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Reportaje:MÚSICA

El desafío de Ariane

La música ha de crear su propio drama. Fiel a esta premisa, el compositor, editor y crítico musical francés Paul Dukas (1865-1935) trabajó, de forma obsesiva en su insaciable afán de perfección, en su única ópera, Ariane et Barbe-Bleue, cuento musical en tres actos estrenado con éxito el 10 de mayo de 1907 en la Opéra Comique de París. El libreto de Maurice Maeterlinck, basado en su poema homónimo, sigue de forma aproximada el célebre cuento de Charles Perrault. Toda la fuerza de esta fascinante partitura reside en su omnipresente protagonista, Ariane, una mujer valiente y solidaria empeñada en liberar a las demás esposas del despótico Barba Azul, su propio marido y señor del castillo, a quien defenderá frente a los violentos campesinos. Menos famosa que la histérica Salomé -la ópera de Richard Strauss se estrenó días antes en el mismo escenario- o la tímida y frágil Mélisande, de su admirado Claude Debussy, Ariane es uno de los personajes femeninos más poderosos de la literatura operística.

Tras su estreno español, en 1913, en el Teatro Real de Madrid, la ópera de Dukas ha permanecido ausente de los escenarios españoles durante casi un siglo y hoy sube por primera vez al escenario del Gran Teatre del Liceu de Barcelona en un montaje procedente de la Ópera de Zúrich con el sello teatral del cotizado y polémico director de escena alemán Claus Guth y dirección musical del emergente director de orquesta francés Stéphane Denève. "Toda la partitura va de las tinieblas a la luz, con un sentido del color orquestal y una escritura tan perfecta que sigue sorprendiendo un siglo después de su estreno. Dukas indica hasta el más mínimo matiz, la claridad y la precisión de sus anotaciones reflejan la búsqueda incesante de la perfección, que fue una obsesión de Dukas. Los detalles de orquestación son asombrosos", explica Stéphane Denève, que debuta como director de ópera en España con este montaje.

La mezzosoprano Jeanne-Michèle Charbonnet, que asume el agotador papel protagonista, encabeza un reparto que cuenta con el lujo del barítono-bajo José van Dam como Barbe-Bleue -solo tiene una única y breve intervención cantada al final del primer acto, aunque su presencia escénica es más relevante en el montaje de Guth-, la mezzo Patricia Bardon en el importante papel de Nodriza y cuatro sopranos que dan vida a las otras esposas: Gemma Coma-Alabert (Sélysette), Beatriz Jiménez (Ygraine), Elena Copons (Mélisande) y Salomé Haller (Bellangère). La quinta esposa, Alladine, es un personaje silencioso, a cargo de Alba Valldaura. Pierpaolo Palloni, Xavi Martínez y Dimitar Darlev interpretan a los tres campesinos.

Paul Dukas, que ha pasado a la posteridad como autor del genial scherzo sinfónico El aprendiz de brujo, popularizado por Walt Disney en su mítica Fantasía, volcó toda su sabiduría musical y su intuición teatral en su única y sorprendente ópera, marcada desde su estreno por el carisma escénico de su primera protagonista, la actriz y cantante Georgette Leblanc, amante y musa teatral de Maeterlinck. El abismo que separa a Ariane de las demás esposas se agiganta a lo largo de una ópera que nos habla, en clave simbolista, del valor de la libertad individual, de la capacidad de decisión sobre el propio destino, de la carga emocional que impide a las otras mujeres apartarse del tiránico refugio en que viven.

Ariane adquiere una dimensión colosal, la de una mujer extraordinaria y tenaz en una ópera de mujeres atenazadas por su miedo a la libertad. "Los comentaristas identificaron algunos temas relacionados con la aparición de tradiciones musicales francesas revitalizadas con la emancipación de la mujer y los ideales nacionales de verdad y libertad que habían renacido a raíz del caso Dreyfus", escribe la musicóloga Laura Watson, especialista en la obra de Dukas, en un artículo publicado por Amics del Liceu en su libro de la temporada de ópera.

¿Ópera feminista?, ¿ópera de mujeres? Para Dukas el mensaje de su ópera es claro: "Nadie quiere ser liberado. El hombre (y la mujer) siempre preferirá la esclavitud familiar a la enorme incertidumbre que es el precio de la libertad". Cuando Ariane abre la séptima y única puerta prohibida del castillo, encuentra a las cinco esposas anteriores, supuestamente asesinadas o secuestradas, que, en lugar de seguir su camino liberador, son incapaces de emprender una nueva vida y prefieren seguir sometidas. Nada que ver, pues, con el efecto moralizante del cuento original, que advierte a las mujeres sobre los peligros de la curiosidad. Ariane personifica a la mujer moderna, y con esta dimensión teatral Leblanc se ganó el favor de la crítica en su estreno. Para Dukas, esa dimensión nada tenía que ver con un manifiesto feminista: "No actúa en virtud de una convicción feminista, sino por la expansión de una naturaleza superior, sobrenaturalmente buena y activa", escribía en uno de sus últimos artículos publicados en la Revue Musicale.

La influencia de Wagner en Dukas es manifiesta, pero sin servilismos. Su corto catálogo -una ópera, un ballet, una sinfonía, tres oberturas, y casi nada más- "refleja el afán perfeccionista de un músico absolutamente personal", dice Denève. Acerca de la otra gran ópera inspirada en el mismo cuento, El castillo de Barba Azul, del Béla Bartók, y más allá de las diferencias en su desenlace -lo que inquieta en ella es el miedo a conocer la verdad y, de forma especial, el lado oscuro del ser amado-, Denève subraya puntos de sugerente conexión musical. "En las dos óperas resulta decisiva la idea del color orquestal, la riqueza de medios para recrear la idea del misterio, del secreto, de la luz y el color, pero en Dukas, más que la innovación armónica, lo que deslumbra es su refinamiento".

El joven director francés, nuevo titular de la Sinfónica de la Radio de Stuttgart (SWR) tras realizar un gran trabajo con la Nacional de Escocia, destaca la "sospechosa similitud" del tema musical asociado a Turandot con el de Barbe-Bleue. "Pero, claro, Dukas lo usó unos cuantos años antes...". Denève contagia su entusiasmo por la obra y la admiración de Dukas por la extraordinaria Pélleas et Mélisande, de Debussy. "Cuando se pronuncia el nombre de Mélisande, una de las esposas de Barbe-Bleue, en la orquesta suena el tema asociado a ella en la ópera de Debussy, es una cita exacta, respetuosa, fruto de su admiración".

No hay muchas opciones discográficas para la única ópera de Dukas, y la versión que encabeza la lista es la dirigida por Armin Jordan en 1983 (Erato), con Katherine Ciesinski como gran Ariane y Gabriel Bacquier. La versión en concierto dirigida por Bertrand de Billy en 2006 (Oehms Classics) cuenta con la intensa, aunque más irregular Deborah Polaski y con Kwangchul Youn. La versión de sonido más espectacular está dirigida por Leon Botstein (Telarc), con Lori Phillips y Peter Rose.

Ariane et Barbe-Bleue, de Paul Dukas. Gran Teatre del Liceu. Barcelona. Hasta el 8 de julio. www.liceubarcelona.cat.

Escena de <i>Ariane et Barbe-Bleue.</i>
Escena de Ariane et Barbe-Bleue.SUZANNE SCHWIERTZ / OPERNHAUS ZÚRICH

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