_
_
_
_
Tentaciones
_
Entrevista:LIBROS

El autor que hundió Madrid

Escribió su novela con 22 años y ahora tiene 25, aunque por su aspecto suelen echarle treinta y tantos. Así, algo cascado y con voz aguardentosa, el bilbaíno Guillermo Aguirre recorrió, a mediados de esta década desconcertante, los peores agujeros de la noche madrileña. El musicón, los estados alterados de consciencia y algún que otro fatal cuelgue amoroso le sirvieron como inspiración para Electrónica para Clara (ganadora del último Premio Lengua de Trapo), ópera prima ambientada en un Madrid insólito que se hunde poco a poco en no se sabe qué aguas y por el que es preciso desplazarse en barcas entre las islas-barrio. Mitad novela generacional, mitad novela fantástica, Aguirre recalca que es, sobre todo, una historia de amor. Esto es lo que piensa el autor (que, por cierto, dejó de salir hace un par de años y parece estar de vuelta de todo) sobre seis de los temas de su obra.

La electrónica. "Con la música electrónica hemos hecho todas esas pequeñas cositas que nos han hecho felices. Exaltábamos todo, cierto o falso; era la música del inconsciente, la música de nuestras divinas libertades que con el tiempo hemos descubierto que no eran tales (o, simplemente, que éramos esclavos de ellas). En la novela supone un leit motiv, un rumor de fondo".

Amor triangular. "Muchas de mis relaciones han implicado a más de dos personas. De hecho, me parece una situación mucho más literaria que la pareja al uso, que suele convertirse en la contraanécdota, sobre todo cuando, al poco tiempo, se acaba el sexo. La literatura, pues, nos educa en la perversión. Yo soy mitad voyeur y mitad exhibicionista. El triángulo enfermizo de los protagonistas de la novela sirve para intentar responder a la pregunta que plantea la obra: ¿Quién es Clara?".

El 'aftercasa'. "Después del club (éramos fieles al muy recordado Coppelia), recorríamos de mañana una serie de bares inhóspitos del centro reuniendo a una exquisita selección de perdidos de la noche para irnos a casa de cualquiera, todo el día, a drogarnos. Pensábamos que hacíamos algo nuevo, intrépido y delirante, lo llamábamos movimiento aftercasa, sin darnos cuenta de que lo hacía mucha otra gente".

Madrid 'underground'. "Reúne el moderneo y la tasca castiza, que es algo muy de Madrid. Aquí lo guay es irse a un bareto, tomarse unas cañas y mancharse el morro con el huevo del sándwich, para luego ir al club de moda del momento donde, en el escenario, hay unos tipos disfrazados que hacen como que se cortan las venas. En ese contraste, creo yo, está la gracia de la escena nocturna".

Arganzuela 'cool'. "Si trazaras una circunferencia con el centro en la Puerta del Sol, Arganzuela sería la porción de pizza más barata y comestible. Un barrio que conjuga lo tradicional con la gente joven, atraída por los bajos alquileres. Cuando llegué al barrio decíamos que íbamos a convertirlo en el nuevo Soho, lo que no conseguimos, claro está. Venden melones por la calle, pasa el afilador de cuchillos, esto también es el underground castizo".

Por fin, Berlín. "Elegí la capital alemana para que emerja de las aguas por todas las connotaciones que tiene. Es sólo pronunciar la palabra y ya todo el mundo se imagina el Berlín actual, la ciudad cool por excelencia. Sin embargo, el Berlín que surge en la novela es el de antes de la Segunda Guerra Mundial, que me interesa más porque ahí iba a ocurrir un desastre. Esta catástrofe, digamos, natural, del hundimiento de Madrid, es un correlato de la verdadera catástrofe de la novela, que es la catástrofe sentimental".

Guillermo Aguirre pone el <i>under</i> en el Madrid <i>underground</i>
Guillermo Aguirre pone el under en el Madrid underground

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_