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Reportaje:DESAFÍO POPULISTA EN AMÉRICA LATINA

El trueno de Chávez

Francisco Peregil

Circula un chiste por Venezuela que parodia el anuncio de una tarjeta de crédito: "¿Un pasaje a Madrid? Mil euros. ¿Otro a Barcelona? Mil quinientos. ¿Callar a Chávez? ¡No tiene precio!". Las furgonetas de la oposición recorren estos días Caracas con el pasodoble Que viva España que cantaba Manolo Escobar, adaptado a una letra contra el presidente Hugo Chávez: "Entre loros, ladroncito y porqueríaaa... nació en Barinas un mico habladooor. Nunca Dios se imaginó tanta torpeza y es imposible que puedan haber dos. Por eso se oye con afáaan, ¿Por quéeee no te callas? Y siempre te recordarán. ¿Por quéeee no te callaaas?".

La canción puede ser festejada por mucha gente, pero millones de venezolanos quieren que Chávez siga hablando como lo hace. Directo, con chistes, a veces con insultos, con motes (a los opositores les llamó una vez "escuálidos", y desde entonces, hasta ellos mismos se llaman escuálidos) y a menudo en cadena. Cuando el presidente de Venezuela decide que una alocución suya ha de retransmitirse "en cadena", todos los canales, públicos y privados, han de interrumpir sus programaciones para conectar con Chávez. Puede llevarse seis o siete u ocho horas seguidas ante las cámaras. Y la mayoría quiere que así sea. Y que no pare de hablar. ¿Por qué? Porque sienten que habla por ellos.

En abril de 2002 sufrió un golpe de Estado en el que, según Chávez, la colaboración de EE UU y Aznar fue decisiva
Su dominio escénico es tan grande que algunos venezolanos lamentan que se hable tanto de él y tan poco del país
Para el general Baduel, el rifirrafe de Chávez con el Rey es "un señuelo para desviar la atención de la reforma constitucional"
Las llamadas en 'Aló presidente' nunca son de ningún antichavista declarado. Chávez va de aplauso en aplauso
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El pasodoble podrá decir que "nunca Dios se imaginó tanta torpeza". Pero ya nadie subestima a Hugo Chávez en Venezuela. Al menos, nadie que quiera ser presidente. La oposición ha aprendido desde 1998, a base de derrotas, que bajo la apariencia campechana de Chávez, bajo ese aire de espontaneidad y frescura, hay un político que no mueve un pie sin saber dónde va a colocar el otro.

Que Chávez naciera hace 53 años en el estado llanero de Barinas, que sus padres fueran unos humildes maestros de escuela, que fuese el segundo de seis hermanos, que lo criara la abuela, que soñara con ser jugador de béisbol, que con 17 años ingresara en la Academia Militar y que con 28 fundase el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (en alusión a los 200 años del natalicio de Simón Bolívar, que se cumplirían un año más tarde) no hizo más que acercarle a los más pobres de Venezuela, a la gente más desfavorecida.

Y para terminar de enamorar a los venezolanos, a Chávez no le faltaba otra cosa que enamorarse él mismo de Simón Bolívar. En Venezuela se tiene como una especie de patrimonio nacional el Samán de Güere, un árbol situado a 15 minutos en auto de la ciudad de Maracay, en el que un determinado día descansó el Libertador. Doscientos años después del nacimiento de Bolívar, un Chávez de 29 años acudió allí junto con sus compañeros militares Felipe Antonio Acosta Carlés, Jesús Urdaneta Hernández y Raúl Isaías Baduel, para juramentarse a reformar el Ejército e iniciar una lucha para construir una nueva República. "No fue un acto demasiado formal", recuerda Baduel, "pero fue un juramento. Teníamos claro lo que queríamos".

Sólo nueve años después, en 1992, Chávez intentó perpetrar un golpe de Estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Chávez decidió rendirse y pidió hacerlo por televisión. Su presentación ante las cámaras ya mostraba todo el talento telegénico de aquel militar. Habló con tal calma y dominio de sí mismo, que la derrota militar se convirtió en su primer triunfo político. "Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados (...) Asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano". Cuando muchos años después le preguntaron si era necesario aquel golpe, Chávez respondió que sí: "El país estaba colapsado. Evité un baño de sangre. Me rendí, pasé más de un año en la cárcel, fui expulsado del Ejército. Pero di una sacudida que el país respondió en las elecciones de 1998".

Chávez pasó sólo dos años en prisión, gracias a un pacto del entonces presidente Rafael Caldera con partidos de izquierda. Después iniciaría su carrera hacia la presidencia, que ganaría en 1998 con el 58% de los votos. En abril de 2002 sufrió un golpe de Estado en el que, según Chávez, la colaboración de Estados Unidos y del Gobierno de Aznar fue decisiva. Lo apresaron, pero en su ayuda salió uno de aquellos militares que se juramentaron bajo el árbol: Raúl Isaías Baduel, ministro de Defensa hasta julio pasado. La operación de rescate por parte de Baduel pertenece a ese tipo de acciones que unen a la gente para toda la vida. Pero justo unos días antes de la cumbre, Baduel expresó su oposición a la reforma constitucional que se someterá a referéndum el próximo 2 de diciembre.

La reforma supone modificaciones en la organización territorial, institucional y laboral (jornadas de seis horas). Pero el cambio que más oposición ha planteado es el de la potestad que se le otorgaría al presidente para continuar al frente del país tantas veces como el pueblo lo desee. La Constitución actual limita su ejercicio a dos mandatos. De ganar el no en el referéndum, Chávez debería abandonar la casa presidencial en 2012. "Todos los puntos de la reforma", indica un analista español, "podrían ser promulgados por decreto. No se necesita tocar la Constitución. Excepto ese que permitiría a Chávez seguir siendo reelegido. Y ése es el que más le importa".

Respecto al rifirrafe de Chávez con el Rey y Zapatero, el general Baduel, en retiro desde el pasado julio, tiene clara su opinión: "Esto no ha sido más que un señuelo del Gobierno para desviar la atención de un hecho trascendente y cuyas consecuencias pueden ser muy graves. Se ha hecho con la clara intención de no explicar exhaustivamente lo que se le pretende hacer al país. La reforma nos coloca frente a un golpe de Estado contra la Constitución misma".

Después de las declaraciones de su amigo Baduel, llegaron esta semana las de su segunda ex esposa, la periodista Marisabel Rodríguez, que se pronunció también en contra de la reforma en el canal opositor Globovisión. Chávez tuvo dos hijas y un hijo con su primera esposa, y una niña con Marisabel Rodríguez, quien estuvo casada con él ocho años, la mayor parte de los cuales Chávez los vivió como presidente.

Fueron dos golpes seguidos contra el chavismo: Baduel y Marisabel Rodríguez. Pero ahora se habla más del Rey que de ellos. Y Chávez aviva la llama. Una vez más, Chávez ha sabido acaparar los titulares, como cuando en septiembre de 2006 declaró en una Asamblea de la ONU que el estrado en donde acababa de intervenir el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, olía a azufre. Su dominio escénico es tan grande que algunos académicos venezolanos lamentan que se hable tanto de él y tan poco de Venezuela.

Teodoro Petkoff, director del diario Tal Cual y dirigente de la principal coalición opositora, encuentra una razón para eso: "Puesto que yo estoy en un medio, lo voy a decir: creo que eso es un demérito de los medios. Fíjese cómo han manejado el incidente de Santiago de Chile. Allí los dos hechos más importantes fueron los dos discursos de Zapatero. En el primero desmontó la intervención de Chávez, cuando Chávez polemizaba con el concepto de cohesión social, oponiéndole el de transformación social. Y en el segundo discurso, donde Zapatero le pidió respeto a Chávez, fue una sentada de culo. Esos dos aspectos son los más importantes porque tienen que ver con la política de fondo. Pero los medios no lo registraron. Lo que registraron fue la imprecación del Rey. La lógica de los medios es que cuando el hombre muerde al perro es que hay noticia. Entonces, ¿cuál es la noticia de Venezuela?... Las extravagancias de Chávez, el estilo, los discursos de Chávez".

A la oposición apenas se la oye en Venezuela. Aún anda buscándose a sí misma, dividida entre los que defienden el no en el referéndum y los que propugnan la abstención. Unos creen que los noístas cobran dinero de Chávez, y otros, que los de la abstención le hacen el juego al presidente. Ante esa coyuntura, miles de estudiantes han salido a la calle pidiendo el no, pero no han permitido a los políticos defensores del no que intervengan en sus mítines.

Mientras tanto, las encuestas favorecen a Chávez y él sigue compareciendo en televisión.

Hugo Chávez escucha las llamadas que recibe en su programa Aló presidente con un bolígrafo en la mano. De vez en cuando garabatea algo en un papel, absolutamente relajado. Interpela siempre por su nombre a quien llama. Y habla, habla y habla... Pero nunca en tono monocorde. A veces parece que se le va el santo al cielo. Y lo reconoce con la mayor naturalidad, como si no lo estuvieran viendo buena parte de los 27 millones de venezolanos, y charlara con un grupo de amigos. Si se tercia, canta un bolero. Y cuando da la sensación de que ya se le había olvidado lo que iba a decir, retoma el tema en cuestión. Saca un mapa, tiene predilección por los mapas, y explica como un profesor cualquier proyecto. Y en el mismo discurso, la misma tarde y ante la misma gente, habla de las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC), o del mecanismo para regular el precio del petróleo, o de cómo se abusa de las operaciones de cirugía estética en el país y de cómo los padres, cuando sus hijitas cumplen 14 ó 15 años, les regalan unos pechos de silicona. Y cuando el público se ríe, él pregunta: "¿Estoy exagerando?". Y la gente responde: "Nooooo". Las llamadas que llegan en Aló presidente nunca son las de ningún antichavista declarado. Chávez va de aplauso en aplauso, de plató en plató.

Pero de pronto... el Rey le mandó callar. Y Chávez desenterró siglos de historia. El miércoles recordó que el imperio, en este caso el español, también intentó acallar a los indígenas en su día: "¿Por qué no te callas, indio Guaicaipuro? Cállate, Tupac Amaru. ¿Por qué no te callas, Tiuna, Chacao? Cállate. Y los callaron. No los callaron porque ellos bajaran la cabeza servilmente ante la orden imperial. Los callaron cuando les cortaron la garganta, sólo así los callaron. Los descuartizaron, los picaron en pedazos y colocaron sus cabezas en estacas a la entrada de los pueblos por los caminos. Ése fue el imperio español aquí".

Pero ¿qué vínculo tienen el rey Juan Carlos y Zapatero con los verdugos de Guaicaipuro y Tupac Amaru? Para la oposición venezolana, uno muy claro: la demagogia con vistas al referéndum del 2 de diciembre. "Chávez no iba a renunciar a la oportunidad de presentarse en Venezuela como la reencarnación de Simón Bolívar enfrentado a Fernando VII", dice Petkoff. "Chávez trata de hacerse una víctima de sus adversarios internos, que son todos, por supuesto, lacayos del imperio, pero no sólo del imperio norteamericano, sino, ¡imagínese!, también del imperio de Carlos V".

¿Qué tiene que ver que el rey de España mande callar al presidente de Venezuela para que Chávez el pasado miércoles advirtiera: "Las empresas españolas van a tener que empezar a rendir más cuentas y voy a meterles el ojo a ver qué están haciendo aquí, a todas las empresas españolas que estén en Venezuela?".

"Geopolítica", responde Aurora Morales, diputada en la Asamblea Nacional por el Partido Socialista Unido de Venezuela, y miembro de la comisión de Política Exterior. "¿Qué se creen...? ¿Que se puede irrespetar al jefe del Estado cuando está expresando lo que hace Aznar por el mundo contra Venezuela, que es una operación orquestada por el imperio...?".

Los partidarios de Chávez, como la diputada Aurora Morales, no creen que el presidente venezolano haya encontrado un filón electoral con la reacción del Rey y Rodríguez Zapatero. "Se trata simplemente de que a Chávez le ofendió la reacción de ellos", indica Morales. "Esa forma de ser de Chávez, que nosotros llamamos echar la broma, la mamadera de gallo, y que utiliza expresiones con doble sentido, de carácter erótico, sensual... forma parte de nuestra idiosincrasia, es una forma de ser del venezolano. Son nuestros códigos".

¿Y chocarán con los códigos de España? "En estos días", dice Petkoff, "puedes ver al chavismo despotricar contra los españoles. A Chávez sólo le falta dictar otra vez el decreto de Guerra a Muerte [dictado por Simón Bolívar en 1813]: 'Españoles y canarios, contad con la muerte aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América'. Pero éste no es un país xenófobo, nunca lo ha sido".

Chávez posa en su palacio ante una pintura de Simón Bolívar.
Chávez posa en su palacio ante una pintura de Simón Bolívar.REUTERS

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Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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