Las noches
Narrativa. "Ahora ¿qué digo?". Esta es la pregunta que Frits van Egters suele hacerse en cuanto asoma el mínimo riesgo de silencio en mitad de una conversación. A este bocazas desgraciado y entrañable las frases le brotan descontroladas, provocando casi siempre el desconcierto en sus interlocutores -y en el lector-, que nunca saben a qué atenerse ante esos chistes de sociópata hipocondriaco obsesionado con la higiene y la alopecia. Con este personaje tan singular Gerard Reve irrumpió en la literatura neerlandesa de posguerra e inició una larga carrera que le convertiría en una figura clave para la cultura de su país, no sólo debido a la influencia de su propuesta estética para la siguiente generación de escritores, sino también por su peculiar compromiso con la religión católica y la normalización de la homosexualidad. Ya en Las noches (1947) es posible apreciar ese humor característico que combina dosis de ironía, escatología y sadismo para desubicar completamente al lector y obligarle a reconsiderar sus prejuicios burgueses, o eso que hoy llamamos "lo políticamente correcto". El exceso de realidad le sirve a Reve para desmantelar el sentido de la vida corriente. Y lo cierto es que asombra su capacidad para crear suspense en un libro donde no ocurre nada especial; le bastan la angustia que provoca el paso arrollador del tiempo y la represión asfixiante que sufre el pobre Frits. En este sentido el texto está sembrado de síntomas (juegos con fuego, confesiones íntimas a un peluche, asco soterrado hacia el padre, apatía sexual con destellos de misoginia
Las noches
Gerard Reve
Traducción de Ronald Brouwer
Acantilado. Barcelona, 2011
317 páginas. 22 euros
...) pero como el foco narrativo no se aparta ni un instante del protagonista, el lector debe esforzarse por captar lo que sucede fuera de plano y ubicar a los personajes que aparecen y desaparecen sin mayor explicación, simplemente resbalan por el caparazón de un individuo encerrado en sí mismo e incapaz de comunicarse con sus semejantes.
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