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Reportaje:

Un batería que suena como cuatro

Quizá el mejor batería de siempre. Lo afirmó hace unos años Brian Eno, a propósito del hombre que sincopa sus respuestas al otro lado del teléfono. A pesar de haberse desayunado con una molestia en la vista, Tony Allen (Lagos, 1940), voz cavernosa, se muestra participativo: "Fela Kuti me decía que yo sonaba como cuatro bateristas", rememora desde París, donde vive. Y es cierto, Allen posee una asombrosa habilidad para que cada mano y cada pie fluyan autónomos, pero en comandita. "El truco está en mi mente, capaz de coordinar las cuatro extremidades en pos de un ritmo común". También cuatro músicas (highlife, jazz, funk, yoruba) hacen caldo en el afrobeat, el imparable estilo nigeriano que fundó junto a Kuti a finales de los sesenta: tres lustros de asociación, con éste como líder de la banda (Koola Lobitos, luego África 70) y con Allen, oficioso director musical, a las baquetas.

"Había demasiada gente alrededor de África 70 que no hacía nada. Yo no iba a trabajar para ellos"
Más información
Home cooking (Comet Records, 2002)
Afro disco beat (Vampisoul, 2007)
Lagos no shaking (Honest Jon's. 2006)
Inspiration information. Vol. 4 (Strut, 2009)

Al margen de su leyenda, el batería visita este mes el festival Blues & Ritmes de Badalona, pequeña célula de exquisiteces, armado con una boyante carrera en solitario y un amplio grupo de instrumentistas. "Picotearé de todo, incluido Secret agent, mi último disco". En ese trabajo de 2009 Allen se rodeó de músicos emergentes de su país ("es bueno exponer en Europa lo que hacen nuestros jóvenes valores"). Aunque, al igual que con el anterior, Lagos no shaking (2006), en él cultiva un afrobeat más clásico, tras haberlo cruzado con electrónica, dub o hip-hop en sus obras previas, Black voices (1999) y Home cooking (2002). Él lo tiene claro: "Soy muy flexible y siempre me hace feliz tocar con otros". Y sus crecientes colaboraciones, el supergrupo pop The Good, The Bad and The Queen sobre todo, ponen a eso taquígrafos. Lo suyo, sin duda, funciona casi con cualquier estilo: "Pero no porque pueda usar una receta, el mismo ritmo determinado de afrobeat para cualquier música, sino porque los voy creando en función de ella. Es mi manera de tocar la batería lo que encaja con otros géneros. Y yo soy el que se adapta cuando colaboro con gente de otros sonidos, nunca al revés". Poco encaje general debió haber, sin embargo, en las primeras sesiones conjuntas de Allen y Damon Albarn, antes de las que generarían en 2007 el álbum de The Good, The Bad and The Queen (cuando se sumaron Paul Simonon, exmiembro de The Clash, y Simon Tong, de The Verve). "Aquel intento inicial fue en Lagos, y no fructificó por un exceso de músicos tocando. Desechamos lo grabado".

Y pese al éxito más tarde del primer largo, la intención de un segundo se quedó en el limbo: "Sólo nos reuniremos si hay un promotor que nos convenza para volver a actuar en directo", proclama Allen. Su entente con Albarn, aún muy viva, arranca de los tiempos postreros de éste con Blur (después se centró en Gorillaz): en la letra de Music is my radar, en 2000, confesaba que el nigeriano fue quien le inoculó el baile. Y de ese homenaje, al proyecto en curso: Allen y Albarn preparan un álbum con Flea, bajista de Red Hot Chili Peppers. Un trío propiciado en una edición de Africa Express, el festival itinerante con el que el líder de Blur y Gorillaz pondera a músicos africanos y fomenta su cruce artístico con occidentales. El batería no desvela demasiado: "Flea tiene un estilo peculiar al bajo. Él y Damon han pretendido crear algo alrededor de mi instrumento, así que se me va a escuchar más que en The Good, The Bad and The Queen. Sólo quedan los toques finales y puede que se publique este año. Pero antes, en junio y julio, tengo shows con Damon en Manchester: algo distinto, con elementos electrónicos". El más reciente Africa Express se celebró el pasado verano en Santa Cristina de Oleiros, A Coruña. Participó Femi Kuti, uno de los dos hijos músicos del fallecido Fela (en 1997, Allen había roto con él en 1979). "Yo no estaba disponible en la fecha del festival. ¿Mis relaciones con su familia? Ni tengo que estar pendiente de ellos ni ellos lo están de mí, pero no hay ningún problema: una vez que olvido algo, no necesito hacerlo de nuevo". Respecto a su antiguo compinche, Allen resulta menos conciliador: "Está todo escrito sobre por qué le dejé. Tenía que marcharme, nuestra conexión estaba acabada y me sentía como un prisionero. Él se creía una divinidad y yo tenía mi propio modo de vivir. Además había demasiada gente alrededor de África 70 que no hacía nada. Yo no iba a trabajar para ellos".

Fue el abrupto adiós a una sociedad excelsa desde la audición de 1964: Fela Kuti buscaba batería y por fin lo encontró, el único capaz de mezclar highlife africano y jazz, Tony Allen. "Yo había aprendido mucho escuchando a los estadounidenses, Gene Krupa, Art Blakey o Max Roach, e hice cosas como las de ellos, pero soy africano y me preguntaba cuándo iba a tocar con estilo propio: todo un proceso mental". Y el otro ingrediente transoceánico llegó por las giras en Estados Unidos: el funk de James Brown y su banda. "Aunque ellos casi aprendieron más de nosotros: de tour por Nigeria, sus músicos vinieron a vernos para espiar mis pautas a la batería". Eran tiempos de actuaciones de seis horas en los clubes de Lagos: "Si alguien en Europa las consiente, aún estoy dispuesto".

Tony Allen actuará el 26 de marzo en el Festival Blues & Ritmes. Teatro Principal, Badalona. www.bluesiritmes.cat.

"Yo soy el que se adapta cuando colaboro con gente de otros sonidos, nunca al revés", declara Tony Allen.
"Yo soy el que se adapta cuando colaboro con gente de otros sonidos, nunca al revés", declara Tony Allen.

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