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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El "alma española"

Parece que un libro que se presente por enésima vez planteando que el Quijote produjo un renacimiento del pensamiento español en el siglo XX, basándose en el eterno problema filosófico idealismo-realismo, y que vuelva otra vez su mirada en este sentido a Unamuno y Ortega, a Zambrano, que insista en que nuestra filosofía está disuelta en nuestra literatura y que su problema fundamental es el ser de España, un problema local y patrio pero de supuesta dimensión universal además, no merecería la pena. Pero éste la merece a pesar de todo. Da mucho que repensar precisamente porque trata muy bien (la cuestión es para qué) esos temas manido-ajado-noventaiochistas de filosofía quijótica, que (porque son un callejón demasiado transitado pero sin salida) ya podían abandonarse de una vez, con este libro como generoso epitafio por ejemplo.

Tres miradas sobre el Quijote. Unamuno - Ortega - Zambrano

Fernando Pérez-Borbujo

Gedisa. Barcelona, 2010

240 páginas. 17,50 euros

Se trata de describir "la base pasional del alma española, su potencia y drama". Base que se localiza en la "piedad", el amor que es capaz de salir de sí mismo, que "nace del" padecimiento y del sufrimiento y "se derrama" sobre todo heroísmo en forma tragicómica: el lamentable héroe piadoso está condenado al fracaso, la incomprensión y a la burla, que incluso ha de reasumir como "correctivo autocrítico" aplicada a sí mismo. Toda una espléndida apología del ridículo. Porque la piedad busca salida, el alma española lucha entre la salida y no-salida de sí misma, en una tierra de nadie petrificante entre la piedad y la religión del amor, amor que se contenta y goza con el hecho mismo de amar, remitido a un horizonte siempre diferido, que atrae aunque nunca comparece, espoleando así el heroísmo y la grandeza de alma, dice el autor. El problema (en caso de que lo sea) es la reconciliación de esa alma escisa y congelada en su escisión. Y no parece que haya salida en ninguna de las tres opciones contempladas.

El Quijote de Unamuno deja la esperanza en lo "absurdo racional" y con ello en un sentimiento trágico, más que esperanzador, de tan necesaria como imposible unidad. El Quijote orteguiano, agayando la tragedia, resalta la "tragicomedia" cervantina: el novelista crea poéticamente una realidad ficticia para desmontar la voluntad épica del héroe, en ella lo heroico se vuelve burla cruel y amarga; lo sublime, burlesco; lo trágico, cómico; el ideal, picaresca. En los ínferos zambranianos el alma española se revuelve en la lucha que paradigmáticamente plantea "el eterno femenino": el caballero alucinado entre los trasvases de la tragicomedia es ahora un enamoradizo errante, un prosélito de la religión del no-objeto Dulcinea, que de tan lleno de sí que tiene el corazón no permite que las cosas le sucedan realmente. Pero ahí está Aldonza. Y con ambas el misterio del amor que mueve las entrañas del Quijote y las de los filósofos españoles (que a él "se acercan como a un lugar sagrado, con pies desnudos"). "Dulcinea-Aldonza es el símbolo de la duplicidad de una mujer que aún no se ha encarnado del todo, sino que se encuentra a medio camino, suspendida entre el cielo y la tierra", dice Pérez-Borbujo. (También podríamos decir, con Cervantes: entre la "Emperatriz de La Mancha" y "la mejor mano para salar puercos" de toda ella).

Resumiendo: absurdo racional y tragicomedia en el limbo del eterno femenino. He ahí el "alma española". Pensándolo bien quizá todo ello haga justicia a la ironía cervantina, doblándola incluso en sarcasmo aplicada a ese no-objeto anímico. No la hace a este libro, que plantea, y muy bien y a pesar de todo, bastante más que esto.

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