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El 'caso Madeleine'

La policía declara sospechosos formales a los padres de Madeleine

Kate y Gerry McCann se negaron a contestar a cuestiones claves de la investigación

Se agota la ola de solidaridad, se diluye la sensación de afecto, nace un amargo sentimiento de estupefacción, una vaga sensación de que haya podido tratarse de un montaje a escala global del que no se libraría ni el Papa Benedicto XVI. Los aplausos y el cariño habituales en los últimos meses se convirtieron ayer en abucheos y pitos para el matrimonio McCann en Portimão, al sur de Portugal. Kate, la madre de Madeleine, la preciosa niña de cuatro años cuyos ojos redondos adora medio planeta y que teóricamente se esfumó mientras dormía en un apartamento en Praia de Luz la noche del pasado 3 de mayo, fue declarada ayer sospechosa formal.

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Un portavoz de la familia afirmó que la policía considera a Kate culpable de la "muerte accidental" de su hija. La policía sospecha que Maddie murió a causa de una sobredosis de somníferos. Los McCann lo niegan en redondo.

Kate, que había salido la madrugada anterior visiblemente abatida de la sede de la policía judicial y que regresó a las once de la mañana envuelta en un silencio atroz y entre algunos pitos de los curiosos apostados allí, tenía que responder a 22 preguntas, según trascendió. De acuerdo con informaciones no oficiales, tanto ella como su marido, Gerry, se negaron a contestar a algunas cuestiones clave. Cuando Kate terminó su visita a la comisaría, pasó a ser considerada argüida, o lo que es lo mismo, imputada. Fue puesta en libertad y se la aplicó la medida cautelar más baja que prevé la ley portuguesa: deberá pedir permiso al juez para ausentarse de Portugal más de cinco días. La policía judicial, obligada por el secreto de justicia, no lo confirmó, y empezó a tomar declaración al marido que abandonó a medianoche la comisaría, visiblemente abatido, y también fue declarado sospechoso formal por lo que se le aplicarán medidas cautelares.

La hermana de Gerry, Philomena McCann, contó ayer a la cadena British News Network ITN que la policía, mediante un trato ofrecido al abogado de Kate, "intentó que ésta confesara que había matado accidentalmente a su hija Madeleine y luego se deshizo del cadáver", a cambio de unos dos años de condena. La policía negó oficialmente haber ofrecido ese pacto.

Fue un episodio más en este rocambolesco y maniqueo combate entre buenos (los McCann y el Reino Unido) y malos (la policía portuguesa) que han prefabricado los medios anglosajones. A su ritmo, aguantando con paciencia infinita las críticas feroces lanzadas durante cuatro meses por el aparato mediático-propagandístico desplazado al Algarve, la policía judicial ha ido avanzando centímetro a centímetro en la resolución de un enigma en el que se juega su prestigio, y parecía ayer más cerca que nunca de demostrar su tesis: que Madeleine murió la noche del 3 de mayo en el apartamento del Ocean Club (probablemente a causa de un accidente o de un homicidio involuntario), y que sus padres y los amigos de éstos (tres parejas de británicos que cenaron esa noche en el restaurante con ellos y que, según ha dicho la prensa portuguesa, bebieron 14 botellas de vino), decidieron fingir un rapto.

La policía sospecha que los padres administraron somníferos a los niños, y que Maddie pudo morir por una sobredosis. La portavoz de la familia, Justine McGuiness lo negó rotundamente: "Kate está horrorizada de pensar que alguien pueda creer que mató a su hija", dijo. "Les pregunté sobre los somníferos y su respuesta fue que nunca les habían dado, ni les dieron esa noche, ni les darían nunca".

Para que no falten las paradojas, el viraje crucial de la investigación llegó desde el Reino Unido. Los laboratorios de Birmingham han analizado los vestigios que encontraron los perros (también británicos) especializados en detectar sangre y olor a cadáver el pasado mes de julio. Y han certificado casi con el 100% de certeza que la sangre que se recogió en el coche de los McCann pertenecía a Madeleine. A este dato, publicado ayer por Jornal de Notícias, le falta un detalle importante: aclarar cómo llegó la sangre hasta un coche que el matrimonio alquiló después del 3 de mayo. "La acusación es completamente absurda", dijo la portavoz de la familia. Pero la clave del caso quizá esté ahí.

Kate McCann, madre de Madeleine, al salir ayer de la sede de la policía judicial en Portimao (Portugal).
Kate McCann, madre de Madeleine, al salir ayer de la sede de la policía judicial en Portimao (Portugal).REUTERS
Gerry McCann, el padre de <i>Maddie,</i> ayer, en Portimão.
Gerry McCann, el padre de Maddie, ayer, en Portimão.AP

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