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LLAMADA EN ESPERA
Columna
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Tenemos que hablar

Estrella de Diego

Se puede ver en todos los quioscos compartiendo espacio simbólico con las revistas del corazoneo, el Herald Tribune y Le Monde, y llama la atención que muchos la pidan o pregunten de qué se trata, intrigados por el objeto. En un principio, al observar la curiosidad de la gente, me parecía que era por las letras rosa ciclamen de la portada. Pero no es eso lo que llama la atención de todos, sino algo a un tiempo más obvio y más sutil: el título mismo de este artefacto con forma de revista. "Tenemos que hablar", dicen las letras diseñadas con un falso relieve, y los que pasan se paran, preguntan y se llevan el artefacto a casa porque saben que es verdad, que es necesario sentarse y ver de qué demonios va todo esto que está pasando, esto que modifica nuestras vidas y que sin embargo observamos como meros espectadores.

'Tenemos que hablar' es el primer número de la revista El Estado Mental, capitaneada por Borja Casani, a pesar de tratarse de un proyecto en el cual han participado muchas personas, casi todas jóvenes. La trayectoria de Casani como editor y director de revistas desde los años ochenta no deja resquicio a la duda sobre su determinación y capacidad para detectar las cuestiones esenciales en cada momento, así que el resultado del proyecto ha sido estupendo. Casani llevaba tiempo inquieto, dando vuelta a esto de la crisis. No estaba preocupado. Más bien, y como tantos de nosotros, veía con buenos ojos un poco de anorexia en la bulimia. Lo cierto es que algunos pensamos -tontamente, veo ahora- que la crisis mundial, el final del banquete para este mundo del arte en el cual todo ha valido mientras sobraba la plata, pondría las cosas en su sitio y haría, como el Capitán Trueno, que ganara el bueno. Dicho de otro modo, lo banal se terminaría por excluir. No ha sido así. Han bajado los presupuestos pero la escasez no ha conseguido garantizar una mayor calidad.

Por eso es imprescindible crear lugares de la resistencia y Tenemos que Hablar, un proyecto colectivo en el cual nadie ha cobrado nada sino todo lo contrario, resulta una propuesta combativa donde hay momentos de reflexión imprescindible, tiempo para la sonrisa, fotonovelas irónicas, trabajos de artistas, propuestas de juegos con regusto situacionista

... Más que una revista tiene sabor a acción, a riesgo, a sorpresa, eso que escasea hoy y que hay que poner a funcionar de nuevo en este mundo plano y acomodaticio -y encima ahora sin un duro. La revista, además, está editada en papel y eso se convierte en un valor añadido: en una época de virtualidades cierto sabor a proyecto vanguardista gusta mucho, pues aunque nos fascine la Red la cosa física del fetiche sigue teniendo su morbazo -¿o no?

No es la única revista en papel que ahora se edita por amor al arte -o sea que nadie cobra nada. La más Bella, un proyecto que Diego Ortiz y Pepe Murciego llevan elaborando desde hace años, es otra "acción" en papel. Su territorio se mueve en torno al arte contemporáneo, entendido como un territorio amplio y su última entrega se "actuó" en el Teatro Pradillo, lo que da idea de lo underground del producto. UHF, Gutenberg Quaterly, Roulotte son algunas de las otras propuestas alternativas, si bien una de las más originales es la editada por Miguel Bonet y Alfredo Poves, Negocios Raros, donde, como el mismo nombre remedo de Chesteron indica, diferentes artistas proponen y analizan "negocios raros". Desde luego un must en esta época que exige agudizar la imaginación para salir adelante -y sobre todo para no morir del aburrimiento.

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