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CONGRESO DE LA LENGUA | Programa
Columna
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El interés por una lengua compartida

Valparaíso acoge el foro sobre la transformación del desarrollo cultural hispánico

Para qué sirven los congresos internacionales de la lengua española? Cuando acudimos a la memoria de los congresos hasta ahora celebrados, recuperamos palabras que han pasado a formar parte de la historia reciente de nuestra cultura: "Jubilemos la ortografía", proclamó García Márquez en Zacatecas (1997); Delibes, en Valladolid (2001), afirmó que a esta lengua la "han ensanchado paso a paso, desde México a la Tierra de Fuego, las gentes de los más diversos pueblos"; y Muñoz Molina sentenció en Cartagena de Indias (2007): "El enemigo del español no es el inglés, sino la pobreza". Entreveradas con estas palabras quedan imágenes de una enorme potencia comunicativa: el llanto emocionado de Ernesto Sabato en Rosario (2004) o la fiesta multicolor con que concluyó el homenaje a Gabo en la Cartagena colombiana. Todo ello conforma ya un vigoroso imaginario cultural, que escenifica la cohesión del mundo hispano y proyecta su interés por una lengua compartida.

El Gobierno chileno ofrecerá informes sobre los desafíos del libro

Pero no todo en los congresos son imágenes conmovedoras ni frases para la historia, aunque no ande muy sobrado de ellas el mundo de la cultura. Los estudiosos de la vida internacional del español están viniendo a coincidir en que los principales agentes de nuestra planificación y política lingüísticas son cuatro: la Real Academia Española y sus hermanas americanas, el Instituto Cervantes, la Corona de España, por su apoyo a las iniciativas relacionadas con el español, y los congresos de la lengua. Cierto es que estos últimos son co-organizados por el Instituto Cervantes y las academias, junto a los gobiernos de los países anfitriones, pero de algún modo están adquiriendo vida propia y aglutinando inquietudes que trascienden a las instituciones para afectar a todos los sectores de la sociedad, en España y en América, e incluso a otros pueblos que tienen aprecio por el conocimiento del español.

A la hora de explicar el fin de los congresos de la lengua, de los que se celebra su quinta edición en la ciudad chilena de Valparaíso, podemos apelar al valor de los centenares de páginas electrónicas que albergan las actas de los congresos anteriores, pero también es posible invocar razones de mayor calado. Porque los congresos se han convertido en el foro donde se analiza, discute y proyecta el desarrollo cultural hispánico en su conjunto, precisamente por articularse en torno a la lengua. Néstor García Canclini ha propuesto tres tesis acerca de las transformaciones en la noción de desarrollo cultural y todas ellas se verificarán en el congreso de Valparaíso. En primer lugar, las naciones iberoamericanas, fundadas en la lengua y la escritura, se están reorganizando en un régimen de imágenes y discursos multimedia, del que los congresos son un exponente destacado. La segunda tesis habla de un desplazamiento del desarrollo cultural hacia el predominio de las industrias culturales y la formación de mercados globales para su comunicación, a lo que contribuyen directamente los congresos. Y, en tercer lugar, según Canclini, la globalización está subordinando el valor lingüístico, simbólico y estético de los bienes a las reglas económicas de producción y competencia transnacional, como se viene destacando en los congresos de la lengua. En ellos se analiza la dimensión internacional y la identidad cultural del mundo hispanohablante y se da la palabra a economistas, políticos, periodistas, científicos o tecnólogos, que expresan sus opiniones junto a la gente del mundo de las letras.

Más allá de estas cuestiones de fondo, aún es posible apreciar otros objetivos en el congreso de Valparaíso. Uno de ellos se reitera desde el congreso de Zacatecas, promovido en aquella ocasión por el Instituto Cervantes, y consiste en su capacidad generadora de proyectos lingüísticos y culturales. La fuerza de un centro de atención así resulta más que atractiva para su uso como plataforma de lanzamiento de proyectos de largo alcance. El de Valparaíso no será distinto de los encuentros anteriores y permitirá conocer de primera mano un buen manojo de obras, iniciativas y proyectos, tanto de las instituciones organizadoras como de otros agentes culturales. Mencionemos algunos de ellos. El Instituto Cervantes presentará las líneas maestras del sistema internacional de certificación de español, que aglutina a un centenar de universidades hispánicas en torno a la evaluación de la lengua y su enseñanza, presentará su Antología de la poesía hispanoamericana actual y ofrecerá información de algunos de sus proyectos de tecnología lingüística, como el catálogo de voces hispánicas, el archivo gramatical de Fernández Ramírez o el refranero multilingüe interactivo. Las academias presentarán la edición manual de su célebre Gramática y, como novedad, el esperado Diccionario académico de americanismos, coordinado por Humberto López Morales. El Gobierno chileno, a su vez, ofrecerá valiosos informes sobre los desafíos del libro y la lectura.

Pero, aún hay otro objetivo, nada menor para un congreso de estas características: su proyección popular. Pocos acontecimientos hay en el panorama internacional capaces de movilizar a la sociedad en torno a un encuentro donde fundamentalmente se habla de lengua y cultura. Los organizadores han preparado a tal efecto una oferta cultural y audiovisual, con música, literatura o arte, y con espacio destacado para la presentación de libros y la entrega de premios. Alrededor de ello se implican otras instituciones, que contribuyen a completar un programa cultural de calidad, como la Seacex, que organiza una llamativa exposición de arte en la calle. Y a esto se suman los fines derivados del momento y del lugar, que llevan a incluir el congreso de Valparaíso entre los actos de conmemoración de los bicentenarios de las repúblicas americanas o a dedicarle un homenaje especial a la poesía hispanoamericana, precisamente por ser Chile un país de poetas, donde Rojas y Parra, junto a Neruda y Mistral, dejan de ser voz de un solo país para convertirse en iconos de la identidad hispánica. Para esto sirven los congresos de la lengua, aunque no sólo. Sabato llegó a decir, a propósito del encuentro de Argentina: "Lo único que quiero llevarme del congreso es una camiseta del Central"

[equipo de fútbol de Rosario]. Y lo consiguió.

Francisco Moreno Fernández es director académico del Instituto Cervantes y secretario general del Congreso Internacional de la Lengua Española. www.cervantestv.es retrasmitirá la inauguración y las sesiones plenarias.

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