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Crítica:Niccolò Ammaniti - Que empiece la fiesta | LIBROS | NARRATIVA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En el jardín de las delicias

Narrativa. Cuenta Niccolò Ammaniti en Que empiece la fiesta las vidas paralelas de dos héroes desastrosos, el satánico Saverio Moneta, alias Mantos, y el escritor Fabrizio Ciba, lanzados hacia el mismo punto, la mayor fiesta del siglo XXI, la más grande en la historia de Roma. El genio Ciba, invitado selecto, es el astro de la nueva literatura italiana, como Ammaniti, pero dotado de un egocentrismo maníaco y televisivo, vago, vano, sexómano y borracho. Su modelo es el clásico Cassius Clay, el boxeador de lengua irrefrenable. Los académicos lo menosprecian y lo quiere el público, las mujeres sobre todo, aunque, ultrasensible a la adulación, Ciba deteste a sus lectores, enjambre de moscas ignorantes. No se siente estimado por sus editores, que empiezan a dudar de cuánto amor merece Ciba. Su segunda novela ha sido un fiasco. ¿Se le ha muerto el talento?

Que comenci la festa /Que empiece la fiesta

Niccolò Ammaniti

Traducción de Juan Manuel Salmerón / Joan Casas

Anagrama / Angle. Barcelona, 2011

330 / 336 páginas. 19,50 euros

Las mejores caricaturas suelen llevar un aguijón contra los vicios contemporáneos. El satánico aficionado Mantos no es ninguna estrella, sino un joven padre de familia, vendedor de muebles tiroleses en la tienda de su suegro, que por una casualidad maldita se ve de camarero en la bacanal. Todavía no ha alcanzado el estrellato, pero lo busca al frente de tres idiotas, todos adolescentes eternos, las Bestias de Abadón, que aspiran a conquistar la cúspide del satanismo europeo aprovechando el festín para cortar una cabeza famosa. El demonio del infantilismo criminal coincidirá en una opulenta villa romana con el genio de la banalidad inteligente.

Ammaniti pone en marcha a todo motor la lógica de la carcajada, es decir, de la sorpresa feliz, como si el disparate, la distorsión y la deformación fueran la mejor estrategia para representar la realidad. Y empieza la fiesta, en un palacio que fue residencia de reyes, privatizado por un ayuntamiento romano en bancarrota. Su dueño es un constructor millonario, con antecedentes penales y honrado por el capital, la política, el espectáculo, el deporte y la cultura, nuevo Rey Sol. Habrá fieras, porque, desde que apareció entre los Jóvenes Caníbales, aquella gran novedad de la literatura italiana de los años noventa, a Ammaniti le ha atraído el cruce monstruoso, caricaturesco, de seres humanos y animales salvajes. Ahora, en su Jardín de las Delicias, la feria frenética incluirá orquestas, banquetes, cacerías, safaris, estampidas de elefantes y sangrientas comilonas de cocodrilos. Entonces cortan la luz, la naturaleza se rebela y se desata el Apocalipsis.

Hay también inocentes que en semejante mundo no tienen posibilidad de ser buenos: una tribu de atletas desertores de la antigua URSS, parásitos en las catacumbas desde las olimpiadas de Roma de 1960, pueblo de las tinieblas. Estas criaturas subterráneas y atrofiadas confundirán a los millonarios con los comunistas, que por fin han infestado Occidente. ¡Que vienen los rusos!, se amenazaba hace medio siglo. Y, entre tanta gente que Ammaniti considera digna de ser retratada por mala, aparece la encarnación de la virtud venal y banal, Nuestra Señora de los Nuevos Tiempos, la cantante Larita, drogadicta y diva del Death Metal regenerada, convertida al catolicismo y bautizada por el papa, autora de Unplugged in Lourdes, Live in Saint Peter, El amor que nos rodea y King Karol, en honor de Juan Pablo II. Le quieren cortar la cabeza con una réplica de la espada Durandarte comprada en Internet. Que empiece la fiesta es grande, una compañía excelente.

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Ambiente en barLARRY FINK / GALLERY STOCK

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