enamorada", remata. Habla de su personaje en Salt, pero es fácil interpretar la frase con doble sentido, contra los continuos rumores de separación de Pitt.Ella no se da por inmutada: "Tenemos dinero y un trabajo que nos permite disfrutar de una vida viajera. Es el gran regalo que les puedo dar a mis hijos". Por no tener, no tiene ni relaciones públicas ni agente. Ella se lo guisa y se lo come con ayuda de su teléfono móvil, su abogado y quien durante muchos años fue su mánager, Geyer Kosinski. Se supone que habrá que incluir a Brad Pitt… "Él siempre está cien por cien detrás de lo que quiero hacer".

Las cosas no pueden irle mejor; a Salt le seguirá El turista, la proyectada saga de Kay Scarpetta, protagonista de las novelas de Patricia Cornwell, y las comentadas versiones de Cleopatra y de La bella durmiente, y tal vez incluso de Marilyn Monroe. Antes de la despedida, le pregunto sobre un posible adiós al cine: "Las cosas siempre se sacan de quicio. En lo que pensamos es en trabajar mucho los próximos años haciendo los proyectos que más nos gusten. Y luego ya veremos. A Brad y a mí nos gustaría viajar más y hacer otras cosas con nuestros hijos".

La tormenta está aquí. Nos cuesta imaginar ahora mismo un mundo cinematográfico sin Angelina Jolie. Pero lo mismo pensábamos de un Hollywood sin Julia Roberts. Y ha tenido que pasar casi una década hasta volverla a ver en una película como protagonista. Desde su llegada por la puerta grande con Pretty woman, nadie dudó del poder de esta reina de la comedia romántica. Roberts no solo alcanzó el caché de Jolie una década antes, sino que reinó donde Angelina nunca lo hará, en esas películas que ablandan el corazón más duro. Y no a golpes. Con una sonrisa. Pero eso fue entonces, al final de la década Clinton, años que vendrían seguidos de la Administración Bush y de un cine más volcado en la acción que en el romanticismo. Además le llovió la competencia, aunque fue Roberts quien dijo no a películas como La proposición o Un sueño posible, que encumbraron a esa otra novia de la pantalla que es Sandra Bullock. Porque realmente fue Julia Roberts quien dejó Hollywood cuando estaba en lo más alto para entregarse a su familia. "Somos un paquete completo", afirma como si hubiera estado escuchando la conversación con Jolie. Julia habla de su marido, el cámara Danny Moder, y sus tres hijos, los gemelos Hazel y Phinnaeus, de cinco años, y Henry Daniel, de tres, que disfrutan de la misma piscina que los hijos de Angelina. La propia Roberts se ha bañado con sus hijos ante la mirada atónita de quienes han compartido piscina con esta estrella de figura escultural tras dos partos y 42 años. "No me puedo quejar. Por lo general, la gente me deja llevar una vida normal, como la de otras familias", comenta con esa voz algo nasal que tiene. "Pero es más agradable que hablemos así, vestidas", se ríe recordando nuestro breve encuentro en el agua. Un vestido de Etro púrpura y unos zapatos de Marni le dan un toque más formal al encuentro que ese saludo torpe, sin saber si darme la mano o dejarlo en una sonrisa, mientras estaba en traje de baño disfrutando con su familia.

Roberts no se engaña. Sabe que los papeles que le dieron fama, desde Pretty woman hasta La boda de mi mejor amigo y Notting Hill, ya no le van. "A mí me gusta ver a Julia interpretando a alguien complicado, porque ella es complicada. Bella, porque ella es bella, vulnerable, divertida y un poco retorcida. Ella lo es todo", ha explicado Ryan Murphy sin poder ocultar su adoración hacia la actriz que acaba de dirigir en Come, reza, ama. También ella habla del amor y la pareja. "El amor sin condiciones no viene solo de nuestro hijos. Está en nuestra familia, en nuestros amigos, en nuestras parejas. Es ese puerto que todos vamos buscando", se relaja con una de esas sonrisas que aclaran un rostro que al natural es más serio y adusto de lo que esperas de esta sureña afable, pero algo artificial. Como dice Eddie Murphy, "cuando Julia sonríe es como si las nubes se separaran para dejar salir el sol". Cursi, pero cierto.

Roberts cada vez sonríe menos a la pantalla. Y el público y la industria lo han aceptado. "Está claro que la industria ha cambiado, y la mayor transformación es la cantidad de medios que se interesan por nuestras vidas, por el negocio, por lo que hacemos. Es difícil mantener la magia, el misterio cuando tienes una cámara encima las 24 horas del día. Es un proceso de desgaste que acaba matando la singularidad, la sorpresa, la diversión del cine", comenta. Se le nota mucho más relajada que años atrás, cuando era capaz de gruñir a los periodistas a la mínima de cambio. Ahora su vida son sus hijos, su jardín orgánico en su casa de Malibú, sus viajes con toda la familia y esa pequeña habitación llena con todas sus "tonterías", incluida su máquina de coser, donde confiesa que a diario busca y encuentra ese momento de estar a solas. Una vida que de vez en cuando salpica con algo de trabajo. "He disfrutado de grandes oportunidades como actriz. Me he sentido enriquecida con cada experiencia. Ahora me puedo relajar".

Con Eva Mendes toca cena. Otra estrella, otro restaurante, el mismo hotel. Un local con vistas a un Caribe que sigue golpeando con enfado el muro de arena en el que ha convertido la playa. Pienso en Roberts por ese tono entre maternal y magnánimo con el que citaba a las nuevas generaciones de actrices, a esas "nuevas Julias": "Siempre digo que debe de ser confuso y difícil ser joven en el Hollywood actual. La atención es tan microscópica que no sé cómo se apañan. Afortunadamente, yo a estas alturas puedo ser quien soy". Pienso en este comentario al ver a Mendes, su risa a carcajadas, su envidiable moreno, su jugueteo con unos zapatos Casadei que se quita en cuanto se sienta. Por no hablar de esas cejas que se mueven en una frente libre de botox. "¡Mi frente se mueve!", exclama Mendes riendo con estruendo. "Sí, tienes razón, es algo raro en la industria actual. ¡Pero soy actriz! ¡Cómo voy a mostrar mis emociones si congelo mi cara!".

Si Julia Roberts es admirada por su sonrisa y su cuello de cisne, Mendes no tiene nada que envidiarle. Además, su sonrisa está llena de energía y humor. "Pensar que hasta los 21 era la parte que más odiaba de mi cuerpo…, la que quería cambiar. Y ahora es la que más me gusta", comenta pasándose la lengua por los labios. Fue por esa edad cuando Hollywood la descubrió y pasó en poco tiempo de sex symbol a estrella, con una filmografía escasa y sin clásicos, pero en la que siempre sale ganando, mostrando talento incluso en las peores películas. "Es guapísima, agradable y cercana. A su lado te sientes muy cómodo, pero está por encima de mis posibilidades", se sinceró Mark Wahlberg, tras trabajar con ella en Los otros dos. "Tendré que darle las gracias, pero yo no me veo así", responde Mendes. "Con este vestido de tirantes de Dior y tras pasar por peluquería y maquillaje, aquí me tienes, pero en el día a día paso desapercibida", intenta convencerme. "¿Viste anoche a Salma Hayek? Ella sí es guapa. ¡Me daban ganas de gritar su nombre!". Y lo grita ahora.

Hija de cubanos y convertida en el retrato de la latina explosiva, pero con cerebro, lo que Mendes no tiene son pelos en la lengua. Incluso para hablar de sí misma. Sabe que le queda mucho camino y tanto su filmografía como su caché están lejos del listón marcado por Jolie o Roberts. Pero todo se andará. Entre otras cosas, tiene 32 años y el futuro pinta prometedor. "Todo depende de cómo lo lleves", dice. Mendes, como Roberts y Jolie, es de las que les gusta llevar las riendas de su propia carrera. Para algo estudió empresariales, aunque nunca acabó sus estudios. "Soy muy puñetera con mis elecciones. Aunque a veces no lo parezca, voy construyendo poco a poco, con cada papel, la totalidad de mi carrera. No dejo nada al azar. Lo que también pasa es que soy muy supersticiosa y no me gusta revelar mis sueños. Pero te puedo prometer que siempre tengo algo en mente, esa meta hacia la que siempre me muevo. Adelante, siempre adelante".

Eva Mendes

Una puritana muy deseada

En las entrevistas reconoce que aún no se ha liberado del todo de su educación religiosa conservadora. Y eso que Eva Mendes (Miami, 1974) lleva años encabezando las listas de las más bellas del mundo, en parte gracias a sus destapes (sonada fue la sesión erótica para Vogue). Esta hija de emigrantes cubanos que iba para monja llegó al cine por un retrato que le hizo un vecino fotógrafo y que llamó la atención de un cazatalentos. Los chicos del maíz V (1998) no fue un comienzo soñado. Tuvo que esperar tres años hasta Training day, con Denzel Washington. Todavía acreditada como Eva Mendez, explotaba su sensualidad latina; una constante que se mantendría en blockbusters como 2 fast 2 furious o Ghost rider, con algún resbalón de por medio (Pegado a ti). Poco a poco, ha destapado su vena cómica en Hitch (2005), junto a Will Smith, y ha madurado a las órdenes de James Gray en La noche es nuestra (2007) y de Frank Miller en The Spirit (2008). Por J. H.

Julia Roberts

La sonrisa de América

Ligada a la comedia desde sus inicios, Julia Roberts (Smyrna, Georgia, 1967) despega en compañía de Richard Gere como la carismática prostituta de Pretty woman (1990). Le llueven los premios: Globo de Oro, candidatura al Oscar… y el People's Choice Award, que resume su carrera: Roberts es la favorita del público, "la novia de América". Siempre triunfa cuando se trata de combinar humor y romance: véanse La boda de mi mejor amigo (1997), Notting Hill (1999) y Novia a la fuga (1999). El thriller no le da tan buenos resultados (Conspiración, junto a Mel Gibson). Tampoco el drama (Mary Reilly). Hasta que se cruza con Steven Soderbergh: su abogada luchadora de Erin Brockovich (2000) le vale su primer Oscar y el caché más alto de la historia para una actriz (20 millones de dólares). Desde entonces, algún que otro taquillazo (Ocean's eleven), papeles notables (Closer) y olvidables (La sonrisa de Mona Lisa). Volcada en su familia, se casó en 2002 con el cámara Daniel Mooder. Tienen tres hijos. Por Javier Heras

Angelina Jolie

Felina activista

Lo lleva en los genes: hija de Jon Voight (con el que no se habla), su madrina es Jacqueline Bisset. Angelina Jolie (Los Ángeles, 1975) estudió en la academia de Lee Strasberg, como su madre, Marcheline Bertrand. En sus comienzos compaginó el teatro con videoclips (Anybody seen my baby, de los Rolling Stones). Poco a poco se granjeó el favor de la crítica y varios premios (dos Globos de Oro por teleseries), incluyendo un Oscar por Inocencia interrumpida (1999). De la mujer que recogió el galardón (de negro de la cabeza a los pies y casada con Billy Bob Thornton, 20 años mayor) a la que en 2009 surcó la alfombra con Brad Pitt (candidata por El intercambio) ha mediado algo más que un cambio de imagen y de marido. Jolie ha combinado producciones palomiteras (Tomb Raider, Sr. & Sra. Smith, Wanted) con trabajos de prestigio con Robert De Niro o Michael Winterbottom. Pese a algún tropiezo (Pecado original), no se ha encasillado como sex symbol. Tiene seis hijos (tres adoptados) y es embajadora de la ONU. Por J. H.

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