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Los obispos dicen que no callarán jamás pese a "sufrimientos e injurias"

Dura advertencia del cardenal primado, Antonio Cañizares , al Gobierno

En los púlpitos de la Iglesia católica tocaba este domingo hablar de las Bienaventuranzas que predicó el fundador cristiano hace 2.000 años, pero el cardenal primado de Toledo, Antonio Cañizares, aprovechó su homilía para lanzar advertencias de firmeza al Gobierno. Los obispos, anunció, "no callarán", amenacen represalias o arrecien los insultos. "[La Iglesia] la palabra de Cristo no la callará jamás, no la silenciará a pesar de los poderes de este mundo que quisieran silenciarla o verla reducida a los espacios sacrales", dijo.

"Los insultos y los juicios falsos descalifican a quienes los hacen"
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Con palabras del apóstol Pablo a los tesalonicenses, Cañizares añadió: "A pesar de sufrimientos e injurias padecidos, que ya conocéis, se ha de tener valor para predicaros el Evangelio en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, y así lo predicamos, no para contentar a los hombres, sino a Dios, que aprueba nuestras intenciones. Nunca hemos tenido palabras de adulación, ni codicia disimulada. Dios es testigo".

El cardenal primado es también vicepresidente de la Conferencia Episcopal y, por tanto, un actor decisivo en la redacción de la Nota con orientaciones electorales emitida el jueves pasado por la Comisión Permanente de este organismo.

El documento ha suscitado una avalancha de críticas, sobre todo por el párrafo octavo, de apenas cinco líneas, que execraba de toda negociación política con terroristas. El Gobierno y el PSOE, sobre todo, pero también el resto de las fuerzas parlamentarias, excepto el PP, consideran que los obispos con esa Nota han entrado en campaña electoral en favor de la derecha. Cañizares replicó ayer que el documento "no trata de imposiciones, sino de exhortaciones, en modo alguno partidistas".

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La larga homilía del cardenal -casi 2.400 palabras- sobre las bienaventuranzas es toda ella una advertencia a navegantes anticlericales o a quienes busquen "desunir" a los prelados o "enfrentar" a los fieles con sus pastores. Varios párrafos están dedicados a reafirmar su derecho a hablar y a no callar "jamás", aunque "se vea sometida [la Iglesia] a insultos, descalificaciones y juicios falsos, que descalifican a quienes los hacen".

"[La Iglesia católica] proclamará sin cesar y reivindicará en cualquier circunstancia la dignidad e inviolabilidad de todo ser humano y los derechos fundamentales que le corresponden al hombre, así como todos los correspondientes a la libertad de la educación. Y por lo mismo proclamará a tiempo y a destiempo el evangelio, y pedirá a todos trabajar por la familia, porque hacerlo es trabajar por el hombre y no hacerlo es ir contra el hombre", afirmó.

Pese a esta contundencia, Cañizares, uno de los prelados españoles predilectos de Benedicto XVI, pasa por ser el interlocutor preferido de la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, la encargada por Rodríguez Zapatero de apagar los frecuentes conflictos del Ejecutivo socialista con el episcopado o con la Santa Sede.

Ayer, el embajador Francisco Vázquez confirmó que ha expresado el "malestar" del Ejecutivo por la Nota de los obispos. "No se ha tratado de ninguna nota oficial de protesta, ha sido un contacto oficioso que mantuve con las autoridades vaticanas", dijo a Efe. El diplomático evitó desvelar con quién se entrevistó, "por cortesía" hacia el interlocutor, pero fuentes vaticanas indican que fue con el arzobispo Fernando Filoni, el número dos de la Secretaria de Estado.

El líder de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, instó ayer al ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, a que admita que se ha equivocado con "el intercambio de cartas con el Vaticano, para mantener su situación de privilegio", y achacó el conflicto con la jerarquía eclesiástica a la "falta de decisión del PSOE para profundizar en el Estado constitucional, que es aconfesional, y denunciar el Concordato".

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