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Entrevista:Concha Velasco | ENTREVISTA

"Quizá no estoy muy segura de mí, por eso me invento"

Cumplirá en otoño 70 años, y podría hacer todavía aquel personaje que la hizo famosa, La chica yeyé. De protagonista. Hay una fuerza interior que la arrastra hacia adelante, como si los años hubieran pasado de largo ante su fuerza interior y no le hubieran dejado ni un rasguño. Quizá la padece, pero parece que no tiene edad. Y no es piropo. Cuando la vimos en su hotel de siempre en Barcelona, Concha estaba en el apogeo de su éxito al frente del reparto de Madame Rosa, el montaje en el que la dirige José María Pou basado en La vida por delante, una novela del francés Romain Gary. Y hasta ese título sirve para definir la actitud de esta vallisoletana incansable que no ha sido vencida ni por los desengaños amorosos, el último de los cuales pudo haberla roto del todo, porque acabó con el matrimonio último que alguna vez pareció irrompible. Se recuperó; ahí está, con la vida por delante. Acaban de darle varias distinciones: la medalla al Mérito del Trabajo, que recibió en el escenario con toda la familia, y el doble premio de la Academia de Televisión, el de mejor actriz (por Herederos, de TVE) y el que le corresponde por toda una vida actuando. Ambos premios la han cosido una vez más a la alegría que también le sirve para celebrar que la edad no la arruga ni la corroe.

"resignación, sacrificio, sobrevivir. las palabras que más uso y más odio"
"me dan miedo las dos españas que se han vuelto a formar ahora"

La conocimos hace 40 años, en Tenerife, cuando convivía con José Luis Sáenz de Heredia, el veterano cineasta franquista. Tenía esa relación, y al tiempo trabajaba para combatir el franquismo. Ahora recuerda esa época, sus primeros años, lo que pasó anteayer, lo que pasaba en su casa cuando sus padres compartían silencio sobre sus pasados respectivos (él, ayudante de Franco; ella, republicana y maestra), lo que sucedió con sus amores, desde el primero hasta el último. Sus películas, el teatro. Y termina juntando unas cosas con otras hasta construir un monólogo que de vez en cuando interrumpe el entrevistador para que siga haciendo memoria.

¿No le gustaría un poco de olvido? No, no quiero. Creo que la nostalgia es un error, efectivamente. Estoy notando que en España la gente últimamente mira hacia atrás demasiado. Yo no quiero mirar atrás, pero tampoco quiero olvidar. Es mi vida, no tengo nada de qué arrepentirme a nivel profesional y personal. A nivel íntimo, seguramente sí; entonces entono mi mea culpa y trato de rectificar, pero el pasado es el pasado, y ahí está. Tengo un hijo que se llama Manuel, es mi consejero, mi maestro Yo tengo siempre un maestro, y ahora es un chico de 32 años muy inteligente. Él me dice: "Mamá, uno nunca debe olvidar su pasado, ni avergonzarse de él".

¿Ése es el que le dijo que se suicidaría si usted se desnudara alguna vez en el escenario? No, ése es Paco, el que me ha hecho abuela. Manuel es mucho más abierto. Manuel me regala libros y Paquito me ha regalado un nieto… Me ha regalado un libro, Mamá, de Joyce Carol Oates; es sobre una madre que tiene la manía de celebrar todos los eventos con gente a la que no conoce de nada. Eso mi hijo me lo critica mucho. ¡Cuando la medalla [del Trabajo] vino muchísima familia! Quizá es porque no estoy muy segura de mí misma, y entonces me invento. Cuando venía para esta entrevista me pregunté a mí misma: ¿qué personaje le cuento hoy al periodista de ELPAÍS? ¿El de verdad? ¿El que me invento? ¿El que creen los demás que soy?

¿Y cuántas es usted, finalmente? Mi hermano me llama percha… Tú sabes que yo llevo muchos recortes en el bolso, yhay uno en el que hablan [para LaRepubblica de Roma] Marcello Mastroianni y Vittorio Gassman. Mastroianni decía: "Los actores somos una caja vacía que vamos llenando de los personajes que interpretamos". Y Gassman decía: "Los actores somos una caja llena de emociones que vamos vaciando y depositando en los personajes que interpretamos". Las dos cosas son absolutamente válidas. Pero mi hermano me ha dicho que yo soy una percha. Me lo dijo después de la medalla que recibí en el escenario, disfrazada de Madame Rosa [el personaje que interpreta en Lavida por delante]. A mí me hubiera gustado estar con un traje de noche, y me dijo mi hermano: "Estás equivocada, hermana. Es emocionante que recibas el premio en tu espacio, trabajando". Protesté: "Ya, pero estoy fea, llevo esta peluca, se ve la papada, el traje que llevo es horroroso, los zapatos no pegan con las medias…". Y él me contesta: "Tú eres una percha; los actores sois una percha de la que se van colgando los personajes". Ni caja vacía ni caja llena. ¡Resulta que ahora soy una percha!

¿Le afecta mucho lo que digan de usted? Sí, no puedo evitarlo. Tengo miedo: de lo que piensen los otros, de lo que piensen mis ex, de lo que opinen sobre mí. Porque sé que todo eso influirá también en el público… Tengo mucho miedo a la opinión, no lo puedo evitar.

¿Le hiere? A veces, muchísimo.

¿Le ayuda? También. Las críticas las valoro muchísimo. Muchas veces me dice Ana Belén que no las lee. Nuria Espert me dice que les pide a sus hijas que le hagan una pequeña sinopsis de lo que dicen. Yo no hago eso: yo me las leo, me las guardo, las estudio. Me influyen positiva y negativamente.

¿Y distingue cuando es maldad o simplemente crítica? Sí distingo, claro. Por eso me da tanto miedo. Vivimos un momento muy tremendo en España. La crítica siempre me ha dado palos muy gordos, y después me han dado premios maravillosos. Como en mi vida privada: me han dado unos palos tremendos, y luego he recibido premios maravillosos. Sí, distingo. Pero en este momento hay una gran maldad. A mí me asusta la España de ahora, porque yo soy un producto de las dos Españas: hija de un militar franquista y de una maestra republicana. Mi madre estaba en Asturias, defendiendo a niños en un colegio, y mi padre entró allí con las tropas de Franco. Se enamoraron, así que soy producto de las dos Españas. Mi madre me educó en la comprensión, en la tolerancia, y mi padre siguió mi carrera y se jubiló de militar en el Conde Duque. Ahora, a mí me dan miedo las dos Españas que se han vuelto a formar.

¿Y qué pasa? Por hablar de nuestro caso, hay gente que se mete conmigo, con nosotros, porque somos "los del pesebre". De esta medalla [al Mérito del Trabajo] dirán que me la han dado los del PSOE, y fíjate si es merecida, tantos años trabajando… Pero dirán: "Claro, los de la ceja".

Los titiriteros. ¡No puedo soportar que nos llamen titiriteros! ¡No puedo soportar que se metan con Javier y con Pilar Bardem! Es como si lo hicieran conmigo misma. Alfonso Ussía hace versos (él los llama versos) sobre nosotros, y a mí me produce un enorme dolor porque sé que eso influye en la gente. Hay gente que sólo lee un periódico, yo leo varios. Pero ¿y los que leen sólo uno y se quedan con lo que dice Ussía?

La he visto a usted muy bien dispuesta. Ha llegado a este 'hall', ha visto al periodista, se ha sentado y ha comenzado la conversación. Los artistas suelen hacer más remilgos. ¡No nos ha hecho ni esperar! ¡No sé a qué artistas habrás conocido! Yo soy una diva, y quiero seguir siéndolo, pero en el escenario. A eso llamo yo ser la protagonista. En el teatro he tenido la suerte de poder elegir. En el cine no he podido elegir tanto; te llega el guión, y lo tomas o lo dejas. Pero en el teatro, sí; desde chica tuve la suerte de ser protagonista, tuve éxito, y pude elegir. Y si eres protagonista en el escenario, ¿para qué tienes que ser diva en la vida común? Me ha dirigido Adolfo Marsillach, me ha dirigido José Carlos Plaza… A José Carlos lo conocí cuando trabajaba con Celia Gámez, ¡imagínate! Le presté dinero para que montara Cándido en el TEI, me lo devolvió. Pero no me dejaban ir al TEI porque yo hacía películas de consumo, como las llamaban, y el señor Layton, que lo dirigía, no consideraba que yo me debiera mezclar con ellos… Pero José Carlos me dejaba ir como oyente. No me avergonzaba hacer cine de consumo. Gracias a lo alimenticio, a mis películas, a la televisión, al teatro, he tenido una vida muy cómoda, y mi familia ha podido vivir bien. Luego nos hemos equivocado y lo hemos gastado donde no debíamos, pero seguimos viviendo.

Volvamos a los titiriteros. Si lo mira bien, no es un insulto. Pero lo dicen como insulto. Los titiriteros, la farándula. A mí me parece que la canción más hermosa que se ha escrito sobre nosotros es la de Víctor Manuel. La escribió en una servilleta de papel, en una cafetería de la calle Goya, cuando tuvimos la primera huelga de actores cómicos. "Viven desnudos, duermen vestidos". Ésa es mi canción, una canción que considero que hicimos entre todos. Nunca hemos vuelto a estar tan unidos. Ahora tenemos miedo. La libertad de hoy en día es la libertad del miedo, porque es la libertad del insulto. Se puede insultar tranquilamente, se permite que se insulte al presidente del Gobierno... ¡al día siguiente de que tome posesión! ¡Y es el presidente! En Estados Unidos, el presidente es el presidente, ¡aunque cace moscas con la mano! Vi una parodia de Obama cazando moscas en el programa de Andreu Buenafuente, ¡adoro a Buenafuente, duermo con Buenafuente, es mi ídolo! Ése es el humor que me gusta, el humor inteligente, no es de los que salen insultando por insultar. Y ahora abren la televisión para eso, para insultar, para mostrar lo peor de lo que somos. ¿Por qué hacemos esto? Si tenemos un país maravilloso que ha dado una lección que no podemos ni debemos olvidar… Igual que no debemos olvidar el año 1936. ¿Quién dijo eso de que quien olvida su pasado está obligado a repetirlo? Pues yo no quiero olvidar mi pasado; yo sé lo que soy y lo que he hecho.

¿Cómo convivían en casa esas dos Españas que se enfrentaron? En mi casa perfectamente. Cuando era pequeña vivíamos en Larache, y ahí no se sabía que hubiera dos Españas. Había tres culturas. Vivíamos allí con judíos, católicos y árabes… Mi padre estaba destinado allí, era el asistente de Franco. ¡Si te metías con Franco, mi padre te podía sacar la yugular a mordiscos! Yo tengo eso de Corleone: la familia es la familia, y yo soy hija de mi familia, de mi padre, franquista; y de mi madre, republicana. Sagrados. Mi padre era un ser adorable. Un ser adorable dominado por mi madre. Completamente, como todos los hombres.

¿Qué contaba su padre de esa relación con Franco? Cuando yo era pequeña no se contaba nada en casa, se vivía en el silencio. La vida en Larache era divertida; vivíamos en el Zoco. Allí hice la primera comunión. A mi padre lo destinaron luego a Canarias, pero mi madre quiso que viniéramos a Madrid, la niña tenía que estudiar en el conservatorio. Y al pobre padre lo destinaron a Hoyo de Manzanares, jamás a Madrid propiamente dicho… Pero no, en mi casa no se hablaba de Franco, ni de Franco ni de nada. En aquel tiempo no se hablaba de nada.

El Conservatorio, y a trabajar. Desde chiquita. Y con muchísimo éxito. Y tuve que ir a trabajar a La Granja, delante de Franco. Me niego a lamentarlo. Ir a La Granja, delante de Franco, era como una condecoración. Íbamos con Tony Leblanc, y le cantábamos La chica yeyé, lo que fuera… Cada vez que pasaba yo, Fuertes de Villavicencio [el ayudante de Franco] le decía: "Es la hija de Pío". ¡Imagínate, la hija de Pío! Y Franco hacía un gesto, uhmmm, ni se enteraba, y miraba para otro lado.

¿Qué impresión le daba Franco? Ninguna. No sentía rechazo, porque en mi casa no se decía nada que me llevara a sentir rechazo. Era un honor, porque íbamos voluntariamente. No es verdad todo eso que se dice de que si no ibas te vetaban. Te pedían que fueras a cantar, y si estabas disponible ibas, y si no, no sucedía nada. Yo fui tres veces, encantada.

¿Y su madre cómo llevaba esa convivencia siendo republicana? Mi madre nunca habló de ese pasado suyo, hasta 1976. Venían amigas suyas del exilio y le decían: "Concha, tú deberías contar lo que fuiste". Entonces fue cuando se dio a conocer. Cuando ganamos los socialistas, a mi madre le dieron toda su paga de maestra jubilada. Y votaba a Adolfo Suárez. Lloró cuando dimitió. Para ella Suárez era lo más… Cuando cumplí 60 años, mi hijo Manuel me hizo un cuadernillo de dibujos con la vida de mis padres, cuando se conocen bajo las bombas, y luego cuando ella va por la calle, llorando, rodeada de carteles, Vota PSOE, Vota UCD, Vota PCE, y mi madre llorando. Es precioso.

La encuentro a usted muy feliz, muy alegre. No tengo motivos para estar triste. Yo no he ido nunca al psiquiatra. Cuando me separaba de mis novios, o de mis amantes…, y quiero usar las palabras en su justa medida: novio es aquel con el que sales y no te acuestas, y a lo mejor te casas, y amante es aquel con el que te acuestas y no te vas a casar. Y marido es aquel con el que te has casado. Pues cada vez que dejaba a un novio o a un amante, me querían llevar al psiquiatra. Pensaban que estaba loca. ¡Cómo les iba a dejar con lo maravillosos que eran! Y nunca he querido ir. Pues sí, estoy alegre, qué le vamos a hacer.

Pues hace nueve años, Sol Alameda…Qué maravillosa entrevista me hizo Sol…

…le decía en esta revista: "No hable usted así, con tanta tristeza". Es que en aquel momento estaba muy triste, todo se me venía encima. Y ahora no lo estoy.

¿Qué se le venía encima? Una deuda gordísima con Hacienda, iba a perder mi casa… Yo siempre he trabajado en esto por necesidad, y siempre he querido ser la mejor. Empecé aquí, prácticamente, en este mismo hotel, al lado del teatro Calderón. Mi madre me acompañaba, me ponía un profesor de inglés, quería que fuera la mejor. Y tenía novios; tener novios me obligaba, era como un estímulo a aceptar trabajos, a hacerlos bien. Les compraba pisos a mis padres con el dinero que iba ganando, y trabajaba como nadie. Y creo que en el año 2000 toqué fondo. Lo perdí todo. Eso me obligó a pegar una patada en el fondo del pozo para salir hacia arriba.

¿Qué queda de esa vida en el pozo? Mucho dolor. Una profunda tristeza de la que no me he recuperado, para qué te voy a engañar. Me gusta mucho recibir esta medalla en el escenario, pero es que tengo que seguir trabajando; en este momento tengo que seguir trabajando, y eso me obliga a disfrazarme, a disfrazar la tristeza. Y cuando me quedo sola por las noches, pues estoy muy sola… Lo que pasa es que soy tan fuerte... No abro la nevera del hotel y me la bebo entera, no. ¿Qué pasaría? Pues que sería un pingajo. ¿Cojo el tabaco y vuelvo a fumar, y me lo fumo todo? No, porque estaría tosiendo durante toda la función al día siguiente. Ser tan disciplinada me ha costado mucho en la vida, en la vida personal. Mi ex marido no ha soportado que yo supiera que había un tope que me obligaba a ir a trabajar, a renunciar a salir por las noches, a no comer con los productores… Y yo sé que hay un tope que te obliga a estar bien para ir a trabajar. Lo necesito.

Pues ya no tiene usted marido. Ya no tengo marido, pero me tengo a mí misma, y tengo necesidades… Es que soy una mujer muy apasionada. Mi madre de pequeña tenía mucho miedo a lo que me pudiera pasar, y tenía razón. A mí la pasión y el amor me han metido en unos sitios muy tremendos.

¿Qué le ha atraído de los hombres? Que me gustan muchísimo, pero son tontitos. Yo creo que la mujer los asusta tanto… Saben que somos capaces de todo, más que ellos, y entonces nos rechazan, y nos buscan defectos. Nos dicen que somos, o estamos, feas, o viejas, o que se nos ha ido el periodo… A mí me operaron de un tumor, y me quitaron todo. Fue a verme Pilar Miró. Yo le decía: "Mira, Pilar, lo que me han hecho, me lo han quitado todo, y me han avisado en el último minuto". Ella me consolaba: "No te preocupes. Yo cada vez siento más el corazón en la almohada". Siempre yo tan exagerada, ahí con mi problema, y la pobre Pilar se murió… Pues fíjate lo que sucedió después de aquella operación, fue tremendo. Me llamó un señor, amigo de mi ex, y me dijo por teléfono: "Ya me ha dicho tu marido que te han vaciado". Ésa ha sido una de las cosas más terribles de mi vida; sentí que yo era una cosa de servir, de usar y tirar. ¡Qué horror! Una de las cosas más humillantes que me han pasado en la vida. Hasta el punto que fui al ginecólogo y le dije: "¿Esto qué significa, que no voy a poder tener un orgasmo? ¿Que no voy a poder amar, no voy a poder hacer eso que se llama amor?". Ya sé que el amor es también lo otro, la manita, la puesta de sol, compartir lectura, museos, pero ¿no voy a poder hacer el amor? Era una duda tremenda. Entonces el ginecólogo se llevó un dedo a la frente y me dijo: "Todo está aquí, hija mía". Y es verdad, todo está en la cabeza.

¿Y las rupturas por qué se han producido? Al principio las he roto porque me he enamorado de otro. Es que esto es así. Siempre he dejado. Por eso cuando he sido dejada me ha dolido tanto, porque siempre les dejaba yo.

¿Despiadadamente? Despiadadamente. Les he visto llorar y pedirme de rodillas que no me fuera.

¿Cómo se siente ahora? ¿Cuando he sido dejada? También me he tirado por el suelo, de rodillas, pidiendo perdón, y pidiendo que no me dejaran. Aunque creo que he tenido la gran suerte de que me dejaran.

¿Eso es hoy una sombra, Concha? Ya me voy recuperando. Sí recuerdo que cuando he dejado yo ha sido terrible para el otro; muy doloroso, lo sé, y no he tenido piedad. Pero siempre ha sido porque me he enamorado. Mi madre, cuando me veía sufrir tanto con mi ex, me decía: "Hija, es que es una pena que no te vuelvas a enamorar". Y yo le decía. "Sí, estoy enamorada, pero no puedo hacerles esto a mis hijos". Siempre busqué entonces esa excusa. Siempre he dicho: no voy a ponerles los cuernos a mis hijos. ¡A los únicos a los que no les he puesto cuernos en mi vida! Porque a los demás se los he puesto y creo que Dios me ha castigado…

En este caso, él le dejó. Me dejó, sí, claro.

Y ahora dice usted que está contenta de que haya ocurrido. Ahora sí. Pero han pasado cuatro años tremendos. Aún no estoy muy recuperada, porque si estuviera recuperada estaríamos celebrando todo juntos. Ahora es muy moderno que los ex se junten en todas las celebraciones. Lo veo en revistas: van a las comuniones, a las bodas, a todo. Y yo no quiero, para nada.

¿Ni una relación? No, no quiero. Y no cuento por qué. Yo lo cuento todo, menos algunas cosas…

Y esto no lo cuenta. No, eso no. No te cuento por qué tengo ese rencor, porque lo que tengo es rencor. Yo soy de las que nombran las cosas por su nombre, pues te lo digo: tengo rencor, soy rencorosa. Del rencor no me he recuperado; a lo mejor es eso lo que me mantiene en forma.

Usted decía que no era como Carmen Orozco, su personaje en 'Herederos': vengativa, fría, calculadora, rencorosa… Es que ella era una asesina.

Pero también decía que no trataba con rencor… Ahora digo que sí, soy así… Me pasó una cosa con el personaje de Carmen Orozco. Cuando lo estaba haciendo no lo entendía muy bien. De repente salió el libro de la serie, La verdad deCarmen Orozco, y descubrí ahí que es un personaje mucho más apasionante que el que estamos contando por televisión: una mujer que ha sido violada por su padre a los nueve años, algo que ahora ocurre constantemente, así que no nos asustemos con el culebrón… Ella se carga a su padre de un disparo en la cabeza, se casa con un torero, y el torero le pone los cuernos con la primera que se cruza. Es una mujer maravillosa que un día, después de haber pasado una noche de pasión con el torero, se fuma un puro, se mira desnuda en el espejo y dice: "Yo de quien estoy enamorada es de Carmen Orozco". ¡Joder!", dije, "¡pero coño, ahora es cuando me entero de quién es Carmen Orozco!". Y creo que mi trabajo cambió. Es mejor en la segunda partede Herederos queen la primera, porque se produjo esa revelación.

Dice usted que no quiere hablar de ciertas cosas. Pero, ¿no le parece que contarlo puede servir de ejemplo a otros? Quizá. Pero si cada vez que me dan un premio o estreno una obra o una película, tengo que contar mi vida… Eso no me gusta. Yo ya soy muy mayor, y voy asobrevivir a todo. Sobrevivir, qué palabra tan horrorosa. Resignación, sacrificio y sobrevivir son las palabras que odio, porque son las que más utilizo.

¿Y por qué las utiliza? Porque mi vida es un constante sobrevivir, y un constante sacrificio. Sobrevivir, hay que sobrevivir. Y yo les he sobrevivido a todos. Cada vez que hay un periodista que habla mal de mí, me lo digo: le sobreviviré. Los odio, me encanta odiarlos. Sé que no sirve para nada, pero…

¿De verdad odia? Sí, a alguna gente. Porque me han hecho daño innecesariamente.

Hace 20 años, Feliciano Fidalgo le preguntaba en EL PAÍS si le asustaba cumplir 50, y usted confesaba que estaba desesperada. ¿Le afecta cumplir 70? Sí, claro. Como mujer, sí. Sé que no puedo tener un novio; tengo un absoluto rechazo a todo el que se me acerca, porque digo: ¿cómo me va a querer un señor estupendísimo, de 70 años, guapo, si lo que quiere tener es una muchacha de 25? Con lo cual tengo un rechazo a todo lo que sea amor a mi alrededor que me produce mucho daño. Me ilusiono dos días, vamos al cine, pero al tercer día le digo: es imposible, tengo 70 años. ¿Cómo no va a afectarme hacerme mayor? Me destroza.

Iba para bailarina. Le dijeron que tuviera paciencia, que ya bailaría 'La muerte del cisne'. Ahora ya no puedo bailar La muerte del cisne, ni nada. Cómo echo de menos el baile. Es lo que más me gusta. ¿Quieres que te cuente una cosa? Yo hacía Abelardo y Eloísa, dirigida por don José Tamayo, y era novia de Juan Diego, y antes lo había sido de Sáenz de Heredia. Entró un día Tamayo y me vio enfurecida, y me preguntó: "¿Qué le pasa a usted, Conchita?". Y le dije: "¡Ay!, don José, es que llevo 30 años oyendo hablar de la guerra del 36 a uno, y ahora tengo otro novio que no me habla sino de la guerra que va a venir, y estoy harta. ¡Yo lo que quiero es bailar!". Pues eso, yo lo que quiero es bailar.

Concha Velasco
Concha VelascoCaterina Barjau
Concha Velasco
Concha VelascoCaterina Barjau
Concha Velasco
Concha VelascoCaterina Barjau

Tan prolíficacomo querida

Concepción Velasco Varona (Valladolid, 1939) dio sus primeros pasos artísticos en la danza. Las mañanas de juventud las invertía en acudir a clases de ballet español y clásico en el conservatorio. Sus piernas marcaron el ritmo en las compañías de baile de Manolo Caracol y Celia Gámez. Y su frescura se coló pronto en el cine, con comedias como 'Las chicas de la Cruz Roja' (1958) y 'Las que tienen que servir' (1967).

Cambio de registro. La 'chica yeyé' debutó en la pequeña pantalla con 'Estudio 1', en TVE. Sus interpretaciones en 'La dama del alba' (1963), 'Don Juan Tenorio' (1965) o 'Santa Teresa de Jesús' (1984) han demostrado su capacidad para papeles dramáticos. El teatro le ha granjeado los mejores éxitos. 'Filomena Marturano' (2005) y 'La vida por delante' (2009) son las más recientes.

Actriz, bailarina, cantante y presentadora, la vallisoletana puede presumir de ser una de las artistas más queridas y prolíficas del país. La veteranía le llega con el respaldo de más de cien títulos cinematográficos y con trabajos aún por hacer.

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