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Reportaje:EN PORTADA

La literatura animada en el ciberespacio

Elisa Silió

Por qué tus novelas son tan poco comerciales, por qué hay tan poco sexo?

-No estoy de acuerdo, camarada. Lo que pasa es que cada novela exige un tipo de sexo diferente.

-En El pintor de batallas, entre otras cosas, aparece una comida de coño (dicho en corto y por derecho)...

-...que algunos podrían calificar de espectacular.

Quien pregunta es el novelista Montero Glez y quien responde "en corto" es su amigo Arturo Pérez-Reverte. Lo hace en tres partes (tuits), limitado por los 140 caracteres de Twitter. El padre de Alatriste no da abasto para contestar a sus 62.000 seguidores en Twitter: "Me entra un tuit cada diez segundos. Hago lo que puedo. Tecleo a bulto, y que Dios reconozca a los suyos". Ciento sesenta millones de personas están registradas en el microblogging del pajarito azul y postean 100 millones de mensajes diarios. Y los escritores, claro, no son una excepción. Gracias a las redes sociales -Facebook tiene ya 600 millones de usuarios, casi 12 en España- los autores tienen un contacto directo con sus lectores y es el foro de debates de masas como el de Alejandro Sanz por la ley Sinde. Además, la globosfera ha dado origen a una literatura "inesperada, mutante, intempestiva y, además, gratis", en palabras de la mexicana Cristina Rivera Garza.

Guillermo Arriaga relata su cacería en el desierto de Coahuila: "Una parvada de guajolotes (pavos) silvestres camina a 150 metros de mí..."
"Los músicos llevan dos años de ventaja a los escritores porque empezaron colgando su música en MySpace", afirma J. Antonio Redondo

Así, Ian Rankin adjunta orgulloso a Twitter una foto en la que Keith Richards le dedica su autobiografía. Margaret Atwood añade un pie a otra instantánea: "En Portsmouth, NH, con Stephen King, Dan Brown, Joe Hill. (¿Soy una mala influencia para ellos?)". Paulo Coelho se da un baño de masas en una charla digital y Doug Coupland ha inventado términos cibernéticos. Todos ellos, y algunos más, han participado en este reportaje por correo electrónico.

Existen detractores, como Javier Marías, que afirmaban en este periódico: "Quienes alimentan Twitter con sus notitas, por fuerza triviales, parecen haber perdido enteramente cierto instinto de conservación que a lo largo de siglos ha hecho saber a la gente que no convenía dar demasiada información...". "Twitter me ha jodido la vida", se queja Lucía Etxebarria, muy activa en la Red. "Hay un hombre que se hace pasar por mí y no hay forma de quitar el perfil, porque mi nombre verdadero no corresponde con el que firmo los libros y no puedo hacérselo entender al ente en inglés con el que me comunico". El suplantador tiene casi ochocientos fans e incluso Reverte le ha contestado. Facebook, a su vez, cerró su página un tiempo por incluir una foto "pornográfica".

"Los músicos llevan dos años de ventaja a los escritores porque empezaron colgando su música en MySpace", cuenta José Antonio Redondo, autor de Socialnets (Península, 2010). "El potencial de las redes es enorme. Se calcula que tienen una cuenta el 60% de quienes usan Internet en España y ha sido en apenas dos años. Lo malo de las redes muy generalizadas es que te dispersas si, por ejemplo, quieres hablar de literatura. Por eso está muy bien proyectos como Ediciona en el que se encuentra gente del mundo del libro".

"Contestando a 3 preguntas de EL PAÍS, Madrid, España, sobre... ¿adivina qué? Twitter!: D (¿Diré buenas cosas? Pían los pájaros?)", contaba Margaret Atwood hace unos días a sus 113.000 fans. A EL PAÍS sí dijo cosas buenas: "Me gusta Twitter porque es muy rápido: ¡puedes conseguir enseguida respuesta a cuestiones prácticas! No sé por qué tengo tantísimos seguidores. Les gustarán mis twitter-errores". Comenta, por ejemplo, su llegada a Londres "con un paraguas de cabeza de loro, como Mary Poppins". Atwood descubrió que existían dos cuentas con su nombre y en una, incluso, aparecía su foto. "¡Glups! ¿Qué hacer? La policía de Twitter actuó y no volví a saber nada. Me sentí culpable". "Antes de que pudiera decir LMAO (Laughing My Ass Off, acrónimo de partiéndose el culo de risa), había sido engullida por la Twittersphere como Alicia en la madriguera del conejo. Y aquí estoy".

"Ya casi llegando a los setenta estar leyendo a mis hermanos en tiempo real y sin los medios 'en el medio', me emociona. ¡Gracias!", confiesa Eduardo Galeano (30.000 seguidores) en Twitter. "Este espacio también forma parte de la tercera orilla del río, y aquí seguimos compartiendo el pan de la palabra en una reunión de amigos

...". Esta idea de comunidad la comparte con Paulo Coelho, el tercer novelista más seguido del mundo con 1.130.000 seguidores. Neil Gaiman, antes a la cabeza, ocupa el segundo con millón y medio. "Me siento como si estuviese en un bar con amigos. Me ha permitido una cosa que todo escritor le gustaría tener: un contacto inmediato con sus lectores para discutir temas que apenas están en los libros". "Nunca se me ha pasado por la cabeza que otra persona escribiese por mí en Twitter. Entonces no tendría ningún placer, sería apenas promoción y Twitter es más de contacto", prosigue el superventas brasileño. "Mi intención es compartir mi mundo. No imagino ayudar a otros a escribir. Es algo íntimo. Cuando escribía O Aleph entraba en Twitter cada tres horas para relajarme". Coelho los descarta pero los negros de las redes sociales existen. Los hay camuflados -les delata su constante autobombo- o abiertamente dirigidos: "Gestionado por Dennis Widmyer hasta que Chuck Palahniuk intente hacerlo él mismo", se alerta a sus 300.000 fans. Patrick Rothfuss paró en seco hace año y medio: "Cuando empecé a tener éxito no hacía otra cosa que contestar a mis fans en la Red y así nunca iba a terminar la segunda parte de la trilogía que tanto me reclamaban. Contraté a alguien". Valery, devota de la literatura fantástica, se instaló en la nada de Wisconsin para convertirse en su voz en Facebook (22.000 amigos). Doug Coupland ha acuñado un nombre: Frankentime. "Es cómo te sientes cuando te das cuenta de que tu vida gira en torno a un ordenador e Internet. Pero quien usa las redes sociales se siente más conectado a la humanidad. Por eso ¿hablamos de algo que aliena o humaniza?", se pregunta el autor de Generación X. "La cantidad de tuits que no he escrito en estos días es proporcional al número de páginas que sí he escrito de mi novela", confiesa en su foro Tryno Maldonado (2.800 seguidores). "Por una sola razón yo lo he usado mucho este año y es que no estaba escribiendo una novela. Pronto empezaré una nueva y creo que dejaré de tuitear", se hace el propósito Ian Rankin. El escocés describe Twitter como "una oficina virtual a la que acuden los ermitaños escritores que trabajan desde casa para escuchar un nuevo chiste, cotillear o conocer noticias del mundo". "Les cuento a los seguidores si visito una librería o un festival, y ellos me hacen saber qué piensan de mis libros. ¡Así comparto triunfos y fracasos con otros autores, periodistas y dibujantes de cómic!", cuenta Rankin (10.500 seguidores).

"Twitter es un laboratorio de textualidades que incluye, pero no se circunscribe a: escribir en comunidad, en presente, en collage, desde la ficción más meritoria del 'yo', con el lenguaje encontrado de los demás", reflexiona Rivera Garza. Y parafrasea a la crítica literaria Josefina Ludmer para afirmar: "Una tuit-novela tendría que festejar esas características: estructuras en movimiento ascendente y descendente; narradores con distintas bocas y sentidos produciendo presente más que literatura". Ella practica este género de cuentos: "Vi un fantasma en el pasillo de un restaurante. El fantasma me vio. Un espejo pasó corriendo entre todo eso". Lo hace también Alejandro Jodorowsky y en tres idiomas: "Sí, soy el "verdadero escritor". Para mí Twitter es muy valioso: al comprimir el pensamiento le das fuerza vital. Das mucho + con mucho -". Coupland (350.000 seguidores), también escultor, es hoy reticente a escribir. "En el transcurso de una semana uno tiene momentos haiku que no tienen cabida que en la Red. Pero se convierten en mercancía y eso no me gusta. Aunque el año pasado conté que estaba haciendo una escultura con plásticos y los fans me traían material a los encuentros literarios", agradece. También lo hace Etxebarría: "Si mañana doy una conferencia en Menorca digo en Facebook que no conozco a nadie allí y siempre hay alguien que me saca a tomar una copa

Guillermo Arriaga (45.000 seguidores) coordina un cuento con retales de los internautas: "No se detengan. Los que escriben, a escribir. Sigan hasta morir". Está tan enganchado a Twitter que radia, en español e inglés, con detalle y fotos sus cacerías en el desierto de Coahuila a través de su móvil: "Una parvada de guajolotes (pavos) silvestres camina a 150 metros de mí...". No es el único. Philip Kerr, premio internacional de novela negra RBA, escribió en su perfil en inglés y español una historia ambientada en la ceremonia de entrega del galardón; Tim Burton ha confeccionado un cuento con los mejores tuits de sus fans. "Al contrario de lo que se cree, los escritores de Internet no son autistas sociales, son jóvenes con un trato lúdico y desenfadado con el lenguaje cotidiano, y, además, exploran el lenguaje de las emociones", comenta Rivera Garza. Y pone el ejemplo de un encuentro de 70 tuiteros de todo México: "El paso de la mención del nickname al nombre estaba plagado de abrazos, risas nerviosas, gritos de asombro. Una banda cálida y cursi, generosa e inteligente, de buen talante". Gabriela Wiener conoce a la perfección el fenómeno. "Es mucho más importante tener un Facebook, un blog, un vídeo en YouTube o un Twitter de un libro que presentarlo en Fnac". Así cuando los medios silencian la obra y muere en las librerías "su rastro permanece en la Red y puede ser descubierto por lectores". Ella lo experimentó con el blog de su primera obra, Sexografías. "Las redes son también depositarias de extensiones de la obra, notas a pie de página, contenidos extras que un lector fanático agradece de rodillas. Invitan a reflexionar sobre el propio trabajo y su recepción, un papel que antes jugaba exclusivamente la crítica literaria", continúa teorizando.

Alberto Olmos se inició con Anagrama en 1998 y volvió a publicar en 2006, ocho años en los que todo cambió. Antes sus contactos con la editorial eran complicados, no trataba con otros autores y desconocía la opinión con sus lectores. Hoy gestiona Malherido, un blog de crítica literaria con mil visitas diarias y se mueve con facilidad por la Red. "Todos buscamos en Google alguna referencia a nuestros libros y sabemos qué le gusta a nuestros lectores. Cualquier post genera comentarios y eso humaniza la relación. El poder de la crítica sigue en manos de los suplementos, pero salir en determinado blog puede ser un aval". A Olmos/Malherido no le convence Twitter, pero sí Formspring "que es como un chat de Boyero continuado en el que uno dice lo que quiere". "Engancha porque no es un texto en blanco, los internautas preguntan, lanzan un tema". El chileno Patricio Pron también confiesa su adicción a esta herramienta surgida hace apenas un año: "Es un canal de comunicación con los lectores que no está mediado por temas o inquietudes específicas. Creo que estas preguntas tienen un nivel más alto que los comentarios en los blogs o en Facebook". Eso era lo que supuestamente Gabriel García Márquez escribió en su Twitter tras saber que Mario Vargas Llosa había recibido el Nobel. Una mentira que la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano en Cartagena se encargó de negar: "Se trata de una suplantación, a veces con humor, pero hoy se le fueron las luces". Pero las falsedades no son una práctica nueva. Hasta 2008, en que terminó la saga de Harry Potter, J. K. Rowling desmintió en una web las leyendas urbanas.

Desmentir, pero también criticar. A Pérez-Reverte su "Moratinos gimoteando en público, se fue como un perfecto mierda" le supuso 4.000 nuevos seguidores en 24 horas. O el provocador Bret Easton Ellis (100.000 fans) que se despachó tras el fallecimiento de Salinger con un desatinado: "¡Yeah! Gracias a Dios que por fin se murió. Llevo esperando este jodido día desde siempre. ¡Party tonight!". "No fue para conseguir seguidores ni nada parecido... Los agentes y la familia se pusieron en contacto conmigo", se explicó en EL PAÍS. El futuro, en opinión de Redondo, es incierto: "Las preferencias cambian cada dos años. Primero fue Six Degrees, luego, Friendster, MySpace y ahora Facebook. Y la del futuro ¿Twitter? Quién sabe, está a las puertas de los 200 millones de usuarios.

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Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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