_
_
_
_
Tentaciones
_
Reportaje:EN PORTADA

La nueva princesa del pueblo

A la mayoría de los lectores españoles, el nombre de Cheryl Cole no les dirá demasiado. Como mucho, será esa niña mona del grupo pop de chicas Girls Aloud. O les sonará como la mujer del futbolista del Chelsea Ashley Cole. Pero para los británicos, Cole (de soltera, Tweedy) es mucho más. Es un tesoro nacional. Una obsesión.

Londres, finales de enero. Cheryl Cole, 26 años, presenta a la prensa internacional su primer disco en solitario, 3 words. Sonrisa resplandeciente, tan guapa y menuda como en las fotos. A su alrededor revolotea una nerviosa corte de camareros, representantes o disqueros. Es la atmósfera de los grandes acontecimientos. Se ha tirado la casa por la ventana: el productor del disco es Will.i.am (Black Eyed Peas): "Es una persona peculiar, muchos no le pillan, pero nosotros conectamos. Los dos damos muchas vueltas a las cosas", explica la artista con su cantarín acento de Newcastle.

"Que las chicas sepan que yo también tengo problemas. Llegué aquí trabajando duro"

3 words se presenta como un intento de r'n'b, pero termina resultando sorprendentemente pegadizo. A nadie le preocupa que Cheryl no gaste vozarrón. Su single Fight for this love alcanzó lo más alto de las listas británicas y ha sonado sin parar desde su salida en octubre. La concienzudamente peinada y maquillada Cheryl asiente: "Todo el mundo dice al principio que no está mal y que más adelante resulta imposible sacárselo de la cabeza".

Algo parecido pasó con su carrera. Durante un tiempo fue carne de prensa amarilla y habitual en las listas de las más sexy. Una chica de una barriada de viviendas sociales de Newcastle que en 2002, por obra y gracia de la telerrealidad, se convirtió en integrante del grupo Girls Aloud.

Hasta que, en enero de 2008, el diario The Sun publica que su marido el futbolista le había sido presuntamente infiel con una peluquera. A pesar del escándalo, la cantante no rompe su matrimonio. Las portadas de la bella Cheryl con el corazón roto se venden como rosquillas.

Ese mismo año, Simon Cowell, el todopoderoso magnate de la industria musical británica, le ofrece trabajo como jurado del Factor X británico. Habiendo salido ella misma de un formato similar, se ve reflejada en los aspirantes a estrellas. Para Cheryl, los programas cazatalentos no adulteran la música: "Ésta es una industria muy difícil. Hay quien da a niños de 12 años cajas llenas de maquetas para que las escuchen y tiren las que no les gusten. Muchos artistas nunca serán descubiertos y estos programas les dan una oportunidad. Si no fuera por ellos, no estaría aquí".

Cheryl es la presencia bondadosa y de lágrima fácil que faltaba en el programa. Consuela, abraza y sufre con las historias trágicas de los concursantes. Reino Unido entero se emociona con ella frente al televisor. Los hombres babean, las mujeres diseccionan sus modelitos y las adolescentes se preguntan si consiguiendo su espesa melena castaña (extensiones), su dentadura perfecta (fundas y ortodoncia) o sus largas pestañas (postizas) se las querrá tanto como a ella. "A veces, admirar artistas femeninas te hace tener motivación. Pero que las chicas se den cuenta de que todo esto es glamour y que también tengo mis problemas. Creo que doy una imagen bastante realista, vengo del mismo lugar que ellas y he llegado aquí trabajando duro. No se consigue comprando algo en la droguería", dice muy seria. Irónicamente, su imagen vende ahora una línea de pestañas postizas y de champú L'Oréal.

Pero tiene encanto. Dos años consecutivos ha conseguido que el público votara a sus dos protegidos, Alexandra Burke y Joe McElderry, como ganadores de Factor X. Se ha embolsado una portada en el Vogue británico. El primer ministro le agradeció que se confiese laborista. Y el jefe pijo de la oposición tory, David Cameron, se declara fan. "¿Verdad que es embarazoso?", suelta arrugando la naricita.

Con permiso de Lady Di, Cole es la nueva princesa del pueblo. El resto de las Girls Aloud parecen coristas. Ella insiste en que las echa de menos, pero se siente liberada: "Trabajar con cinco chicas limita tu aportación. Es difícil componer siguiendo un estilo tan definido como el de Girls Aloud [obra de Xenomania, misterioso y rompepistas equipo de producción]. En mi disco me impliqué más. Digo lo que tengo que decir y no me restrinjo a un estilo. Soy yo. Me siento más expresiva y más libre".

Es vox populi que sabe pelear. En 2003 fue acusada de agresión racista tras un altercado en los baños de una discoteca en las afueras de Londres. Finalmente, fue condenada por daños físicos y se retiraron las acusaciones de racismo. Esta faceta no se percibe en las letras que ha escrito para su álbum. Quien espere versos de loba herida dirigidos a su díscolo esposo se decepcionará. Salvo algún comedido pullazo, a lo más que llega es a sufridas defensas de su relación tipo "el amor no es un paseo por el parque" en Fight for this love.

Y es que ni la propia Cenicienta cree en historias de princesas: "No existe la relación perfecta. Ni con tu familia. Por eso se llaman cuentos de hadas: porque son fantasía. Todos tenemos esperanzas, pero la realidad es muy diferente".

3 words está editado en Universal.

<b>Cheryl Cole, <i>glamour</i> para las masas de las islas Británicas. </b>
Cheryl Cole, glamour para las masas de las islas Británicas. TODD PLITT

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_