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Reportaje:

LA CARA oculta del pop

En el pop, si una canción interesa, lo importante es el intérprete. Lo del autor y el productor ya es secundario, para especialistas. Pongamos un ejemplo: Guille Milkyway. Nueve de cada diez lectores responderán: "¿Quién?". Vale, probemos de otra manera: el compositor y productor de Amo a Laura. ¿Eso es otra cosa, verdad?

Lo divertido es que Amo a Laura, una campaña de marketing creada para promocionar a la cadena de televisión Mtv en la que cuatro jóvenes de aspecto angelical cantaban las virtudes de ser castos hasta el matrimonio, es la quintaesencia del trabajo que este hombre lleva haciendo 10 años en el mundo del pop iindie junto al grupo La Casa Azul.

Hoy, este treintañero barcelonés está presentando en Madrid, La revolución sexual, el tercer disco de La Casa Azul. Un proyecto creado en 1997 a imagen y semejanza de The Archies y otras bandas falsas. "Todo surge en 1997 a raíz de un fracaso amoroso. El típico tópico de 'yo contra el mundo' y esas cosas muy útiles en la música y en cualquier expresión artística. Era una venganza contra lo mierda que es la vida. Aún lo sigue siendo, porque es un proyecto escapista de la porquería que es la realidad", explica.

Él es La Casa Azul: La idea, las composiciones, la instrumentación, las letras, el músico, el arreglista y la voz. Lo es todo. Todo menos la cara. Para eso están cinco modelos elegidos en un casting. Chicos y chicas monísimos, a los que disfrazan de esa juventud sana y feliz que parodiaba A mo a Laura . El novio que todo padre quiere para su hija. La hija perfecta. En el mundo de La Casa Azul no hay drogas, ni problemas. Ni siquiera hace mal tiempo. "Los chicos", como les llaman en la compañía discográfica, se limitan a salir sonrientes en las fotos, los vídeos y en alguna aparición puntual en televisión haciendo playbacks absolutamente naïfs. "Yo siempre he buscado lo mismo en la música, poder crear pequeños mundos ideales, distorsionados, en los que te sientas cómodo y te permitan expresarte de forma más natural. Puedo hablar de mi en este universo irreal, pero hablar de mi persona directamente me costaría mucho", dice Milkyway.

Por eso tiene una relación ambigua con Amo a Laura. Hasta cierto punto es una parodia de ese universo que le es tan querido porque lo ha creado a su medida. "Yo no me doy mérito por el éxito de eso. Cualquier canción hubiera funcionado. Estaba muy bien trabajado en grupo. Se sacó mucho partido a todas las piezas. Hice una canción que está bien, pero no es un buen trabajo ni nada que se le acerque. Supongo que a todo el mundo le pasa, que las cosas de las que se siente orgulloso a nadie le interesan y las cosas que le dan más igual, sí".

Guille creció musicalmente en los noventa, en aquel periodo de tiempo que dio lugar al movimiento indie. Grupos que, con las listas de éxitos acaparadas por bandas de la movida ya en franca decadencia, decidieron cantar en inglés, para buscarse un público paneuropeo, una salida en los circuitos, mucho más desarrollados de Holanda, Italia o Alemania. La mayoría fracasó miserablemente en el intento y más o menos en 1997, surgió la reacción. Frente al ruido y las guitarras distorsionadas una serie de bandas volvieron al castellano, las melodías pop y las letras ingenuotas, un estilo que se denominó tontipop.

Pero Guille siguió, como un Jordi Labanda del pop, dando forma a su mundo. Él cree en el pop como forma de escapar de la vida diaria y tarde o temprano eso tenía que llevarle a aquellos lugares dónde vender escapismo es una forma de ganar toneladas de dinero: la publicidad y la televisión. "La publicidad es una irrealidad en si misma. Intentan crear micromundos para vender felicidad. Ese es el trabajo de un creativo. Lo que yo vigilo es no malgastar mi energía en algo que no me interese. A mi me tiene que gustar mucho la idea creativa y lo que hay detrás; sino no tiene sentido. No quiero ganar dinero por ganar dinero. Intento vivir haciendo música con las cosas que me gustan".

Algunos de sus temas han aparecido en anuncios televisivos en Corea. Y ha ido de gira por Japón, donde cuenta con fans fieles. "En general se menosprecia el poder de la maquinaria de la música underground. En el fondo Amo a Laura es el método utilizado de toda la vida por la música independiente. Conseguir que hablen de ti, usar el boca a boca. Conectar con un grupo más cercano y que estos sean líderes de opinión. Hay que trabajar el boca a boca.

Para la televisión compuso, entre otras, la sintonía de Club Disney, la versión para pantalla de Disneylandia. Y su último proyecto como productor en la sombra son los temas de la serie Gominolas, de próxima emisión en Cuatro. El colmo de lo prefabricado, la historia de cómo los que fueran componentes de un grupo infantil de los setenta que fue un fenómeno, al estilo de Parchis, se ven obligados a volver ya entrados en la treintena ante el fracaso de sus vidas adultas. "Lo interesante de Gominolas es la idea de como la felicidad absoluta te lleva a la infelicidad absoluta. Es un concepto un poco bestia, el contraste entre el mundo irreal y la puta vida. Yo me siento muy identificado con esto. Guille Milkyway es un personaje que me permite esconderme, una barrera protectora. Me cuesta enfrentarme a la realidad."

Porque detrás de Guille Milkyway está Guillermo Vilella, que vive en Sant Cugat del Vallés (Barcelona) y cuya imagen está a millones de kilómetros de distancia del estereotipo estético del músico pop indie español en 2007. Hoy, hasta los que cargan las guitarras parecen ir a comprar el tabaco como si fueran a recoger un Grammy. Él es un treintañero alto y delgado, de pelo escaso, barba rala y expresión tímida que sólo se lanza cuando se pone a hablar de su pasión: el pop. "Soy feliz. Me dedicó sólo a la música. Es importante no volverte loco. La mitad de mi casa es un estudio y la otra mitad vivienda. Vivo con mi pareja y tienes que tener muy claro qué son las cosas. Trabajo muy en solitario y es peligroso. A mi me cuesta mucho expresarme verbalmente y no ayuda estar todo el día solo. Si dentro de 40 años musicalmente soy la hostia pero vivo recluido, no seré feliz. Distorsiona. Estas muy bien cuando lo haces, pero no cuando te vas a dormir".

Gominolas se emite en Cuatro los martes a las 22.15

Buen compositor, pésimo intérprete

Guille Milkyway dice de él mismo: "Soy un pésimo interprete. Pero lo que consuela es que es ha habido muchos compositores geniales que eran malísimos interpretes". Estos son sus favoritos.

BRIAN WILSON. "Posiblemente sea mi productor favorito de la historia, no sólo por el archi-laureado Pet sounds, sino por casi cualquier cosa en la que puso su genio. Y sin embargo, ese hombre tan inmensamente talentoso a la hora de componer y de producir, resulta que difícilmente podría interpretar una obra clásica de mediana dificultad al piano, creo yo, o un riff un poco complicado de bajo."

PHIL SPECTOR. "Creó el famoso muro de sonido consistente en crear una especie de atmósfera densísima a base de doblar y doblar partes iguales con instrumentos iguales o diferentes, hacer tronar las baterías, muchísimos músicos tocando a la vez, reverberaciones descomunales. El resultado siempre épico, personal y definitivamente innovador ."

JOE MEEK. "El pionero del do it yourself. Hoy todo el mundo es Do it yourself, pero cualquiera lo es con los Mac actuales. Yo mismo. Pero este hombre grabó alucinantes discos en su habitación en 1962, construyendo él mismo muchos de los aparatos que utilizaba."

CARLOS BERLANGA. "Seguramente uno de los creadores de canciones más redondas de la historia del pop español como Ni tú ni nadie o ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? Sin embargo, es bien conocida su escasa habilidad técnica en la interpretación. Pero él nunca se preocupó por eso.

BOB DYLAN. "El clásico ejemplo de artista que se engloba dentro de la música, cuando seguramente sería mucho más acertado haberlo incluido dentro de los personajes importantes dentro de la poesía".

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