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Reportaje:DISEÑO

De aquí para allá

Guillermo Abril

Cuando, a principios de año, la reina Sofía husmeó en el interior del paralelepípedo, quedó sorprendida (para bien) con la propuesta, pero también dejó constancia de que aquella disposición podría derivar en alguna situación incómoda para sus inquilinos más pudorosos: la suite no tiene un cuarto de baño, recalcó, sino una ducha y un escusado que vierten directamente a la habitación. Y la bañera ha sido emplazada frente al sofá. Tomás Alía, el diseñador responsable, premio Nacional de Arquitectura de Interiores en el año 2000, cuenta que su propio dormitorio está dispuesto de manera similar. Sin barreras entre la ducha y la cama, pues se trata de un espacio íntimo, a compartir, como mucho, con otra persona. Cuestión de gustos. La Reina asintió. Y siguió su camino. En cualquier caso, era lo de menos. La anécdota tuvo lugar en Fitur, el primer destino de esta innovadora habitación de hotel después de salir de la fábrica (sí, la fábrica), subirse al remolque de un camión y marchar a Madrid desde Vizcaya. Como si fuera una roulotte. Porque en eso consiste el mencionado paralelepípedo. La Suite Ecosostenible y Viajera se encuentra a medio camino entre un remolque y una casa prefabricada. Resulta fácil de trasladar y acoplar. Y se trata de una solución pensada para aquellos hoteles que quieran ampliar espacio sin realizar obras, según sus promotores; una respuesta de escaso impacto ambiental, añaden, ante las inquietudes del viajero moderno. El prototipo, el mismo que sorprendió a la Reina, se encuentra estos días instalado en el jardín del Molino de Alcuneza (www.molinodealcuneza.com), una casa rural de Sigüenza (Guadalajara). La estancia, 300 euros.

El inodoro emplea el agua usada del lavabo. Y así, cada detalle procura llenar de contenido la palabra "ecosostenible"

El proyecto nació hace algo más de un año, cuando Carlota Mateos e Isabel Llorens, las dos socias treintañeras de Rusticae (www.rusticae.es), un club de pequeños hoteles "con carácter", dieron un paso más allá. Hasta entonces, en sus 15 años de historia, habían ido abriéndose un nicho propio, ofreciendo "experiencias únicas" al cliente. Pero, en el fondo, su compañía no era otra cosa que un paraguas bajo el que se guarecían hoteles y casas rurales con unos estándares turísticos muy selectos. "Al principio vendíamos humo", dice Isabel Llorens medio en broma. Humo fino para un público urbano, pero con ganas de campo. Turismo rural, pero con clase. Y así fueron creciendo, hasta que en Fitur 2010 llegó su gran paso adelante. Conocieron a un arquitecto con una propuesta diferente, Francisco Saiz, socio de Modulab (www.sistemamodulab.blogspot.com), un estudio especializado en viviendas modulares, preocupado con el futuro de la construcción y su impacto sobre nuestro entorno. Saiz les mostró un prototipo de la casa de madera en la que vivía y sigue viviendo en La Navata (Madrid) y les preguntó: "¿Qué os parecería como solución para ampliar un hotel?".

A grandes rasgos, la propuesta consistía en fabricar una habitación transportable. Bien equipada. Un módulo que se podría colocar fácilmente, durante la temporada alta, en la playa, por ejemplo. O que pudiera ser plantado durante un tiempo en un espacio protegido, pues no resultaría invasivo. Hubo flechazo. A partir de ahí comenzó una colaboración "altruista", según las socias de Rusticae, para sacar el proyecto adelante. Participó el diseñador Tomás Alía, el equipo de arquitectos de Modulab, la fábrica Egoin, especializada en construcción en madera... Y una pléyade de colaboradores que fueron aportando desde la colcha hasta el váter, con esfuerzo, pero sin retribución a cambio.

Las paredes están formadas por listones de madera de pino vizcaíno. Materia prima local. El tejado y uno de los muros exteriores han sido recubiertos con vegetación, para conservar mejor una temperatura fresca en el interior. Recoge agua de la lluvia. La almacena en el aljibe. Y la evapora con el calor. Se ha empleado lana de oveja como aislante. Un gran ventanal filtra la luz y retiene la temperatura en invierno. Desde fuera parece un elegante vagón de tren. Una vez dentro podría ser una suite de cualquier hotel del mundo, con cerca de 40 metros cuadrados. El interior resulta cómodo y huye de las florituras. No hay televisor. La cisterna del inodoro emplea el agua usada del lavabo (el invento es de Roca). La colcha y el sofá han sido aportados por Ecoalf, una empresa española que fabrica tejidos reciclados a partir de redes de pesca. Y así, cada detalle procura llenar de contenido esa curiosa palabra: "ecosostenible".

El arquitecto Francisco Saiz asegura que la construcción modular presenta ventajas. En primer lugar, se produce "en seco", sin cemento, y en una fábrica. El proceso se puede industrializar, como el mítico Ford T, reduciendo el tiempo de construcción hasta en un 75%. Las emisiones de CO2 generadas en este proceso son mucho menores, asegura. Los residuos, prácticamente nulos. Y su edificación requiere de una cimentación formada por cuatro dados de hormigón, uno bajo cada esquina. Un método superficial; nada de agujeros. Cuando llega a su destino, una grúa coloca el módulo sobre su emplazamiento, se conecta a la red eléctrica y al resto de suministros, y hasta nueva orden. Saiz cuenta que la segunda vez que se vio con Isabel Llorens y Carlota Mateos, de Rusticae, estas le preguntaron: "¿Podría ser viajera?". Saiz asintió. A ellas les gustó la idea. Nació el nombre. Y en esto andan, trasladando el vagón. En julio, la suite prototipo comenzará su tercer éxodo, hacia Portugal.

Por fuera, la 'Suite Ecosostenible y Viajera' (bautizada así por sus creadores) parece un vagón de tren.
Por fuera, la 'Suite Ecosostenible y Viajera' (bautizada así por sus creadores) parece un vagón de tren.MANOLO YLLERA
El sofá que alberga la 'suite'. Puede actuar como segunda cama.
El sofá que alberga la 'suite'. Puede actuar como segunda cama.MANOLO YLLERA
Con un globo terráqueo de plástico en la mano, Werner Boote recorrió 15 países en busca de su composición y efectos. Descubre que el consumo se ha extendido en Occidente y Oriente, en casas ricas y pobres, en productos para niños y adultos. Sus efectos se aprecian en tierra, mar y aire. Hasta que llegó a Qin Xu, en China, donde se fabricó su balón con compuestos prohibidos en la UE.
Con un globo terráqueo de plástico en la mano, Werner Boote recorrió 15 países en busca de su composición y efectos. Descubre que el consumo se ha extendido en Occidente y Oriente, en casas ricas y pobres, en productos para niños y adultos. Sus efectos se aprecian en tierra, mar y aire. Hasta que llegó a Qin Xu, en China, donde se fabricó su balón con compuestos prohibidos en la UE.THOMAS KIRSCHNER

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.

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