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PALOS DE CIEGO
Columna
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Nosotros y los matones

Javier Cercas

El 24 de febrero de 1981, horas después del intento de golpe de Estado, el presentador de Noticias del 5º Canal informó: "Los españoles están divididos: unos están por el apaga; los otros, por el vámonos". El Perich es inmortal: todo indica que, casi 30 años después, ese es ahora mismo nuestro estado de ánimo colectivo; Woody Allen acaba de decirlo sin tanta gracia: "Todo el mundo está perdido, muy perdido, y los únicos que no lo están son los locos, que son los únicos capaces de ser felices". Yo no he sido feliz en mi vida, de manera que no debo de estar loco, pero lo cierto es que desde el estallido de la crisis de la deuda siento unas ganas inexplicables de ponerme por sorpresa un burka y no quitármelo hasta que esto amaine, de lo que mucho me temo que hay que deducir que tampoco es que yo esté del todo en mis cabales.

"Como nadie quería que se arruinasen, los Estados les dieron una cantidad tremenda de pasta"

¿Qué es lo que ha pasado? ¿En qué consiste esta crisis? Si he estado atento en clase, lo que ha pasado es lo siguiente. Hace un tiempo, aprovechando que nadie los controlaba, unos tipos que tenían muchísima pasta estuvieron a punto de arruinarse en su intento por ganar todavía más pasta. Como nadie quería que se arruinasen, porque si se arruinaban ellos nos arruinábamos todos, los Estados -es decir, nosotros- les dieron a estos tipos una cantidad tremenda de pasta, para lo cual tuvieron que endeudarse más de lo que ya lo estaban; a cambio, y a fin de que los tipos no volvieran a las andadas, los Estados se reservaron el derecho de controlarlos. Nadie ejerció sin embargo ese derecho: ni el G-20, ni Obama, ni la UE (ahora parece que la UE empieza a moverse, y Obama también: ya veremos). El resultado es que los tipos, matones recalcitrantes, volvieron a las andadas y, en pago por la ayuda que recibieron, se liaron a tortazos con los Estados, ahora enflaquecidos por la deuda contraída precisamente para ayudar a los matones, quienes, como buenos matones, empezaron los tortazos por los más débiles. España es uno de estos, lo que significa que tenemos un problema: o pagamos lo que debemos o los matones nos arruinan. Así que a pagar; y a callar: nadie ha dicho nunca que el dinero no gobierne el mundo. El problema no es ese, o no ahora; el problema ahora es quién paga la deuda. Zapatero lo ha dicho: no los matones, que son quienes en parte la han creado, sino, de entrada, los jubilados y los funcionarios. En este punto gente seria dice que no digamos eso, dice que no hemos estado lo bastante atentos en clase, dice que decir eso es hacer demagogia: al fin y al cabo, dicen, los primeros que han pagado la deuda no son los jubilados y los funcionarios, sino los millones de parados; al fin y al cabo, dicen, bien pueden jubilados y funcionarios, que viven del Estado, ayudar al Estado cuando el Estado lo necesita; al fin y al cabo, dicen, no sólo los matones crearon la deuda, sino también todos los demás, incluidos jubilados y funcionarios, que durante años hemos gastado mucho más de lo que ganábamos. No digo que todo esto no sea en parte cierto, pero no resuelve mis dudas: ¿seguro que los jubilados y los funcionarios son igual de responsables de la deuda que los matones? ¿Seguro que unos y otros tienen que pagar proporcionalmente lo mismo por ella? ¿Seguro que son sólo los funcionarios quienes viven del Estado y no el Estado quien también vive de los funcionarios? ¿Seguro que no se puede hacer más para que los matones manden menos y los Gobiernos manden más? Y, ya que de recaudar dinero se trata, ¿nadie les va a pedir a las 1.440 personas que controlan el 80% del PIB de España que contribuyan proporcionalmente al pago de la deuda? ¿Es verdad que, según ellos mismos han dicho, si se les ponen los medios suficientes, los inspectores fiscales pueden rescatar 100.000 millones de fraude en cuatro años? Me quedaría más tranquilo si alguien me contestase esas preguntas.

Pero no mucho más tranquilo. En su reciente informe al Consejo Europeo, el Grupo de Reflexión sobre el futuro de Europa presidido por Felipe González escribe: "Por primera vez en la reciente historia de Europa existe el temor generalizado de que los niños de hoy tendrán una situación menos acomodada que la generación de sus padres". Esos niños son nuestros hijos: los hijos de la generación que ahora está en el poder, la generación de Zapatero. Ahora todos acusamos a Zapatero de haber sido frívolo y petulante, pero, si lo ha sido, lo ha sido porque nosotros lo hemos sido: creímos que quienes hicieron la Transición eran unos nenazas, y que nosotros íbamos a arreglar lo que ellos hicieron mal; lo cierto es que de momento no hemos arreglado lo que hicieron mal y estamos a punto de estropear lo que hicieron bien: lo cierto es que ellos recibieron un país rematadamente malo y nos entregaron un país razonablemente bueno, y que nosotros hemos recibido un país razonablemente bueno y, a menos que nos espabilemos mucho, vamos a entregar un país rematadamente malo. Eso sí, somos únicos saliendo en la foto mientras combatimos a los difuntos matones del franquismo; pero, si de lo que se trata es de partirnos la cara en el cuarto de atrás con los matones del día para proteger a los niños, que no nos busquen. Ahora me explico las ganas que tengo de salir a la calle tapadito con mi burka.

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