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Los conflictos internos del PP

Rajoy amenaza pero la guerra sigue

El presidente del PP avisa de que sacará de las listas a los que no le obedezcan - Esperanza Aguirre deja plantado al líder y mantiene abierta la crisis interna

Carlos E. Cué

A Alfonso Guerra se le atribuye una frase de 1982 -"el que se mueva, no sale en la foto"-con la que buscaba la unidad interna de un PSOE que llegaba al Gobierno. Mariano Rajoy inventó su propia fórmula ayer para decir lo mismo: "No habrá próxima vez", sentenció ante el Comité Ejecutivo más tenso de los últimos años. Pero además la reforzó con una amenaza expresa: recordó que es él, como presidente, quien aprueba las candidaturas de las elecciones generales, autonómicas, y municipales. Esto es: el que se mueva no sale en la foto... de campaña.

Rajoy hizo ayer un durísimo llamamiento al orden con el apoyo de sus barones regionales. Pero todo quedó en palabras. El líder no tomó ninguna decisión extraordinaria, al contrario de lo que parecía deducirse de sus palabras del pasado jueves, cuando dijo que "Santo Job sólo hay uno". Y sobre todo, no logró despejar la crisis de Madrid, que atenaza al partido. Mientras, Francisco Camps, máximo responsable de la otra crisis, la de Valencia, demostró, según varios de los presentes, que sigue sin ser consciente de la gravedad del caso Gürtel y de cómo le afecta personalmente.

"No habrá próxima vez", sentenció el líder del PP ante los barones
Rajoy tildó de "inadmisibles" e "indeseables" las últimas escaramuzas
Feijóo protestó por los perjuicios que causa al partido "el 'derby' madrileño"
Aguirre: "Han puesto a la agredida al mismo nivel que el agresor"
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Rajoy y sus barones más fieles habían preparado una reunión en la que el líder le iba a leer la cartilla a Esperanza Aguirre -y lo hizo- y a Manuel Cobo, mano derecha de Alberto Ruiz-Gallardón -y lo hizo-. Pero sobre todo, la cita estaba preparada por el líder para dejar claro una vez más que Aguirre está sola como jefa de la oposición a Rajoy, que no tiene ningún aliado entre los barones. De hecho, ella se ha quejado amargamente de que sólo la catalana Alicia Sánchez Camacho haya salido en su apoyo por los ataques de Cobo.

Pero cuando todo estaba preparado para lo que los aguirristas definen como una encerrona, ella hizo su desplante final, la demostración más clara de que no está dispuesta a reconocer la autoridad de Rajoy, y que sólo ha cedido en Caja Madrid porque el candidato oficial era Rodrigo Rato, un hombre de su cuerda al que ella no puede enfrentarse. Aguirre plantó a Rajoy y se ausentó en el Comité Ejecutivo más importante de los últimos años, en el que ella fue la absoluta protagonista por su ausencia y por lo que se dijo de ella, abierta o veladamente. Aguirre demostró una vez más que Rajoy no puede con ella, que va por libre y que sólo una gestora, con la que se ha especulado varias veces pero nunca muy en serio, permitiría que el líder recupere el control del PP de Madrid.

Las espadas entre Aguirre y Rajoy, el mayor problema para el líder, siguen así en alto. Pero también sigue viva, incluso recrudecida, la guerra de Madrid. Manuel Cobo, lejos de retirar las acusaciones contra Esperanza Aguirre vertidas en una entrevista en EL PAÍS, las reforzó. Sólo pidió perdón por no haber dicho lo mismo pero en los órganos internos. Y llegó a asegurar que no le importa lo que le pueda pasar, que asume la posible sanción, porque entiende que ha hecho lo que debía hacer: denunciar la situación del PP de Madrid.

El mensaje que transmitieron los barones, el poder territorial del partido, fue muy claro: no quieren más guerras en Madrid. Nadie aplaudió a Cobo cuando terminó. Es más, se hizo un silencio muy tenso después de su larga y detallada explicació. Y eso que, en esta especie de sesión de terapia colectiva, ayer se aplaudían de forma casi mecánica todos los discursos, incluso los más breves e intrascendentes, de los 26 que se pronunciaron.

Pero si a Cobo no se le aplaudió, a Gallardón, tampoco. El alcalde de Madrid, eterno aspirante a todo en el partido, defendió a su escudero, algo que muchos dirigentes alababan después en privado. Y también atacó a Aguirre, al desmentir que esto fuera una guerra madrileña: "Van contra Rajoy", insistió, como antes había dicho Cobo. Gallardón salía así al paso de la intervención del muy gallardonista Alberto Núñez Feijóo, que había criticado que "el derby madrileño" complica la labor política del partido en el resto de España.

En las últimas cinco reuniones internas del PP nadie había hablado, ni para bien ni para mal, después de escuchar al líder, lo que empezaba a preocupar a algunos como una muestra de cierta desilusión. Ayer hablaron casi todos. Y, sin embargo, la sensación con la que salieron muchos dirigentes tras el cónclave, de tres horas y media, es de que todo sigue más o menos igual que antes de entrar, aunque se ha ganado tiempo.

Rajoy sigue contando con el apoyo de la práctica totalidad de los barones, opuestos a Aguirre. Ése fue precisamente el cemento sobre el que el líder construyó su victoria sin rival en el congreso de Valencia, hace un año y medio. Sin embargo, los problemas que se detectaron entonces siguen encima de la mesa y el enfrentamiento madrileño no descansa. Y todo a pesar de que, desde entonces, Rajoy ha logrado la victoria en las elecciones gallegas y europeas,

Los marianistas más fieles insistían en cualquier caso en que Rajoy había ofrecido una clara muestra de autoridad, con un discurso reconocido por la mayoría de los dirigentes como un muy buen discurso. Además, aseguraban que Aguirre ha cometido un error grave al no acudir a la reunión, por lo que se ha colocado prácticamente fuera del partido, y lo pagará. Sin embargo, nadie se atreve a hacer apuestas sobre cuán lejos está dispuesto a llegar el líder en su enfrentamiento con ella. Hace sólo unos días, el pasado jueves, Rajoy señalaba en Antena 3 que Aguirre "lo está haciendo muy bien en la Comunidad de Madrid, como Gallardón en el Ayuntamiento", e insistía en que a él le gustaría "que ella repitiera como candidata en 2011". Para destruirla políticamente, Rajoy sólo tiene dos opciones: montar la gestora o sacarla de esas listas electorales en 2011. Cualquiera de las dos medidas supondría una guerra en el PP de Madrid, que ella controla con mano de hierro, de consecuencias imprevisibles, que pueden llegar incluso a la escisión.

Rajoy en privado, y María Dolores de Cospedal, la secretaria general, en público -el líder evitó de nuevo la rueda de prensa- insistieron mucho en la idea de que "no habrá una próxima vez", porque los comportamientos de estos últimos días son "indeseables". Sin embargo, no aclararon qué harán para que esos comportamientos no se repitan, qué medidas piensan tomar. Y mientras lo decían, Aguirre estaba en la calle respondiendo a lo que se había dicho dentro: "Han puesto a la agredida al mismo nivel que el agresor". Esto es, que esa próxima vez ya estaba en marcha.

Mariano Rajoy y Francisco Camps, en los prolegómenos de la reunión de ayer.
Mariano Rajoy y Francisco Camps, en los prolegómenos de la reunión de ayer.ULY MARTÍN

LO QUE PARA MARIANO RAJOY "ES INADMISIBLE"

- Mariano Rajoy hizo ayer un repaso de los últimos 20 meses de su mandato al frente del PP -los escándalos tras la derrota electoral de 2008 y su reelección como presidente del partido en el congreso de Valencia de junio-, tras el cual lanzó contundentes mensajes al partido en general y, en particular, a Francisco Camps, Esperanza Aguirre y Manuel Cobo, por su proceder de los últimos días, y a los dirigentes implicados en al caso Gürtel. A todos les explicó lo que considera "inadmisible y no se puede repetir nunca".

- Mensaje para Esperanza Aguirre. "Es inadmisible que se presione públicamente a órganos del partido, como puede ser el comité nacional de derechos y garantías o la propia dirección nacional. Es inadmisible que se fuerce a cargos del partido o a representantes del mismo en instituciones públicas para que firmen documentos exigiendo lo que sea, al comité nacional de derechos y garantías o a la propia dirección nacional, a la que luego llegan las quejas (...). Todo el mundo entiende que ése es un juego muy peligroso y que a la mayoría ni se le ocurre hacerlo por razones de responsabilidad (...) Es inadmisible también que no se cumplan los compromisos adquiridos o que se haga primar el interés particular o personal sobre el interés superior del partido (...) La corrupción me preocupa. Los españoles tienen derecho a exigirnos limpieza y transparencia. La corrupción puede estar en la condición humana pero debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para evitarla y combatirla. Primero eligiendo bien a los cargos públicos y luego aumentando el nivel de exigencia y si es preciso modificando la legislación. Yo le doy a este asunto la mayor importancia".

- A Francisco Camps y Esperanza Aguirre. "Es inadmisible que se haga caso omiso a las instrucciones directas y claras de la dirección nacional del partido. Como todo el mundo sabe, estas instrucciones no se transmiten todos los días, porque la dirección nacional sólo interviene cuando cree que el interés general está en juego. Es inadmisible también que no se cumplan los compromisos adquiridos o que se haga primar el interés particular o personal sobre el interés superior del partido".

- Mensaje a Manuel Cobo. "Es inadmisible hacer declaraciones públicas sobre asuntos que son internos del partido. Es todavía más inadmisible si eso va acompañado de una crítica a otros dirigentes, sean quienes sean -un cargo público, un cargo del partido o una dirección regional o nacional en su conjunto-. Esto ha ocurrido en los últimos tiempos, pero también antes. En algunas ocasiones con más virulencia que en otras. En Madrid, pero no sólo en Madrid. Las cosas que haya que decir se dicen en los órganos del partido. Esto constituye una regla de juego básica y todo el mundo lo sabe. Y todo el mundo sabe también que si todos actuáramos como han hecho algunos, le haríamos un flaco favor a España y al PP".

- A Camps, Aguirre y Cobo. "Todo esto es inadmisible porque representa una transgresión de los estatutos, una quiebra de la lealtad a los compañeros de partido y un daño objetivo para el Partido Popular. Lesiona nuestra imagen, estorba nuestro proyecto, indigna a nuestros militantes, desconcierta a la opinión pública y desanima al electorado. En suma, perjudica a nuestro partido y debilita la alternativa. No puedo aceptar que nadie diga que no somos capaces de gobernarnos a nosotros mismos y por tanto no podemos gobernar España. Ni puedo, ni podemos aceptarlo ninguno de los aquí presentes. Si algunos se preguntan cuando será la próxima yo le respondo con toda claridad: no habrá próxima (...) El Partido Popular es un partido nacional y nunca va a renunciar a serlo. No somos un partido federal, ni mucho menos un reino de taifas".

- A los dirigentes implicados en el 'caso Gürtel'. "La corrupción también es inadmisible. Algo que, como hemos tenido ocasión de ver en los últimos tiempos, afecta a todos. A mí, como es lógico, lo que más me ocupa es lo que pueda suceder en mi partido. Nadie que se haya manchado puede formar parte de nuestro partido. Más claro no puedo ser (...) Si tengo que actuar con contundencia, lo haré".

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