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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El libro y el autor

Desde su entrañable casita de dos pisos de la calle del General Goded de Tenerife, Domingo Pérez Minik (1903-1989) fue situando al lector español, desgraciadamente encerrado entre los "muros de la patria nuestra", ante la gran literatura que se venía haciendo allende nuestras fronteras culturales. Con ello cumplió la labor admirable de un verdadero crítico, cual es la de orientar, informar, ayudar a elegir y hacer pensar. Pérez Minik se enfrentó a lo que los editores más arriesgados de los años sesenta y principio de los setenta ofrecían a un público ávido, deseoso de novedad y de salir del estrecho círculo de la literatura oficial y oficializable; y lo hizo con criterio y llaneza, apoyado en su amor a la Literatura y su excelente formación. Lo que este libro nos ofrece es un panorama de la mejor literatura de la segunda mitad del siglo XX que en su valor de análisis sigue siendo tan valioso como lo fuera entonces y es, además, un excelente compendio de las influencias más interesantes recibidas en nuestro país.

La novela extranjera en España

Domingo Pérez Minik

Obra Social CajaCanarias, 2010

488 páginas. 15,60 euros

Un repaso al índice nos muestra quiénes eran los adalides de la novela extranjera en España; fundamentalmente dos: Carlos Barral, su equipo en Seix Barral y luego en Barral editores, y Antonio Vilanova tras la estupenda excelente colección Palabra en el Tiempo de Lumen. Ellos acaparan el grueso de las críticas del maestro canario. La lista de nombres es impresionante: Malamud, Bellow, Ralph Ellison, James Baldwin, Céline, Butor, Robbe-Grillet, Claude Simon, la Sarraute, Beckett, Murdoch, Lessing, Sillitoe, Bassani, Giuseppe Berto, Vittorini, Musil, Broch, Frisch, Uwe Johnson, Bulgakov. Babel, Solzhenitsin, Singer, Lovecraft, Grass..., y otros no menos importantes que dan en su conjunto una visión sustancial de "toda esa ilustre época literaria de Occidente de la primera posguerra mundial, de los Estados Unidos a la Rusia Soviética".

Lo que vale es darse cuenta de que Pérez Minik escribía en un país que carecía de referencias para situar a todos estos grandes autores o, lo que es lo mismo, que él, con su conocimiento y autoridad (y modestia, añadiría yo) se convirtió en referente de esa Literatura con su labor de crítico, sobre todo desde la revista Ínsula. Pero lo más importante es comprobar ahora la felicidad de sus juicios y su manera de analizar un libro. Pérez Minik se ocupaba siempre de entroncar al libro y al autor no sólo con su tiempo sino con los modos de hacer literatura de su tiempo, y lo situaba en un contexto literario e histórico (en los que cabía el modo de pensar y de concebir al mundo de ese autor), todo ello dirigido a abrir territorios de comprensión al lector; después entraba a valorar la obra con argumentos literarios apoyados en un firme conocimiento de su obra. Esto último es lo que más ha faltado en la crítica española, tan dada a revolotear sobre autor y obra sin posarse en el meollo de su escritura. Véase, como pieza ejemplar, su modélica crítica del Molloy de Samuel Beckett.

A Domingo Pérez Minik le debemos una parte sustancial de nuestra formación literaria. La apasionante lectura de este libro es la manera de agradecérselo.

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